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David Vinuesa

¿Y si ser tan del Atleti sea quizá quedarse en el Atleti?

Thomas y Morata han dado muestras de sentimiento rojiblanco en las últimas semanas a pesar de haber salido del equipo este verano.

Thomas y Morata han dado muestras de sentimiento rojiblanco en las últimas semanas a pesar de haber salido del equipo este verano.
Morata celebra un gol con el Atlético de Madrid. | Archivo

Si alguien espera que en estas líneas se ponga en duda el sentimiento rojiblanco de Thomas Partey o de Álvaro Morata ha errado en su pronóstico. Aquí no se van a repartir carnets del Atlético de Madrid porque, independientemente de los actos que uno realice durante su vida o durante su carrera deportiva, cada uno vive el sentimiento por su equipo de la manera en la que lo cree oportuno. Además, este Atlético y los que mandan desde los despachos suelen invitar a salir a sus jugadores para luego decir que no pudieron hacer nada. Pero en esta columna sí se va a analizar una manera de vivir el Atlético que en la modesta opinión de un servidor tiene más mérito. No es mejor ni peor, pero como mínimo cuesta más mantener esta actitud que la otra. 

"No me habléis de resistir. Es mi Atleti de Madrid. No me vengan con lamentos. Hablo de sobrevivir", reza el último himno popular que Leiva y Joaquín Sabina le han dedicado al conjunto rojiblanco. Y la verdad es que esta estrofa tiene un ADN atlético muy marcado. Una de las señas de identidad del club no es ser un pupas, como se suele decir, sino resistir y levantarse cuando ese pupas aparece. En resumen, tragar mucho barro y mucha sangre por tu equipo. 

Hay seguidores del Atlético de Madrid a los que les duele poner un resultado contrario a su equipo en la quiniela a pesar de que sepan que así nunca van a hacerse millonarios. También los hay que juegan un partido en el FIFA contra su Atlético y hacen una mueca incómoda cuando le marcan un gol aunque sea algo irreal. Y por supuesto hay mucha gente que durante su vida prioriza sus colores a otras cosas que serían más fáciles y que les darían quizá un mayor número de satisfacciones. ¿Son mejores que otros seguidores? No necesariamente, pero seamos sinceros, mérito tienen. 

En resumen, se puede ser del Atleti y quejarte del VAR desde Londres como hizo Thomas o decir que lo eres después de irte al 2º año porque no eres titular fijo como dice Morata, pero lo siento, yo me fío más del que traga sangre y barro antes de irse del Atleti o del que, directamente, no se va nunca. A veces se nos olvida que dentro de todas las opciones que hay existe una que es no marcharte del equipo del que eres seguidor. Y si los de arriba te obligan, cosa que ha pasado varias veces en el Atlético, y tú crees que es injusto, sal y dile a tu afición que te están obligando a irte. Thomas, por ejemplo, no abrió la boca hasta que se fue el último día de mercado. ¿El Atlético le puso el lazo con una cláusula de risa de 50 millones? Sí, pero si tanto te ofende ese precio sobre tu cabeza, sin extremismos, sal y dile a tu gente que estás deseando una oferta razonable para quedarte. Si callas siete meses mientras habla tu padre, tu agente e incluso tu asesor de imagen... algo falla en la Party, Partey. 

En el caso de Morata, le defiendo futbolísticamente aunque me lleve palos y no voy a decir que mienta al llamarse "atlético", pero creo que la base principal de ser del Atleti es resistir cuando estás en el barro. Marcharse al 2º año porque no eres siempre titular no es resistir a ultranza en tu Atleti. El mejor ejemplo de lo que es la resistencia por el Atleti lo dio Fernando Torres, que se tragó los peores años de la historia rojiblanca. Pudo irse cada verano durante seis años y se quedó tragando sangre y barro en un equipo que no tocaba ni siquiera la Europa League. Y el Niño se fue cuando vio que el equipo se estancaba con su proyecto y tras comerse un 0-6 en el Calderón ante el Barcelona. Hay maneras y maneras. 

Habría que ponerse en la piel de un futbolista profesional, está claro, pero sinceramente creo que a un seguidor tan enamorado de su Atlético de Madrid le costaría horrores tomar la decisión de irse del equipo en el que ha querido jugar toda la vida. Al menos tragaría mucho barro antes o pondría el grito en el cielo antes de irse. ¿Eso no lo hace nadie? Bueno, lo hizo Arteche. Le despidieron del Atlético y al día siguiente estaba en el Vicente Calderón con su abono para decir lo que había pasado con talante y educación. Lo dicho, seré un antiguo porque ¿y si ser tan del Atleti sea quizá quedarse en el Atleti?

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