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Antonio Robles

Corredor Central Transpirenaico

Es preciso tomar conciencia de lo que nos viene encima.

Pedro I de Rusia ha pasado a la historia como Pedro el Grande por su espíritu innovador, científico, ilustrado, que llevó a su país a la modernización, importando tecnología y educación europeas. Estábamos entrando en el Siglo de la Luces, la época de la Ilustración, esa voluntad de dotarnos de la herramienta de la razón para relacionar lenguaje y realidad con coherencia.

Si Pedro el Grande logró llevar de Europa a Rusia educación, ilustración y modernidad, desgraciadamente, nuestro Pedro exportará a Europa el virus populista latinoamericano y la infección nacionalista. No sólo. Si Pedro el Grande se apasionó por la verdad, Pedro el Mentiroso la detesta. O la desconoce. Si Pedro el Grande fue un modelo para su país, Pedro el Mentiroso será una influencia nefasta para nuestros jóvenes, porque habrá hecho de la mentira, la contradicción, el fraude, la falta de escrúpulos o el desprecio a la palabra dada un modelo de éxito.

Y de socio, a Pablo el Pelotas de Vallecas, o sea, el que hacía apología de la "violencia masculina, con cojones". Vaya par de impresentables compitiendo a ver quién miente mejor o se contradice más veces.

Es preciso tomar conciencia de lo que nos viene encima. Pongamos sobre la mesa las debilidades de la nación: el diálogo, la seducción, la pluralidad, el plurilingüismo, las cesiones, los eufemismos democráticos, la federación o la confederación, nación de naciones o la voluntad del pueblo, el derecho a decidir, y los temas tabúes de los que no se puede disentir… También el miedo a los interminables enfados nacionalistas, a su fuerza y sus chantajes, el miedo a su violencia callejera, o nuestro propio complejo a la hora de utilizar todas las armas constitucionales necesarias para defender el Estado de Derecho y nuestra propia historia.

Ya está bien de quejarnos de los cortes de carreteras o del cierre de la frontera con Francia. Si España tiene hoy dos únicos pasos hacia Europa (La Junquera e Irún), es porque durante 40 años hemos estado más preocupados por seducir a quienes nos despreciaban que a mimar a quienes nos amaban. Si España hubiera destinado sus recursos por razones de Estado (las que garantizan la igualdad de ciudadanos y territorios y aseguran la fortaleza internacional), hoy nuestros camioneros podrían llegar a Francia por el corredor central transpirenaico sin ver arruinada su hacienda ni maltratados sus derechos.

En su hoja de ruta a la secesión, el nacionalismo contempla utilizar la situación geográfica de Cataluña como arma geoestratégica para chantajear a los restos de España con un cierre de fronteras. Tomar a broma el atrevimiento es seguir negándose a actuar como Estado. No sólo tendríamos resuelto el secuestro del paso a Francia hoy, sino logrado un equilibrio mayor entre territorios superpoblados y ricos y la España vaciada.

Hoy la costa mediterránea está superpoblada, seguir invirtiendo todo en el Corredor del Mediterráneo es seguir extrayendo población, recursos y futuro tierra adentro.

Ecológicamente es un desastre para la línea de costa, e injusto desde un punto de vista de la desigualdad económica, para la España vaciada.

A veces, propuestas políticas nuevas, por no estar atadas a viejos privilegios de los partidos viejos, deberían ser escuchadas. Como la propuesta de vertebración del territorio auspiciada por dCIDE, que ayuda a equilibrar población, recursos y oportunidades y salva al Estado de monopolios de poderes territoriales.

Sería preciso añadir al actual plan de infraestructuras la creación, entre otros, de tres ejes fundamentales para una mejor vertebración del territorio: el eje o Corredor Central Transpirenaico, que abra una vía rápida de comunicación con Francia y Europa por Algeciras, Madrid, Zaragoza y Huesca (hacia Toulouse y París); el Eje Valencia-Zaragoza-Huesca, mucho más corto que el Valencia-Portbou, y el Eje Transversal, que potencie las comunicaciones con Portugal, desde Lisboa a Madrid, y con el puerto de Valencia (y su conexión con el Corredor Mediterráneo). Igualmente, se debería empezar a estudiar la necesidad de construir un túnel para comunicarnos con el Norte de África, dada la enorme importancia comercial futura vinculada con el desarrollo de los países árabes.

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