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Amando de Miguel

Todos eran socialdemócratas…

Todavía hay políticos que, en las entrevistas con los medios, se permiten el lujo de salirse por los cerros de Úbeda ante determinadas preguntas.

En efecto, todos eran socialdemócratas y sin embrago no se entendían. No se explica por qué se entusiasman con el "cambio" (¡qué originales!), si ya tenemos el Estado de Bienestar al completo. No otra cosa es la socialdemocracia. Los de derechas pretenden así lavarse la culpa de sus antecedentes franquistas, aunque solo sean familiares. Los de izquierdas también se visten de socialdemócratas para disimular sus ínfulas totalitarias.

No me gusta la locución clase política. La introdujeron los críticos de la democracia parlamentaria italiana que fundamentaron el fascismo hace un siglo. Me fastidia por lo que tiene de prurito antidemocrático. Pero hay veces en que la idea de la clase política (aunque mejor sería decir oligarquía) se hace realidad. Este es uno de ellos. Los políticos españoles llevan más de dos meses comportándose en el más viejo estilo de la vieja política, que algunos vocalmente detestan. ¿Será verdad que hay un carácter español? Me resisto a creerlo, pero me asalta la evidencia contraria a mi pensamiento.

Prometieron los padres de la patria que iban a debatir y negociar con transparencia para formar Gobierno. El resultado no ha podido ser más opaco: una pelea de negros por la noche en un túnel sin luz. (El retruécano es de Ortega y Gasset). Si la metáfora les parece incorrecta, tengo otras. Luego se quejarán de que en las encuestas los políticos reciban un suspenso.

Los padres conscriptos han demostrado ser unos mentirosos compulsivos sin principios, con unas ganas de privilegios verdaderamente patológicas. Por si fuera poco, se sospecha que andan tras la idea de ponerse a debatir una nueva Constitución. Con el estilo negociador que han demostrado, tendremos para un par de años de reuniones a mesa mantel. La cosa terminará en un referéndum sobre Monarquía o República, es decir, la de Dios es Cristo. Los viejos del lugar nos preguntamos: ¿para eso hicimos la Transición?

La función principal de los partidos (mal llamados formaciones con terminología militar) es la de seleccionar el personal político de la mejor manera posible. Eso no se consigue con lo que aquí se llama primarias, una mala imitación del modelo norteamericano. La fórmula les encanta también a los que detestan el esquema político de los Estados Unidos. Debería ser un proceso continuo de formación, examen y selección de los nuevos candidatos. Si se hace para cualquier puesto directivo o técnico en una empresa o en el Estado, no veo por qué en la política no se exige algo parecido. ¿Cómo es posible que, para ser diputado, no se precise saber inglés? Son los que después legislan sobre la imperiosidad de la escuela bilingüe.

Todavía hay políticos que, en las entrevistas con los medios, se permiten el lujo de salirse por los cerros de Úbeda ante determinadas preguntas. Es lo de "¿De dónde vienes?". Respuesta: "Manzanas traigo". Está por ver que el periodista replique: "Perdón, señor. No me ha contestado la pregunta". El Pulitzer se lo daría yo al primer periodista que interpelara así a algún mandamás deslenguado.

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