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EDITORIAL

El sanchismo arrasa al PSOE

Sánchez dio ayer el último paso para rendir al PSOE a sus pies y convertirlo en un apéndice estéril destinado a aplaudir sus medidas.

Sánchez dio ayer el último paso para rendir al PSOE a sus pies y convertirlo en un apéndice estéril destinado a aplaudir sus medidas.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Comité Federal extraordinario del PSOE que se celebra este sábado. | EFE

El tremendo batacazo que supuso para el PSOE el resultado de las pasadas elecciones andaluzas se ha traducido en una purga de los principales cuadros del partido para afrontar lo que queda de legislatura. Si la derrota aplastante de los socialistas el pasado 4 de mayo en las elecciones autonómicas madrileñas supuso la ejecución política de Iván Redondo, en esta ocasión la sacrificada ha sido Adriana Lastra, que ha dejado la secretaría de organización del partido minutos antes de que Sánchez la destituyera. El presidente del Gobierno, como siempre, no se siente interpelado por el rechazo apabullante de los ciudadanos a su gestión y sigue ajustando cuentas internas para atribuir a otros la culpa de unos fracasos de los que él es el principal responsable.

Diez escasos meses le ha durado a Sánchez la Ejecutiva diseñada en el último congreso ordinario de los socialistas, el tiempo necesario para que el PSOE encajara dos durísimos batacazos electorales en Madrid y Andalucía. Acuciado por unas encuestas que vaticinan una debacle aún mayor en las próximas generales, Sánchez no solo ha cambiado los cromos de su partido, sino que lo ha puesto a su servicio exclusivo introduciendo cambios orgánicos que dejan al aparato socialista sin posibilidad de influir en las decisiones del Gobierno.

Ese es el sentido del comité creado al margen de la estructura del PSOE que, en la práctica, anula las funciones del partido al dejar en manos de los cargos de confianza de Sánchez la coordinación entre partido y Gobierno. Este nuevo núcleo duro del PSOE, integrado exclusivamente por ministros y altos cargos elegidos por Sánchez, zanjará cualquier eventual discrepancia sin posibilidad de réplica por los cuadros organizativos del partido. Los sanchistas empotrados en esta nueva cúpula del PSOE llevarán a cabo una labor de esterilización preventiva muy necesaria ante la fuerte marea interna que, sin duda, tendrá lugar tras los resultados de las elecciones autonómicas y municipales del año próximo, una cita a la que los barones socialistas concurren con los ánimos por los suelos.

Las palabras de Sánchez en la reunión de la Ejecutiva convocada este pasado fin de semana para dar a conocer sus últimas decisiones organizativas fueron, por otra parte, un nuevo alarde obsesivo de radicalismo verde del personaje, dispuesto a imponer a la sociedad española a toda costa una agenda delirante más propias de grupúsculos extremistas que de un partido con responsabilidades de Gobierno.

Sánchez dio ayer el que tal vez sea el último paso para rendir al PSOE a sus pies y convertirlo en un apéndice estéril destinado a aplaudir sus medidas, cada vez más alejadas de la realidad que sufren los ciudadanos. Al eliminar cualquier posibilidad de contestación interna, los socialistas han decidido unir su destino al de Sánchez y convertirse simplemente en sanchistas, un espectáculo de degradación colectiva que recibirá el año próximo en las urnas la respuesta de sus votantes tradicionales.

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