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EDITORIAL

La 'guerra de sueldos' PP-PSOE, una cortina de humo

PP y PSOE pretenden eliminar cualquier sombra de duda sobre unos partidos que parecen moverse con soltura entre el abuso y la impunidad.

El Partido Popular y el PSOE han decidido prolongar el espectáculo que vienen protagonizando en los últimos días a cuenta de los sueldos de sus máximos dirigentes. Comenzó el presidente del Gobierno haciendo públicas sus declaraciones de la renta y patrimonio de los últimos años, con cuya exhibición pretendió conjurar las acusaciones de haber recibido sobresueldos en negro; unos pagos que, en caso de haberse producido, jamás aparecerían en esos documentos fiscales por razones más que obvias. Haciendo de la necesidad virtud, en el Partido Popular exigieron al líder de la oposición que hiciera lo propio con sus finanzas, como si de ello dependiera la honradez de una formación política y de su principal dirigente. Pues bien, con la información facilitada ayer por el secretario general del PSOE acerca de sus finanzas, los españoles por fin sabemos que Rajoy ganaba mucho más en la oposición que en el Gobierno y que Rubalcaba ingresa unos cuatrocientos euros al mes menos que el presidente del Ejecutivo.

No puede negarse que un amplio sector de la sociedad valora estos gestos perfectamente inútiles de los políticos, que utilizan hábilmente para distraer la atención de otras cuestiones de mucha mayor enjundia en este preciso terreno. Porque lo que está en cuestión no es lo que ingresan ahora dos señores que llevan más de treinta años sin bajarse del coche oficial, sino si las estructuras de los principales partidos están corruptas hasta la médula. PP y PSOE están de acuerdo en mantener un sistema de financiación pública de los partidos que hace que la práctica totalidad de lo que gastan éstos, a libre criterio sus juntas directivas, proceda del bolsillo del contribuyente. Por otro lado, no dicen una palabra acerca de la nula democracia interna de los partidos, lo que impide el control exhaustivo de la gestión de los dirigentes por sus afiliados; ni de las listas cerradas y bloqueadas, que alejan a los ciudadanos de sus representantes; ni de la manipulación de la Justicia para enjugar corruptelas ni de la facilidad con que todas las formaciones reciben ingresos ilegales cuando están en el poder.

Con su particular guerra de declaraciones fiscales, PP y PSOE pretenden eliminar cualquier sombra de duda sobre unos partidos que parecen moverse con soltura entre el abuso y la impunidad. Con la ayuda de los medios de comunicación afines, seguirán representando esta ópera bufa ante aquella parte de la sociedad que considera más importante el sueldo de Rubalcaba que su desempeño como ministro del Interior, plagado de sombras, por ejemplo en todo lo relacionado con ETA, y saber lo que gana Rajoy en vez de por qué traiciona éste a sus electores con tanta frecuencia.

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