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Carmelo Jordá

Ábalos, the Peacemaker

Qué talento se está perdiendo la ONU.

El Gobierno se ha enrocado en lo de asegurar que José Luis Ábalos evitó una crisis diplomática –¡o varias!– gracias a su presencia con nocturnidad y coche privado en el Aeropuerto de Barajas y a no-reunirse durante una media hora con Delcy Rodríguez, la vicepresidenta de una dictadura sanguinaria y relacionada con el narco.

Desde mi punto de vista, este asunto hay que verlo en diferentes niveles, y ninguno de ellos es bueno para el Gobierno. El primero, no necesariamente en orden de importancia, es la catarata de mentiras que nos están regalando, empezando por el propio Ábalos, que ha ido cambiando de versión cada doce horas, hasta que por fin le han hecho callar.

No voy a decir que me sorprenda que desde un Gobierno presidido por Pedro Sánchez intenten colarnos trolas, puesto que el propio Sánchez es en sí mismo una trola andante; pero el descaro y la torpeza con que se ha conducido Ábalos y la chulería que han exhibido éste y otros miembros del Gabinete han sido todo un espectáculo.

Más significativa me parece la tremenda chapucería: ¿cómo es que el ministro de Transportes, Movilidad y nosequé anda por los aeropuertos resolviendo crisis diplomáticas o haciendo o dejando de hacer el trabajo de la policía de fronteras? ¿Para qué están los Ministerios de Interior y Exteriores? Todo es caos e improvisación, características que hasta ahora tampoco han sido ajenas a los Gobiernos de Sánchez, dicho sea de paso.

Incluso peor que la chapucería es la sensación de ejército de Pancho Villa que está dando este Ejecutivo en el que un vicepresidente pacta unas reuniones que luego no se producen no se sabe muy bien por qué, mientras un ministro inesperado aparece en el aeropuerto para gestionar una no-reunión tampoco se sabe muy bien por qué.

Un descontrol y una cutrez donde todo indica que se han saltado las normas de la Unión Europea, como bien ha explicado Miguel Ángel Pérez en Libertad Digital, no se sabe si por desconocimiento o por algún interés espurio que, por supuesto, no se nos ha revelado,

Pero lo peor de todo es el hecho de que nos pueda parecer normal que un ministro –o un vicepresidente o un presidente– del Gobierno de España se reúna con la vicepresidenta –o con un ministro, por muy amigo que sea– de una narcodictadura. Y no me digan que es lo normal porque hay relaciones diplomáticas, porque esas se mantienen entre diplomáticos, de ahí su nombre, y no entre políticos.

Hasta ahora sabíamos de la vergonzosa vinculación de Podemos con ese régimen criminal; a partir de esta exitosa gestión de Ábalos tenemos serias sospechas de que el PSOE también las tiene o las ha tenido o las quiere tener, y que para eso mandaron al aeropuerto de madrugada a Ábalos, el único ministro del mundo capaz de solucionar una crisis diplomática sin reunirse con nadie. The Peacemaker, vamos, qué talento se está perdiendo la ONU.

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