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EDITORIAL

Ucrania, ante sus horas decisivas

Sin una ayuda efectiva de material ofensivo, el esfuerzo tremendo de la población ucraniana habrá resultado inútil y Putin tendrá las manos libres.

Cuando están a punto de cumplirse dos meses desde la invasión de Ucrania, el Kremlin ha dado inicio a una operación devastadora en el Este y el Sur del país que arrasará con lo poco que queda de ciudades industriales tan importantes como Mariúpol, donde más de 100.000 personas aisladas tratan de sobrevivir sin apenas energía, agua o alimentos, cercadas por las tropas rusas. El ministro de Exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba, resumía la dramática situación afirmando que "la ciudad ya no existe. Lo que queda del Ejército ucraniano y un gran grupo de civiles están básicamente rodeados por las fuerzas rusas. Continúan su lucha, pero parece, por la forma en la que se comporta el Ejército ruso en Mariúpol, que han decidido arrasar la ciudad hasta los cimientos a cualquier precio".

El fracaso de los planes iniciales de Putin, que pretendía hacerse con el país tras una guerra relámpago, ha dado lugar a estas operaciones de exterminio que buscan aterrorizar a la población oriental de Ucrania para facilitar su anexión con una mayoría aplastante pro-rusa. Putin pretende hacerse con la región del Donbás conectándola por tierra con la península de Crimea, ya en su poder. En este sentido, la ciudad portuaria de Mariúpol es esencial para mantener el control de esa franja y, por extensión, de todo el Mar de Azov, uno de los principales objetivos estratégicos de Putin cuando inició la invasión.

Pero al drama de un país invadido militarmente por una superpotencia se añaden en el caso de Ucrania los espeluznantes crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas, que siguen metódicamente las órdenes de Putin de arrasar con la población civil allá donde encuentren la menor resistencia. Las imágenes de las masacres de Bucha han sobrecogido al mundo entero y puesto a Putin frente a su responsabilidad histórica como un genocida más de los muchos que ha dado el comunismo de la URSS. Lo mismo está ocurriendo en el sureste de Ucrania, donde la población permanece asediada y a merced de las fuerzas rusas para ejecutar la guerra de exterminio que han puesto en marcha allá donde han conseguido imponerse por la fuerza de las armas.

Por todo ello, hoy resulta más necesario que nunca el apoyo al pueblo ucraniano, pero muy especialmente en el terreno militar. Sin una ayuda efectiva de material ofensivo, el esfuerzo tremendo de la población ucraniana habrá resultado inútil y Putin tendrá las manos libres para controlar el país desde una situación de privilegio. Ucrania se enfrenta a sus horas decisivas y la UE debe estar a la altura de unas circunstancias históricas, de cuyo desenlace dependerá en gran medida la pervivencia de la libertad y la democracia en todo el continente.

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