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EDITORIAL

La viuda de Ordóñez retrata al PP de Rajoy

La gran formación de centro-derecha refundada por Aznar en 1989 está hoy en buena medida al servicio de una camarilla obcecada en no estar a la altura de las circunstancias.

La ceremonia de entrega del Premio Gregorio Ordóñez, concedido este año al ex primer ministro francés Manuel Valls, movilizó a la cúpula del PP ante el fortísimo desgaste que viene sufriendo el partido de Mariano Rajoy en beneficio de Ciudadanos. Allí estuvo la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, encabezando una nutrida delegación popular obsesionada con no ceder el protagonismo político al partido de Albert Rivera, que de manera harto incomprensible decidió delegar su asistencia a un acto de tan profunda carga simbólica.

La viuda del inolvidable Gregorio Ordóñez, ejemplo de resistencia democrática ante la barbarie terrorista y el nacionalismo liberticida y criminógeno, aprovechó la presencia de tantos representantes políticos para recordar a la vicepresidenta algunas cosas esenciales:

¿No creen que ya va siendo hora de poner en su sitio a los nacionalismos, y muy especialmente aquí en Euskadi, donde el relato de lo sucedido se pervierte en favor de los asesinos y sus cómplices? (…) ¿No creen ustedes que hace falta más tensión por parte de este Gobierno, suprimiendo no sólo a corruptos sino también a los herederos de ETA-HB-Bildu de listas y organismos?

En esas preguntas tan pertinentes hay una tremenda acusación contra el Gobierno de Rajoy y el PP, cuyo ninguneo a las víctimas del terrorismo y a lo que representan, unido a su contemporización con las fuerzas separatistas, lo convierten en un triste remedo de lo que fue en tiempos del propio Gregorio Ordóñez. No es de extrañar que se desplome en las encuestas.

Hoy, la reivindicación de libertad debe ser más exigente que nunca. Muy especialmente en Cataluña, pero también en el País Vasco. Allí donde el nacionalismo consentido y mimado de este país utiliza las instituciones del Estado para reivindicar su fantasía y poner la casa patas arriba.

Las palabras de Ana Iríbar cifran la traición de Rajoy a las esencias de su partido y a las ideas que antaño abanderó y que siguen estimulando a tantos de sus votantes, buena parte de los cuales se están volviendo en busca de amparo a Ciudadanos. Y es que la gran formación de centro-derecha refundada por Aznar en 1989 está hoy en buena medida al servicio de una camarilla obcecada en no estar a la altura de las circunstancias.

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