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Antonio Golmar

Nosotros los inmorales

Ante la crisis económica, algunos han reafirmado su defensa del mercado y el comercio, la libertad individual y la igualdad legal como antídotos contra la irresponsabilidad que la intervención estatal introduce en el comportamiento humano.

"Marx no está muerto. Hay que tomarlo en serio". "La doctrina social de la Iglesia es crítica con el capitalismo". Así se manifiesta Marx Reinhard, arzobispo de Munich, en una entrevista sobre su último libro, El capital, donde acusa al capitalismo de ser el causante del resurgimiento del socialismo populista.

En un artículo aparecido a finales de septiembre Rowan Williams, arzobispo (anglicano) de Canterbury, cargaba contra la "idolatría" del mercado libre. El título del texto, publicado en The Spectator, no deja lugar a dudas sobre las intenciones del prelado: "Admitámoslo: Marx tenía parte de razón sobre el capitalismo".

Los economistas Samuel Brittan y Edward Hadas responden a Williams en el número de noviembre de la revista Standpoint. Hadas señala que:

Debes recordar que la gente no siempre es capaz de ser virtuosa y que necesitamos ciertos tipos de frenos, reguladores o competitivos, para asegurarnos de que las personas están a la altura de su mejor carácter. Esta crisis sugiere una buena novela más que un gran replanteamiento de la política.

Brittan, en una de sus alusiones al arzobispo, reconoce que sus ataques pueden estar justificados si se refieren a "la cosmovisión dominante entre los economistas", aunque "también ataca a la propia economía industrial, algo totalmente injustificado".

Recientemente, la Fundación Templeton preguntó a un grupo de intelectuales si el mercado libre corrompe (corroe) el carácter moral. El indio Jagdish Bhagwati, autor de In Defense of Globalization, respondió que sucede más bien todo lo contrario. En su opinión la globalización lleva a "resultados éticos y a una mejora en el carácter moral de sus participantes". La china Qinglian He, autora de Censorship: Media Control in China sostiene que "los problemas del mercado se deben a las acciones y motivaciones de sus participantes humanos, pero no a su diseño". También cree que el mercado libre refuerza la moral. Por su parte, Ayaan Hirsi Ali, nacida en Somalia y emigrada primero a Holanda y luego a los Estados Unidos., recuerda que:

Un liberal (...) puede ser religioso y ver los méritos de la igualdad de ingresos, pero siempre antepondrá la libertad. Este es el marco moral al que me adhiero (...) La prueba fundamental del carácter de una persona es su habilidad para perseguir sus objetivos en la vida sin violar la libertad de los demás para hacer lo mismo. 

Bernard-Henri Lévy alude a los "inconformistas", un grupo de pensadores franceses de los años 30 del siglo XX que, inspirados por cierta religiosidad o espiritualismo, veían en la libertad comercial una fuente de despersonalización. Para él, si los mercados corrompen, mucho más lo hacen sus alternativas, fascismo y comunismo. El dinero no atomiza ni aísla a los individuos, sino que los relaciona y evita las guerras. "Incluso refuerza nuestras defensas morales, dándonos la capacidad de decir no y de discrepar".

Ante la crisis económica, algunos han reafirmado su defensa del mercado y el comercio, la libertad individual y la igualdad legal como antídotos contra la irresponsabilidad que la intervención estatal introduce en el comportamiento humano. Sin embargo, otros parecen haber iniciado un camino en sentido contrario y blanden orgullosos las recetas de la llamada altereconomía, ya sea en su versión laica o curil.

El escritor Ernst Jünger, cuyas obras de juventud son fundamentales a la hora de comprender el atractivo que ejerce el totalitarismo, cautivó las mentes de muchos jóvenes que vieron en el Partido Nazi la realización del ideal heroico, justo y trascendente propugnado por los nacionalistas. Hoy en día sus libros anteriores a la Segunda Guerra Mundial siguen siendo un referente en círculos filonazis y ultraderechistas. Pasados los años, el lepidopterólogo suabo se convertiría en un agudo analista del totalitarismo en tratados como La emboscadura y en las novelas de política-ficción Heliópolis y Euwesmil, donde distingue entre el anarca (hombre libre que se busca a sí mismo huyendo de condicionamientos colectivos) y el anarquista.

Por desgracia, el alemán no pudo derrotar al monstruo que él y otros intelectuales de su tiempo habían creado cuando plantearon una enmienda a la totalidad a la tradición liberal. Ya era demasiado tarde cuando publicó Sobre los acantilados de mármol (1939), un ineficaz y grito de alarma contra el nazismo, tal vez porque el autor se resistía a reconocer el papel que había jugado en el advenimiento de la tiranía. También él estuvo a punto de ser devorado por la criatura que ayudó a engendrar. Al menos vivió para contarlo y para prevenirnos.

La sabiduría popular afirma que la experiencia ajena sirve de poco. Ojalá se equivoque.

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