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David Vinuesa

Felipe, el mejor ejemplo para no crucificar antes de tiempo al Atlético de Simeone

El conjunto rojiblanco gana aunque esté lejos de su mejor versión.

El conjunto rojiblanco gana aunque esté lejos de su mejor versión.
Felipe, el mejor ejemplo para no crucificar al nuevo Atlético de Simeone. | EFE

Coincidimos todos en que el Atlético de Madrid, hasta la fecha, está bastante lejos de su mejor versión. Lejos o, como mínimo, solo cerca de la misma en momentos puntuales del curso como la primera parte ante Villarreal y Barcelona, el partido ante el Betis, los 90 minutos sin descuento en Mestalla o el fútbol ofensivo desatado que se pudo ver hasta la roja a Griezmann en el partido frente al Liverpool. ¿Qué resultados acumula el Atlético estando lejos de su mejor versión? Ser cuarto en Liga a cuatro puntos del Real Madrid, depender de sí mismo en Champions para estar en octavos y a la espera de ver qué ocurre en Copa y Supercopa. Visto lo visto, nada mal para lo mal que se está jugando muchas veces.

Lógicamente se esperaba muchísimo más de un Atlético con un arsenal ofensivo difícil de igualar por parte de cualquier otro equipo. Solo el Real Madrid le puede igualar en este sentido. Sin embargo, el cuadro de Simeone, que aún sigue perdido en su reformulación ofensiva del equipo, vive atascado y angustiado. Gana, pero lo hace con el motor dando tirones. Ante Osasuna se vio otro claro ejemplo de ello: gol de Felipe en el 87, mal partido y victoria agónica. Visto así y tirando de las famosas inercias, el aficionado del Atlético podría pensar que el futuro es más oscuro que claro. Tiene motivos para pensar en negativo viendo primeras partes recurrentes como la exhibida nuevamente ante Osasuna, sin embargo, el Wanda Metropolitano también puede mirar hacia el futuro con optimismo, según mi punto de vista.

Este Atlético se pierde todos los días, pero acaba llegando a casa. Da vueltas a la manzana de la urbanización con su coche de alta gama lleno de nuevas prestaciones, hay árboles que le suenan, está convencido de que va bien, pero cuando parece que ha llegado al portal, mira el número y no es el suyo. Pone el GPS, tampoco le funciona porque la conexión falla y, con un enfado importante, tiene que seguir dando vueltas y más vueltas hasta que, tarde y cansado, acaba llegando a casa. ¿Cómo puede ser que con un cochazo lleno de tecnología te pierdas? Eso se pregunta el aficionado rojiblanco. Y encima el Atlético está perdiendo mucho tiempo respecto a otros como el Real Madrid que a los 20 minutos de salir ya están en casa y además con una mantita por encima como la que le puso el Granada este domingo. Pero, pese a todo, el Atlético acaba llegando a casa. De momento, créanme, eso es lo más importante.

Simeone, como conductor del coche es el que más perdido está con su nuevo bólido y, por supuesto, el que más responsabilidad tiene para llevar al resto a casa. Está probando de todo y ojo, por momentos ha logrado hacerse con los mandos para tener viajes cómodos, sencillos y con tiempo suficiente para disfrutar de las vistas y del cochazo que lleva. Lo que pasa es que nunca termina de encontrar regularidad. Ni siquiera logra tranquilidad, porque este Atlético muestra síntomas de estar, a veces, hasta los osos y los madroños de que todo sea siempre tan complicado. Si ante el Valencia no se hubiera tirado un gran partido con un descuento infame a nivel defensivo, los rojiblancos habrían tenido un parón más o menos tranquilo en Liga con el 3-0 ante el Betis y el 1-3 frente al Valencia. No fue así y ante Osasuna, equipo experto en desesperar rivales jugando lícitamente a no perder, el Atlético se volvió a mostrar hastiado de encontrar, otra vez más, un partido con la anilla de la lata rota.

Ojo, los rivales también tienen mucho que ver en esto. No menospreciemos a los equipos y entrenadores que ponen mucho de su parte para atascar aún más a un equipo de por sí atascado. Al equipo de Simeone muy pocos equipos le entregan las llaves de su ciudad a las primeras de cambio. De hecho, Betis y Barcelona son los únicos que tuvieron un mal día. El resto, incluyendo los partidos de la recta final del año pasado, firman partidos ordenados y casi perfectos a nivel defensivo. Lo hacen en Madrid y también en sus respectivos estadios, porque dicen que el Atlético está teniendo suerte con los goles agónicos, pero para mí una fortuna mayor sería recibir los regalos que se ven en otros partidos y las flojas versiones de los oponentes que, hasta la fecha, nunca se aprecian en los duelos frente al equipo de Simeone. Eso, para mí, es ser más afortunado, porque lo primero te lo trabajas y lo segundo, a veces, te lo ponen en bandeja.

Viendo este panorama, el Atlético, como dije en su día, tiene que saber manejar la presión. Excusas, ninguna. Si tienes un Ferrari, no te puedes quejar de que tenga muchas prestaciones. Lo que tienen y deben hacer es resistir en este inicio dubitativo porque, salvo sorpresa, los equipos tan buenos acaban, por la inercia lógica de su calidad, jugando bien y ganando con contundencia. Pasarán o no por malas rachas. Estarán más o menos engrasados. Les costará empezar más o menos tiempo. Pero en algún momento y no me cabe duda viendo la calidad de la plantilla y la de su entrenador, este Atlético dará con la tecla. Y ojo al día que este Atlético dé con la tecla, domine todas las prestaciones de su nuevo coche y pueda llegar a casa sin apenas prestarle atención a la carretera.

La temporada es muy larga, señoras y señores. Muy larga. El año pasado la primera vuelta de sus rivales fue mala y la del Atlético perfecta. Todo se dio la vuelta en la segunda. ¿Cuál fue la diferencia? Que el Atlético no está perdiendo tantos puntos como sus rivales el año pasado. Está arriba. Perdido, sí, pero está muy cerca de casa. Por eso, antes de masacrar equipos o jugadores, yo echaría, por si acaso, un poco de paciencia en el maletero. Miren a Felipe. Tras la roja en Anfield luce estigmas en sus manos y pies después de ser crucificado. El sábado, resucitó dando la victoria a su equipo con un gran gol y siendo el mejor de la defensa. Como al Atlético y a Simeone les dé por dar con la tecla... Dejen las cruces en el suelo, por si acaso, no vaya a ser que luego haya que devolverlas a la cueva.

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