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EDITORIAL

El amigo asturiano

En mayo pasado, Asturias votó por un cambio que el PP y el PSOE han bloqueado. Será instructivo escuchar al señor Rajoy promover para los andaluces lo que su partido ha negado a los asturianos

El presidente tenía un examen electoral para sus cien primeros días de Gobierno y ahora tendrá dos. Tenía una cautelosa rutina de anteproyectos y anuncios reformistas y tendrá una debocada Cuaresma en Covadonga. Tenía un adversario en Andalucía, el PSOE, y tendrá un amigo asturiano, el PSOE. 

Tenía una apuesta a ganador y colocado, Javier Arenas, y recibirá la bola extra de un dolor de cabeza, Francisco Álvarez Cascos. Su anuncio de que habrá elecciones en el Principado el mismo día que en Andalucía ha sorprendido al señor Rajoy en Bruselas, atendiendo el frente económico de sus preocupaciones y largando por el micrófono indiscreto sus perezas. 

La reforma laboral, menudo coñazo.

Todo un resumen de su desubicación ante la entrada estelar del señor Cascos en el parto irritable del cambio andaluz, llevando pruebas de que el niño es ilegítimo y hasta prematuro, y de que PP y PSOE se encaman en Asturias por el mero vicio de que no cambie nada o por la vileza mediocre de impedir al señor Cascos cambiarlo.

El adelanto electoral en Asturias retratará al PP con el PSOE como el amigo asturiano para el lado oscuro del señor Rajoy. Un rol que recuerda al de Tom Ripley corrompiendo al honrado carpintero de El amigo americano de la señora Patricia Highsmith. Si algo tiene la política de casino de pueblo que se despacha en la España canovista del siglo XXI, es que todo es íntegro y podrido como el fastuoso marco apolillado de un cuadro antiguo. El señor Cascos, al que tantas objeciones cabe hacerle por su regionalismo mastuerzo, ha tenido la audacia de meter el dedo en el pastel de carcoma y darlo a chupar a los electores.

En mayo pasado, Asturias votó por un cambio que el PP y el PSOE han bloqueado. Será intructivo escuchar al señor Rajoy promover para los andaluces lo que su partido ha negado a los asturianos; entretenido verle denunciar los treinta años de socialismo en Andalucía mientras abraza los treinta de socialismo en Asturias; clarificador que el corrupto rival andaluz sea el corruptor amigo asturiano.

"Una feliz coincidencia", dijo a los oyentes del programa En casa de Herrero el señor Cascos, en uno de sus días más audaces.

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