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EDITORIAL

Nueva alerta antifascista, ahora contra Italia

Los mismos que ahora advierten de todo tipo de males son los que aplaudieron en su momento la llegada al Gobierno de España de los ultraizquierdistas.

La victoria del bloque de centroderecha en las elecciones italianas de este pasado domingo ha provocado el pánico en los partidos izquierdistas de todo el continente y sus medios afines. En España, con un Gobierno radical participado por comunistas y con el apoyo de proetarras y separatistas, los aspavientos de sus dirigentes y los grandes medios que los apoyan resultan especialmente ridículos.

De atender a lo que hoy dicen todos ellos, sobre Europa se cierne un cataclismo en forma de amenaza fascista procedente de tierras transalpinas debido a que los italianos, en pleno ejercicio de sus derechos democráticos, han otorgado una victoria aplastante al bloque de centro-derecha liderado por los conservadores de los Hermanos de Italia, que encabeza Giorgia Meloni. Los mismos que ahora advierten de todo tipo de males por la victoria en Italia de un partido conservador son los que aplaudieron en su momento la llegada al Gobierno de España de los ultraizquierdistas bolivarianos de Iglesias y saludaron el surgimiento de una mayoría parlamentaria que se apoya en los partidos más disolventes para la Nación. La credibilidad de todos ellos ha descendido ya a niveles irrisorios, como está quedando demostrado con cada cita electoral.

La victoria de Georgia Meloni en Italia ha hecho saltar por los aires el status quo orquestado por los dirigentes de la Unión Europea, que llevó a la presidencia del Gobierno italiano a dos de sus burócratas más destacados, Monti y Draghi. Ninguno de los dos ha resuelto los problemas más graves que perciben los italianos, como son la inseguridad ciudadana o la avalancha migratoria ilegal. Pero es que, en la economía, supuestamente el punto fuerte de estos gobiernos tecnócratas, Draghi ha dejado Italia con un endeudamiento de casi el 140%, un resultado catastrófico pero consecuente con lo que hizo con la economía europea mientras estuvo al frente del BCE.

El desencanto con los tecnócratas y el rechazo a los programas de los partidos de izquierda, que han competido en propuestas radicales con la ultraizquierda extravagante del Movimiento Cinco Estrellas, han llevado al partido de Meloni a una victoria incontestable que debería convertirla en la próxima presidenta del Gobierno italiano. Sus propuestas económicas a lo largo de la campaña, basadas en las bajadas de impuestos y la liberalización de la economía sin dar cabida a medidas populistas como la de sacar a Italia del Euro que proponía en 2018, han conquistado la confianza mayoritaria de los italianos, por más que eso moleste a la izquierda continental y a la clase política de Bruselas, cuyos aspavientos contra la democracia cuando sus resultados no les convienen definen muy bien el talante de todos ellos.

En el Partido Popular español, convertido en el ala moderada de la socialdemocracia como sus pares europeos, se han recibido los resultados de las elecciones italianas con grandes dosis de reserva, como lo revela el silencio estruendoso de Núñez Feijóo.

Finalmente, el triunfo de los partidos conservadores, antes en Suecia y ahora en Italia, pone también de manifiesto que una mayoría de ciudadanos no quiere ver arruinadas sus vidas actuales por un albur acientífico como el Cambio Climático ni su futuro destruido con planes aberrantes como la agenda 2030, dos elementos nucleares del programa común a todos los partidos del cotarro centroizquierdista en el que tan cómodo se siente el Partido Popular español.

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