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Carmelo Jordá

¿Inocentes?

Creo que los que jalean desde la comodidad de la moqueta son mucho peores que los mamarrachos que tiran adoquines en la calle.

Creo que los que jalean desde la comodidad de la moqueta son mucho peores que los mamarrachos que tiran adoquines en la calle.
Pablo Iglesias, Irene Montero, Pablo Echenique. | EFE

Imagine sólo por un momento, querido lector, que usted acudiese a una manifestación o una concentración convocadas, un suponer, por Vox o por la unión de cofradías de Semana Santa de su ciudad. 

Acompáñeme un poco más en este ejercicio de ficción y véase a sí mismo en esa ficticia movilización, en un ambiente "pacífico y festivo", como suele decirse tanto en las crónicas periodísticas, coreando eslóganes, acompañado de sus conciudadanos y disfrutando de una tarde tranquila y reivindicativa, que también son palabras muy del gusto de mis colegas.

Ahora piense que a partir de cierto momento usted empieza a darse cuenta de que le está rodeando gente un poco más rara, que de repente el ambiente ya no es pacífico, dista mucho de ser festivo y la tarde ya no pinta tan tranquila. Poco después llegan la violencia, las pedradas, los contenedores incendiados, los escaparates rotos y, finalmente, las cargas policiales.

Por último, le prometo que es la última vez que se lo pido, imagine que el mismo partido o la misma unión de cofradías que han convocado la primera marcha le piden al día siguiente volver a la calle a disfrutar de otra tarde reivindicativa y, encima, lo hacen sin haber condenado las salvajadas del día anterior sino, al contrario, mostrando toda la compresión con los saqueadores y delincuentes. 

Y tras este ejercicio les hago una pregunta: ¿acudiría usted a la llamada? ¿Volvería a participar en una movilización que ha acabado en un vandalismo desatado, en la destrucción de bienes públicos y privados y en agentes de policía heridos? Las preguntas son retóricas, por supuesto: no lo haría como no lo haría yo mismo. De hecho la mayoría de ustedes, queridos lectores, habría eludido la primera movilización si supiese que en lugar de Vox y las cofradías la hubiesen convocado organizaciones o partidos con un largo historial de violencia callejera, que aquí casi todos nos conocemos y a la hora de salir a la calle hay que informarse un poco.

Les digo todo esto porque puedo admitir, aunque un poco me cuesta, que la primera noche que se convocaron movilizaciones por la libertad del delincuente Hasél alguna gente acudiese con la mejor voluntad y creyendo realmente que se trataba de defender la libertad de expresión. Pero a partir de ahí no puede haber nadie tan inocente: todos los que han salido a la calle en los últimos días sabían perfectamente a lo que iban. Son malos, pero no tan tontos.

Así que cuando oigan a periodistas y políticos pedir que "no se criminalice" a los "manifestantes pacíficos" y "la protesta" –ese comportamiento falaz que tan bien ha retratado aquí mismo Cristina Losada– recuerden que, en caso de que en algún momento los hubiera, los inocentes se largaron el primer día y los que muestran tanta simpatía y comprensión no defienden ni a ciudadanos pacíficos ni los derechos de nadie, defienden a los delincuentes porque son de los suyos. Escoria, sí, pero su escoria. 

Pues les voy a decir una cosa: puestos a considerar a alguien gentuza, yo creo que los que jalean desde la comodidad de la moqueta son mucho peores que los mamarrachos que tiran adoquines en la calle. Y no sólo son más despreciables: también son mucho más peligrosos.

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