Menú
EDITORIAL

Entre la decepción y el alivio

La constatación de este fracaso sin paliativos debería llevar a las autoridades madrileñas a ponderar adecuadamente su empecinada aventura olímpica

Los Juegos de la XXXII Olimpiada se celebrarán finalmente en Tokio, al haber sido la capital japonesa la elegida en la votación final del Comité Olímpico Internacional, imponiéndose por 60 votos a 36 a Estambul. La suerte de la candidatura madrileña ha sido la peor posible al ser superada por la ciudad turca en una votación de desempate, quedando sólo Estambul y Tokio para la votación final en la que acabó imponiéndose la capital nipona.

Se trata de un nuevo varapalo para Madrid, el tercero consecutivo tras los fracasos de Singapur en 2005 y Copenhague en 2009, cuando el COI decidió que los Juegos Olímpicos fueran a Londres (2012) y Río de Janeiro (2016) respectivamente. Ayer se consumó una nueva derrota, cuyas dimensiones deberían hacer reflexionar a los responsables del consistorio madrileño sobre la conveniencia de seguir insistiendo en un proyecto que, por tres veces consecutivas, ha sido desechado por las autoridades olímpicas.

De nada vale ahora intentar salvar el expediente atribuyendo este nuevo descalabro al peculiar funcionamiento del Comité Olímpico. De sobra es conocida la corrupción que impera en las estructuras del COI y la facilidad de sus miembros con derecho a voto para decantarse por una u otra candidatura en función de intereses que nada tienen que ver con la solvencia organizativa. Pero esas eran las reglas y como tales se aceptaron cuando se comenzó esta aventura de derroche, iniciada por la megalomanía de Gallardón y aumentada por su sucesora a pesar de las penurias por las que atraviesa el Consistorio capitalino.

Los responsables de este desastre olímpico hay que buscarlos entre los dirigentes de la candidatura madrileña y no en organismos internacionales de dudosa rectitud como el COI. Alguien tendrá que asumir las consecuencias de este tercer fracaso consecutivo que no ha servido más que para aumentar el despilfarro estructural a costa del bolsillo de todos los madrileños y para constatar una vez más que el prestigio de España en la escena internacional, por desgracia, sigue siendo irrisorio.

Lamentamos la decepción causada a buena parte de los españoles en general y de madrileños en particular que, fruto de una campaña triunfalista escasamente justificada como hemos visto, han sido llevados a creer que la decisión del COI iba a ser esta vez favorable a nuestros intereses cuando Madrid no ha sido nunca la favorita indiscutible. En el lado positivo es justo reconocer las brillantes intervenciones del Príncipe Felipe y Pau Gasol, durante la presentación de la candidatura, que contrastaron con los pobres, muy pobres, por no emplear otros calificativos, discursos de los políticos.

La constatación de este fracaso sin paliativos debería llevar a las autoridades madrileñas a ponderar adecuadamente su empecinada aventura olímpica, al objeto de no agravar aún más la situación de las finanzas del ayuntamiento ni someter a sus ciudadanos a otro bochorno como el padecido ayer en Buenos Aires.

Temas

En España

    0
    comentarios