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EDITORIAL

10-N: una inesperada oportunidad

Inesperadamente, este 10N se ha convertido en una oportunidad que sería una verdadera lástima que España no aprovechase.

Nada parecía indicarlo hace sólo un par de meses, cuando era evidente que iba a haber nuevas elecciones y parecía que serían un paseo militar para Pedro Sánchez y los suyos, pero finalmente este 10N se ha convertido en una oportunidad que sería una verdadera lástima que España no aprovechase.

El presidente en funciones y sus consejeros áulicos habían diseñado una estrategia que les tendría que llevar por encima de los 140 escaños y a un gobierno en minoría pero relativamente confortable. Sin embargo, la realidad que señalan la mayor parte de los sondeos es que es posible que se quede por debajo de los 123 que tuvo en abril y con aún menos posibilidades -y estas políticamente muy dolorosas- de formar gobierno.

Es evidente el nerviosismo de Pedro Sánchez y del PSOE: los errores de esta última semana de campaña han sido importantes y la catarata de actos de este viernes -tres mítines y tres entrevistas en sólo un día- muestran a las claras que están intentando apurar hasta el último voto -a pesar del evidente riesgo que implica tanta exposición- y lograr una movilización de su electorado que parece no llegar.

Así, tras el duro resultado del 28A, que ya empezó a mejorarse en las elecciones municipales y autonómicas de un mes después, el centro derecha llega a estos comicios con una oportunidad inesperada, que sería lamentable no aprovechar: la suma de sus tres partidos puede superar a la de PSOE, Unidas Podemos y Más País y, aunque es muy complicado que lleguen a formar gobierno, esa superioridad en el Congreso -que podría ser muy significativa en el Senado- sería un varapalo durísimo para Sánchez.

Durísimo pero más que merecido: probablemente en toda la historia de nuestra democracia no ha habido ningún político que reúna semejantes dosis de incapacidad en la gestión, oportunismo y falta de escrúpulos. Pedro Sánchez es un peligro para este país porque ni sabe ni dispone de un equipo medianamente solvente, porque es capaz de cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder y sobre todo porque, como ya ha demostrado y no ha sido capaz de desmentir durante esta campaña, está dispuesto a contar con todos los enemigos de España y al precio que sea con tal de mantenerse en el Falcon.

De hecho, Sánchez está dando en los últimos días inmejorables pruebas de esta falta de respeto a las normas: sus afirmaciones sobre la Fiscalía y su dependencia del Gobierno; el uso de Moncloa para su campaña una y otra vez; o, muy especialmente, su infame campaña para utilizar, una vez más, el miedo a Vox como ariete con el que movilizar a su electorado.

Un miedo basado, por supuesto, en falsas acusaciones de fascismo y franquismo que se han esparcido con la ayuda de unos medios de comunicación sumisos al poder como nunca y que, al menos por el momento, parecen haber resultado contraproducentes: todo indica que Vox logrará un resultado histórico que puede contribuir a esa derrota de Pedro Sánchez.

Con este panorama el votante de centro derecha debe ser consciente de su responsabilidad y acudir al colegio electoral. Cada uno que decida si vota al PP, a Vox o a Ciudadanos en virtud de sus convicciones, de lo que estime que es más conveniente o de las expectativas de cada partido en su circunscripción, pero que no dejen de aprovechar esta inesperada oportunidad de cerrar el paso a Pedro Sánchez, porque el socialista y sus pactos son un peligro para España.

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