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EDITORIAL

Sánchez destroza al PSOE

Es evidente que la victoria arrolladora de Díaz Ayuso, como valladar liberal frente al socialismo, está detrás de este despegue electoral del PP.

Las últimas encuestas reflejan la fuerte caída del PSOE y un crecimiento progresivo del centro-derecha, tendencia que se ha intensificado muy especialmente tras las elecciones madrileñas del pasado cuatro de mayo. El último de estos estudios sitúa al PP como la fuerza más votada a larga distancia del PSOE, que quedaría 4,5 puntos y 32 escaños por debajo de los populares. El buen resultado de VOX, que mantendría sus actuales diputados, permitiría a Casado formar Gobierno holgadamente y afrontar una legislatura con amplia mayoría liberal-conservadora en el Congreso de los Diputados.

A esta cómoda mayoría del centro-derecha contribuiría el hundimiento definitivo de Ciudadanos, en abierta descomposición desde que Arrimadas decidió unirse a los socialistas para acabar con los gobiernos de coalición con el PP, que prácticamente desaparecerá de la escena política nacional tras las próximas elecciones generales.

Es evidente que la victoria arrolladora de Díaz Ayuso está detrás de este despegue electoral del PP, cuya imagen como valladar liberal frente al socialismo ha salido enormemente reforzada a pesar de la política delicuescente que Casado ha querido imprimir a su partido como principal seña de identidad. La campaña de Ayuso enfrentándose prácticamente en solitario a las traiciones socialpodemitas desde el propio Gobierno, sin componendas ni apaños, y su franqueza al situar a VOX como una fuerza respetable con la que es necesario contar (dos ideas-fuerza que enmiendan las principales estrategias de Pablo Casado y Teodoro García), se ha traducido en una victoria espectacular que sienta unos sólidos cimientos para la llegada del PP al Gobierno de la Nación.

El PSOE se desploma por la calamitosa gestión de la pandemia y, sobre todo, por la imagen penosa de un Pedro Sánchez cada vez más despreciado por el votante medio. No solo se trata de la abrumadora incapacidad demostrada por su Gobierno durante la crisis del COVID-19, con el coste de más de cien mil muertos, sino del entreguismo constante de Sánchez ante sus socios parlamentarios, que ha convertido al PSOE en un partido que mendiga vergonzosamente sus apoyos a los separatistas, radicales y proetarras de cuyas migajas parlamentarias depende su supervivencia.

Los indultos a los golpistas del proceso secesionista catalán son la última afrenta a los españoles que ha convertido a Sánchez en un personaje tóxico para sus propias siglas, hasta el punto de que más de trescientos mil votantes socialistas ya han decidido confiar en el PP en las próximas elecciones generales. La cifra es apabullante, pero está todavía muy lejos de la catástrofe que Sánchez va a provocar al PSOE si las fuerzas disolventes que le apoyan le retiran la confianza antes del final de la presente legislatura.

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