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Carmelo Jordá

Pero ¿no éramos todos fachas?

La pregunta es obvia: ¿mentían antes o mienten ahora? La respuesta, también: antes, ahora y en el futuro, mienten siempre.

Desde el domingo por la noche no se oye otra cosa que llanto y crujir de dientes por la dramática llegada del fascismo a las instituciones. La vieja prensa socialdemócrata hoy podemita, las televisiones gorilescas, los partidos casi todos… Todo el mundo anda de acá para allá, corriendo desesperados, lanzando cenizas y preparándose para enterrar el fascismo, que no sé yo qué manía con que Sevilla o Cádiz sean la tumba del fascismo si al mismo tiempo quieren sacar al franquismo de la suya, poco coherentes os veo, chatos.

España toda –bueno, mejor dicho, en realidad una fracción bastante reducida pero muy visible– está en un estado tal de consternación que me recuerda a aquel sketch de Los Simpson en el que el presentador de las noticias le pregunta a un experto: "¿Ya es momento de dejarse llevar por el pánico?"; y este responde: "Pues sí".

A mí todo este dramatismo me causa una doble o hasta triple perplejidad, vamos, que no he entrado en pánico como el experto de Springfield, pero estoy a punto de entrar en shock.

En primer lugar, porque veo gritando a los cuatro vientos lo malo malísimo que es VOX al mismo Gobierno que hasta el pasado viernes estuvo, conscientemente, dando bola a los de Santiago Abascal como un plan premeditado para desgastar a sus rivales en la derecha. Una operación muy similar a la que el Gobierno de Rajoy hizo con Podemos y a las que otros partidos socialistas hicieron en su día con otros partidos de la derecha radical o alternativa, como le gusta llamarse a sí misma. Que Rajoy esté ahora en el Registro y alguno de esos partidos prácticamente se haya convertido en una fuerza extraparlamentaria no parece haber sido motivo de reflexión para la brillante mente estratégica de Pedro Sánchez, igual es que entre tantos viajes no tuvo tiempo de pensar bien la cosa entre que bajaba del Falcon y se subía al helicóptero.

La segunda sorpresa viene del hecho de que los mismos que ahora van por la calle con una ristra de ajos por si se cruzan con un posible votante de VOX no tienen mayor problema en pactar con Rufián, negociar los Presupuestos en la cárcel, reunirse con Otegui o colgar posters de Lenin en el cuarto, que hay que joderse con los demócratas moderados.

Pero lo que me tiene completamente loco es que los mismos que se lanzan a la calle –y a los medios– a señalar que ha llegado el fascismo llevan años llamando facha a todo quisque. ¿Que comes carne? ¡Facha! ¿Que tienes una bandera de España? ¡Facha! ¿Que no crees que haya que prohibir los toros y perseguir penalmente a los toreros? ¡Facha! ¿Que crees en el libre mercado? ¡Facha! ¿Que piensas que Cataluña no debe independizarse ni convertirse en una república islámica? ¡Facha! ¿Que Maduro te da asco? ¡Facha y de los gordos!

El PP era facha, Ciudadanos era facha, hasta el PSC ha sido facha en alguna ocasión, por no hablar de Libres e Iguales y Basta Ya, que eran fachorrísimas; o Fernando Savater, Serrat y hasta Cervantes, que me pongo a hacer la lista y no acabo.

Y ahora resulta que no, que los fachas acaban de llegar y el coletaducator decreta la "alerta antifascista". La pregunta es obvia: ¿mentían antes o mienten ahora? La respuesta, también: antes, ahora y en el futuro, mienten siempre.

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