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Eduardo Goligorsky

El Orinoco pasa por Madrid

Antes, las élites totalitarias se disfrazaban de vanguardia del proletariado. Hoy, usurpan la representación de lo que arteramente definen como el pueblo.

Antes, las élites totalitarias se disfrazaban de vanguardia del proletariado. Hoy, usurpan la representación de lo que arteramente definen como el pueblo.

Podemos ya tiene su círculo de apoyo internacional. Lo forman los intelectuales comprometidos, desde tiempos inmemoriales, con todas las iniciativas encaminadas a socavar la sociedad abierta, la sociedad occidental, desde sus cimientos.

Allí están el falsario Eduardo Galeano, que acaba de confesar la inanidad de su libro Las venas abiertas de América con el que envenenó las mentes de miles de jóvenes que terminaron enganchados en la guerrilla y el terrorismo; Naomi Klein, campeona del marketing antisistema; Toni Negri, ideólogo superviviente de los años de plomo de Italia; Noam Chomsky, compendio de todas las fobias contra el mundo libre; Ken Loach, explorador cinematográfico de catacumbas trotskistas. Pero todavía le falta a Podemos, en España, una corte de escritores y gente de la farándula como la que formó el club de la ceja para acompañar las pantomimas de su precursor, José Luis Rodríguez Zapatero. Todo se andará.

Retórica servil

En verdad, ya afloran los presagios. Basta que un demagogo avispado esboce un proyecto de utopía para que los intelectuales ayunos de ilusiones, ansiosos por encontrar el elixir del rejuvenecimiento, empiecen a tantear el terreno. Sobre todo si ello les permite despotricar en el ínterin contra sus demonios particulares. No se comprometen con el nuevo taumaturgo, pero se muestran comprensivos con sus despropósitos. Despropósitos que no le tolerarían a alguien menos espectacular. Este afán por aproximarse al líder en gestación le hizo meter la pata a Josep Ramoneda cuando escribió (El País, 26/10):

Parece una moda: todos temen a Podemos. Sus adversarios le descalifican como importador de modelos revolucionarios latinoamericanos. No es Podemos, son el PP y el PSOE los que están latinoamericanizando a España.

Sobran motivos para temer a Podemos como importador de modelos revolucionarios latinoamericanos en su versión más esperpéntica: el chavismo. Uno de los tres jerarcas del Politburó de Podemos, Juan Carlos Monedero, quiso dar ánimos al ya agonizante sátrapa Hugo Chávez y escribió en su blog (Público, 31/12/2012):

He amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos. Querer a Chávez nos hace tan humanos, tan fuertes. Chávez en la señora que limpia. Chávez en el señor que vende periódicos en la entrada del metro. Chávez de la empleada de la tienda. Chávez del vendedor de helados. Chávez de la abuela que ahora ve y de la que ahora tiene vivienda. Chávez de la esquina caliente de Caracas y de la lonja de pescadores de Choroní. Chávez de la poesía rescatada, de los negros rescatados, de los indios rescatados. Chávez de lo que hoy es posible en América y que hace 20 años era imposible. He amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos y no se me quita. Fuerza Hugo. Aguanta para ayudarnos a quitarnos este miedo de la soledad de 100 años. Aguanta presidente. Aguanta.

Sí, el Orinoco pasa por Madrid. Y Monedero imita sin vergüenza la retórica servil con que Pablo Neruda y Nicolás Guillén rindieron pleitesía a Stalin.

Fue asimismo un Orinoco metafórico el que transportó 3,7 millones de euros, desde Venezuela a Madrid, a lo largo de diez años, para el Centro de Estudios Políticos y Sociales, la fundación de politólogos que fue el embrión de Podemos y donde ocuparon, o aún ocupan, cargos directivos Pablo Iglesias y sus dos adláteres, Iñigo Errejón y Juan Carlos Monedero. Con añoranzas, los tres, del Orinoco, pues durante muchos años se turnaron como asesores de los Gobiernos de Venezuela y Ecuador, igualmente autoritarios y hostiles a la libertad de prensa. Pablo Iglesias confirma su opción por el monopolio estatal de la prensa (LV, suplemento "Quién", 23/11):

Lo que la ataca [a la libertad de expresión] es que la mayor parte de los medios sean privados e, incluso, que haya medios privados ataca esta libertad.

Camaradas latinoamericanos

Martín Rodríguez Yebra, enviado por el diario argentino La Nación a Madrid, dedicó un largo artículo a la proclamación del líder de Podemos, Pablo Iglesias, con especial énfasis en la relación de éste con sus camaradas latinoamericanos (20/11):

En las primeras filas se exhibían apoyos que Iglesias quiso lucir: dirigentes del chavismo venezolano, del MAS boliviano, de la ecuatoriana Alianza PAIS y también del kirchnerismo. El líder agradeció especialmente el enviado en nombre del Movimiento Evita: Facundo Firmenich, hijo del ex líder montonero Mario Firmenich. "En América latina aprendimos que se puede luchar contra los que dicen que no se puede", arengó Iglesias.

