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EDITORIAL

Unos presupuestos sin duda socialistas

Las cuentas públicas que ha pergeñado el Gobierno socialista no sólo no van a contribuir reactivar una economía agonizante, sino que van a intensificar los problemas ya existentes agudizando de paso la desigualdad de los españoles.

El socialismo antepone a la realidad los deseos de su ideología y la técnica presupuestaria no iba a escapar a esta norma que la izquierda viene observando en todo tiempo y lugar. Aceptado ese principio, podemos afirmar que los presupuestos generales del estado diseñados por Zapatero para el año próximo son socialistas de una forma ejemplar.

En efecto, la base sobre la que se han diseñado estos presupuestos públicos es inflar artificialmente la cifra de ingresos, para justificar una coacción institucional cada vez más intensa sobre los individuos gracias al gasto del estado en todo tipo de partidas de contenido ideológico, que son precisamente las que las últimas que los políticos de izquierdas están dispuestos a reducir.

Es difícil creer, como pretende Salgado que hagamos con esta astracanada presupuestaria, que la recaudación fiscal vaya a incrementarse sin haber iniciado con intensidad una etapa de crecimiento económico. Es imposible también que nuestro déficit público se reduzca en esa tesitura –gastando más que ingresamos–, con el agravante de la existencia de una deuda que consume ya la quinta parte de los recursos totales de ese presupuesto y unas cargas sociales consecuencia del desempleo galopante, que no dejan de crecer mientras otros conceptos de gasto de contenido sectario permanecen inalterables con la contumacia habitual de ZP.

En realidad, la aplicación de estos presupuestos generales va a provocar el efecto contrario al pretendido por el Gobierno, es decir, un incremento del déficit, un aumento de la deuda pública para financiarlo y el retraso indefinido de la salida de la crisis, característica esta última que distingue especialmente a la España de Zapatero de otros países gestionados con más criterio. Todo ello dará la excusa perfecta al Gobierno para incrementar la presión fiscal, otro efecto habitual, junto con el incremento necesario de las prestaciones del desempleo, de toda política socialista.

Y como el sectarismo ideológico de Zapatero no tiene límites conocidos, estos presupuestos consuman además el agravio de unas comunidades autónomas respecto a otras, al privilegiar financieramente a aquellas en que el PSOE tiene su particular granero de votos.

Las cuentas públicas que ha pergeñado el Gobierno socialista no sólo no van a contribuir reactivar una economía agonizante, sino que van a intensificar los problemas ya existentes agudizando de paso la desigualdad de los españoles dependiendo de su lugar de residencia. En todo caso, y desde que Zapatero anda por la Moncloa, nada nuevo bajo el sol.

En Libre Mercado

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