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EDITORIAL

El refugio de Rajoy

El PP ha dejado de ser un partido ilusionante de masas para convertirse en el refugio de la camarilla más mediocre de la historia reciente.

La comparecencia del presidente del Gobierno para explicar el sonado batacazo electoral de su partido no arrojó la menor sorpresa. "No me voy a refugiar en ser el partido más votado", dijo Rajoy al comienzo de su intervención, para acto seguido refugiarse en la aritmética. Así, explicó que el PP ha ganado en porcentaje de votos en las municipales, que ha sido el partido que más mayorías absolutas y simples ha conseguido y que ha sacado dos puntos de ventaja y 450.000 votos al PSOE, su inmediato perseguidor.

Mariano Rajoy insistió varias veces a lo largo de su intervención en que el PP, pese a las condiciones adversas, sigue siendo la primera fuerza política de España. Nada dijo de su abrumadora pérdida de poder autonómico y municipal, de que se va a ver obligado a pasar a la oposición en la mayoría de las comunidades autónomas y los ayuntamientos importantes, en cambio sí tuvo palabras para la comparación con el PSOE, también con un mal resultado en porcentaje de votos a pesar de no haber sufrido el desgaste de estar en el Gobierno.

Sin embargo, los socialistas mantienen sus feudos y recuperarán previsiblemente otros, como las autonomías de Extremadura, Castilla-La Mancha o Valencia, en las que los acuerdo entre fuerzas de izquierda expulsarán del poder a los populares, que no tienen capacidad para ahormar una respuesta con alianzas puntuales con partidos como Ciudadanos. Desde el punto de vista de la ganancia o pérdida de poder político, que es lo que verdaderamente se dirime en unas elecciones, no cabe duda de que el PSOE sale mucho mejor parado que el PP, a pesar del varapalo recibido por los socialistas en los plazas como Barcelona o Madrid.

La tesis del presidente del Gobierno, coherente con su discurso de campaña, es que la necesidad de adoptar medidas impopulares a consecuencia de la crisis y la falta de tiempo para explicarlas han hecho que el PP pierda una parte importante del apoyo que obtuvo en 2011. Por tanto, los votantes del Partido Popular que se sienten traicionados por el Gobierno de Rajoy están cometiendo un error de juicio que, sin duda, subsanarán en las próximas elecciones generales. Para contribuir a ello, el presidente del Gobierno y del PP ha decidido que los populares harán ciertos cambios en su estrategia de comunicación, para estar "más próximos, más cercanos y comunicar más a los españoles". Con esas rectificaciones cosméticas y el liderazgo de Rajoy, el PP acudirá a las elecciones generales previstas para finales de año con la esperanza de renovar la mayoría absoluta de 2011.

En pocas ocasiones se ha podido ver a un político más alejado de la realidad.

Rajoy, por supuesto, tiene previsto ser el candidato de su partido a la Presidencia del Gobierno. Él se siente "cómodo", y su partido, al parecer, también. Ajeno a cualquier posibilidad de autocrítica, el presidente del Gobierno blasonó de su presencia constante en la campaña electoral, argumento que, a la vista de los resultados, debería mover a la consternación más que al optimismo. Pero Rajoy ha ligado el destino de su partido al suyo propio pase lo que pase y ni siquiera la catástrofe fehaciente de estas elecciones le va a hacer cambiar de opinión.

De la mano de Rajoy y sus más estrechos colaboradores, el PP ha dejado de ser un proyecto ilusionante de masas para convertirse en el refugio del equipo de dirigentes más lamentable que ha tenido la derecha española en la historia democrática.

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