Rodríguez Yebra informa de que Iglesias visitó Argentina en julio acompañado por Monedero. Los llevó precisamente Facundo Firmenich, hijo del jefe confeso y orgulloso del operativo que culminó con el asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, y se reunieron con dirigentes del Movimiento Evita y de La Cámpora, semillero esta última de jóvenes arribistas incondicionales del régimen kirchnerista. También se entrevistaron con Ricardo Forster, secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, organismo cuya naturaleza totalitaria está explícita en su denominación, típica de los regímenes fascistas o comunistas de pensamiento único. Y añade Rodríguez Yebra que "en un desliz de improvisación histórica" Iglesias confesó, en una galería de monólogos en YouTube:

Nunca simpaticé demasiado con eso que llamaban el peronismo de izquierda. Durante la dictadura argentina simpatizaba mucho más con lo que representa el EPR (sic, por ERP o Ejército Revolucionario del Pueblo, guerrilla trotskista) la lucha armada, que con lo que representaban los Montoneros.

Diseccionar el quilombo

La crónica de esta latinoamericanización del panorama político español provocó el desasosiego de Jorge Fernández Díaz, secretario de redacción y columnista del mismo diario La Nación (no confundir con su homónimo, ministro del Interior de España), quien optó por diseccionar el quilombo con ironía (23/11):

Para acabar con lo malo miles de españoles parecen dispuestos a dinamitar lo bueno. (…) Entre los grandes inspiradores de este malentendido que impulsan nuevos dirigentes y viejos indignados, están el feudalismo kirchnerista y la revolución bolivariana. Como todo el mundo sabe, nada mejor que la Argentina y Venezuela para dar cátedra sobre el combate contra la corrupción, la lucha contra las castas y, sobre todo, la buena gestión económica. Durante años la España moderna, ejemplo progresista del Estado de Bienestar y del respeto por las libertades individuales, fue un faro para los argentinos. Su sistema bipartidista imperfecto como toda empresa humana, pero esencial para la cohesión y el rumbo de cualquier país, le permitió alcanzar esa gloria que admirábamos desde nuestra eterna impericia financiera y desde nuestra decadencia institucional de partido único. (…) Negar los años de bonanza y anatematizar a toda la política con la palabra régimen, hace acordar a lo peor del populismo bananero.

(…)

Tampoco se sabe cómo Iglesias conseguirá practicar kirchnerismo sin caer en los pecados de su praxis. Tarde o temprano sus asesores sudamericanos le irán explicando que hablar de honestidad es de derecha, que para sostener los ideales hay que financiarlos como sea, que es necesario formar una casta propia para evitar que el enemigo arme la suya, y que la única manera de librar esta lucha es formando caja, comprando voluntades, dividiendo al país en pueblo y antipatria y destruyendo a los medios de comunicación.

Aquí es donde temo que el periodista se equivoque. No son los golfos kirchneristas quienes harán perder a Iglesias su virginidad política. Este y su camarilla de la Universidad Complutense la subastaron hace mucho tiempo en tejemanejes de mayor envergadura. Por ejemplo, Iglesias promete que intentará sacar a España de la OTAN y romper el Convenio de Defensa con Estados Unidos (Público.es, 17/11).

La hostilidad a la OTAN y a Estados Unidos figura en el programa de todos los partidos de matriz totalitaria que desarrollan vasos comunicantes con las potencias del mismo signo. Fue así durante la Guerra Fría y continúa siendo así cuando Rusia y China intentan rediseñar el mapa geopolítico en su propio beneficio. No es por casualidad que las cleptocracias de Argentina y Venezuela, intoxicadas con la misma papilla ideológica que consume Podemos, dan los primeros pasos para insertarse en ese nuevo mapa. España nunca será satélite de las desquiciadas Argentina y Venezuela. Pero España, huérfana de la OTAN y del Convenio de Defensa con Estados Unidos, podría convertirse en satélite de Rusia o China, junto a las desquiciadas Argentina y Venezuela. La élite de Podemos lo sabe y allana el camino a los sigilosos colonizadores.

Eso o el caos

Antes, las élites totalitarias se disfrazaban de vanguardia del proletariado. Hoy, usurpan la representación de lo que arteramente definen como el pueblo. La única vía para bajarles los humos y devolverlas a su verdadera condición de minorías bulliciosas pero acotadas consiste en forjar una mayoría absoluta cohesionada en torno a la defensa de la normalidad constitucional y los valores de la sociedad abierta. Eso o el caos. No, no es un eslogan oportunista sino una verdad como un puño: eso o el caos.

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