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EDITORIAL

Un PP vasco inane y ahora también dividido

Ayuno de ideas y sólidas convicciones en defensa de los principios de siempre, el nuevo PPV es ahora también incapaz de ofrecer una imagen de unidad.

Este pasado jueves advertíamos de que el Partido Popular del País Vasco podía salir del Congreso celebrado este fin de semana "más dividido de lo que ya lo está". A la vista de las tensiones puestas de manifiesto durante el desarrollo de los trabajos congresuales y del resultado de la votación final para elegir a la nueva cúpula dirigente, es claro que los hechos nos han dado la razón.

Arantza Quiroga, favorita de María Dolores de Cospedal, sale de este Congreso al frente de un Partido con una de sus provincias, Álava, controlada por los hombres de la vicepresidenta del Gobierno que desde el principio jugaron la baza de Iñaki Oyarzábal. A pesar de que no ha habido una candidatura alternativa encabezada por el hasta ahora secretario general, las ovaciones constantes cada vez que se pronunciaba su nombre han convertido a Oyarzábal en el verdadero protagonista del Congreso, para estupefacción de una Arantza Quiroga obligada a mantener el tipo con cara de circunstancias. El resultado de esta desafección provincial ha sido la abstención de los delegados alaveses en la votación de la única lista presentada, lo que ha convertido a Quiroga en la presidenta del PP vasco con menor aceptación de los últimos cuatro presidentes que ha tenido el partido en vasgongadas.

Los esfuerzos del aparato del partido por aparentar una inexistente unidad han llevado a que se formulen veladas acusaciones de pucherazo, hasta el punto de que un portavoz de la dirección nacional tuvo que salir a la palestra para negar unos rumores cada vez más insistentes a medida que avanzaba la tarde de ayer. La propia presidenta electa reconoció de manera clara esa sensación de que la crisis en el PP vasco no se ha cerrado con la celebración de este Congreso, al pedir perdón a todos los que se han sentido ofendidos en "este complicado tránsito" que ha desembocado en su exigua elección.

Ayuno de ideas y sólidas convicciones en defensa de los principios que siempre enarboló la formación vasca hasta la defenestración de María San Gil, el nuevo PP vasco es ahora también incapaz de ofrecer una imagen de unidad en torno a sus nuevos dirigentes a pesar de que Rajoy y de Cospedal se han desgañitado durante este Congreso insistiendo en lo contrario. En un País Vasco con las fuerzas nacionalistas dispuestas a cambiar su régimen jurídico-político, el espectáculo ofrecido por el PPV en el Kursaal a los votantes de la formación, otrora tan admirada dentro y fuera de vascongadas, no ha podido ser más lamentable.

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