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EDITORIAL

Ha llegado el momento

La figura de Don Felipe, su excelente preparación y trayectoria intachable hacen que la posibilidad de la abdicación pueda vivirse hoy con una serenidad muy necesaria en asuntos como éste.

La nueva intervención quirúrgica a la que deberá someterse el Rey en los próximos días pone nuevamente de actualidad el debate en torno a su abdicación. Las operaciones que ha sufrido en los últimos años y sus evidentes problemas de salud cuestionan seriamente su capacidad para cumplir una agenda tan exigente como la del Jefe del Estado. Tan sólo en los últimos tres años, Don Juan Carlos se ha sometido a cinco intervenciones, castigo excesivo para una persona de 75 años y cuyos efectos han sido más que notorios.

El anuncio de este nuevo paso por el quirófano para solucionar una infección en la cadera de la que ya ha sido intervenido en dos ocasiones ha ido acompañado de unas declaraciones del jefe de la Casa del Rey en las que se niega categóricamente la posibilidad de que se haya planteado siquiera dejar el Trono en manos de Don Felipe.

La perspectiva de la sucesión podría suscitar recelos en el caso de que hubiera dudas acerca de la capacidad del heredero para asumir la Jefatura del Estado. Afortunadamente, Don Felipe ha demostrado estar más que a la altura de las obligaciones que implica la titularidad de la Corona, y ha tenido un comportamiento intachable en el terreno privado, algo que también conviene ponderar, dados los recientes escándalos protagonizados por personajes vinculados a la Casa Real. Su intervención en la reunión del comité olímpico celebrada en Buenos Aires defendiendo la candidatura de Madrid fue una demostración añadida de su capacidad para representar a España en la escena internacional.

El destino de la Jefatura del Estado en manos del actual Príncipe de Asturias no parece, pues, un problema. Con esa tranquilidad sobre el futuro de la Corona, resulta innecesario seguir haciendo recaer sobre las muy castigadas espaldas de Don Juan Carlos el peso de semejante responsabilidad. La figura de Don Felipe, su excelente preparación y trayectoria intachable hacen que la posibilidad de la abdicación pueda vivirse hoy con una serenidad muy necesaria en asuntos como éste. Ha llegado el momento.

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