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Amando de Miguel

Haz como yo: no te especialices

El especialista es el que sabe cada vez más de menos cosas; hasta que llega un momento en que sabe casi todo, pero de casi nada.

Uno de los valiosos consejos que me transmitió mi maestro Juan J. Linz fue que no me especializara demasiado. Esto lo decía en el contexto de las universidades norteamericanas, donde la especialización era lo que marcaba el éxito profesional. En todo caso, me dijo Juan: "No pases de ser un analista de todo lo referente a la España contemporánea". En el bien entendido de que la España contemporánea empezaba a serlo desde finales del siglo XIX. Fui fiel a ese consejo y aquí me tienen. Carezco de especialidad y me ha ido muy bien.

El consejo se lo repetiría hoy a los estudiantes todos, no solo a los que siguen la carrera de Sociología. La sociedad es cada vez más un todo cambiante y plástico. Recordemos aquello de Ortega y Gasset: el especialista es el que sabe cada vez más de menos cosas; hasta que llega un momento en que sabe casi todo, pero de casi nada.

Por desgracia, el sistema educativo en el que nos movemos hoy impide la realización del consejo de conocer cosas muy diversas. Las salidas de las carreras son cada vez más especializadas y pretendidamente prácticas. La idea es dedicar el menor tiempo posible a saber algo muy concreto para ganar pronto una cantidad apreciable de dinero y de comodidad. Pero la realidad es tozuda, porque lo aprendido hoy va a servir de poco pasados unos años. Así que las carreras cortas se alargan después con la necesidad de ponerse al día en sucesivos cursos, másteres y estudios diversos. En esa confusión destacan los que se han formado en conocimientos amplios y los que se dedican a leer mucho, a informarse, a viajar. Frente a ellos, los que se especializaron excesivamente de entrada acaban en puestos subordinados o precarios.

Permítaseme una anécdota trivial. He tratado durante años de que me arreglen un teléfono fijo que funciona mal. El último operario que vino se declaró incompetente: "Yo soy de fibra, no de cobre". Efectivamente, me arregló el problema de la fibra óptica.

No se crea que el consejo al que me refiero se dirige solo a los estudiantes de las ciencias sociales. En medicina la especialización (con sus indudables ventajas) puede llegar a ser irritante para los pacientes. Los cuales son sabedores de que tienen un cuerpo en el que se relacionan todos sus órganos y funciones. Menos mal que todavía hay caso para los llamados médicos de familia, que consideran a la persona entera.

Dentro de la amplísima especialidad que es España contemporánea, he dedicado mucha atención a analizar datos estadísticos y de encuesta. Después de esa ingente tarea no extrañará que ahora la investigación que me lleva más tiempo sea un trabajo que pueda parecer sorprendente. Se titula La huella de Dios en la novela española de la edad de plata, 1874-1936, es decir entre las dos últimas guerras civiles. Creo que es una de las claves para averiguar otros muchos aspectos de la sociedad española contemporánea. No soy historiador de la literatura ni teólogo, pero creo que puedo aportar algo sobre estos asuntos. Ahora comprenderán los curiosos lectores por qué estos artículos míos (que en rigor deberían ser artejos) pudieran parecer tan deslavazados. Son así de modo intencional.

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