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EDITORIAL

Sánchez seguirá encamado con Iglesias

Que Sánchez amague con mirar al centro sólo tiene como objetivo encubrir su servilismo ante la extrema izquierda podemarra.

Podemos se abstuvo este martes en la votación en la que salió adelante la Ley de Igualdad de Trato presentada por la vicepresidente Carmen Calvo puenteando a la ministra de Igualdad, Irene Montero. La formación de extrema izquierda ha acusado a sus socios de gobierno de “atravesar muchas líneas rojas que no se habían atravesado hasta ahora” y les ha amenazado con “actuar por la vía de los hechos” si Pedro Sánchez no acepta la llamada Ley Trans de Podemos, que el PSOE quiere diluir en la Ley LGTBI.

Por su parte, el PSOE ha querido hacer ostentación de su malestar con Podemos negándose a aplaudir la intervención de Pablo Iglesias en la que éste acusó al PP de ser el responsable de la falta de “plena normalidad democrática” en España.

Por otro lado, es evidente que, teniendo pendiente una conversación con Iglesias, el hecho de que este miércoles Sánchez haya llamado primero a Pablo Casado muestra el interés del presidente del Gobierno no sólo por llegar a un acuerdo con el PP para la renovación del CGPJ, sino por mostrar al líder de la extrema izquierda su malestar y displicencia.

Siendo cierto todo lo anterior, resulta aventurado o ingenuo afirmar que estamos asistiendo a una ruptura entre el PSOE y Podemos y en la antesala de una crisis de gobierno. Y es que una cosa son los roces y conflictos que genera la acción de un Ejecutivo conformado por dos partidos distintos y otra, muy distinta, que el PSOE y Podemos vayan a dejar de ser compañeros de viaje. Que Sánchez finja a veces moderación y amague con mirar al centro sólo tiene como objetivo encubrir su servilismo ante la extrema izquierda, sin la cual perdería el poder. En cuanto a Podemos, tampoco le interesa romper un pacto que le brinda cargos en el Gobierno a pesar de su cada vez más menguado respaldo electoral.

La relación PSOE-Podemos tiene y seguirá teniendo altibajos, pero no es probable que acabe rompiéndose. De hecho, el verdadero Sánchez es el que este miércoles por la mañana se reía de Pablo Casado por pedirle que destituyera a Iglesias. El que considera que no hay radicalismo en quien, como él, pacta con comunistas, separatistas y proetarras, sino en quienes, como los líderes de PP y Ciudadanos, llegan a alguna clase de acuerdo con una formación de impecables credenciales democráticas como Vox.

Ya podrá el presidente del Gobierno excitar los complejos del PP acusando a Casado de ser un “sirviente de Vox”, que aquí el sumiso es él ante la extrema izquierda podemarra. Habrá días en que Sánchez dormirá mejor que otros encamado con Iglesias, pero lo único que de verdad le quita el sueño es perder la poltrona.

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