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Elías Cohen

Consulado en Gaza: ¿qué será lo siguiente?

Abrir un consulado en Gaza supone un timbre de legitimidad para Hamás, que está en la lista de organizaciones terroristas de EEUU y la Unión Europea.

Abrir un consulado en Gaza supone un timbre de legitimidad para Hamás, que está en la lista de organizaciones terroristas de EEUU y la Unión Europea.

Durante el zapaterato, la actitud del Gobierno de España con respecto a Israel y al conflicto con los palestinos fue, en el mejor de los casos, propia de un panfleto preuniversitario: desde las declaraciones de José Blanco en las que dijo que las víctimas civiles eran "objetivo buscado" de la aviación israelí durante la segunda guerra de Líbano (2006) hasta el reparto de subvenciones a ONG bastante cuestionables que trabajan en los territorios palestinos, pasando por una campaña de boicot a productos israelíes financiada con dinero público o, el punto culminante, el día en que Zapatero se puso la kefiyah mientras un 15% de la población israelí vivía en refugios debido a la lluvia incesante de katyushas lanzados por Hezbolá...

En aquel entonces fuimos presa de la incredulidad y del enfado por lo chapucero de la estrategia diplomática de Zapatero en Oriente Medio. No sabíamos que el Gobierno del PP iba a llegar a andar los mismos caminos que los socialistas. Y en mucho menos tiempo.

Es cierto, el 27 de enero de 2012, en el acto del Día Internacional de Recuerdo del Holocausto en el Senado, el canciller Margallo dio la impresión de dar un cambio de rumbo en las relaciones con Israel. El ministro afirmó, envuelto en la solemnidad del momento, que había que luchar por la seguridad de Israel con todos los medios posibles. La tristemente célebre foto de Zapatero con el pañuelo palestino parecía pertenecer a un tiempo pasado. Sin embargo, en septiembre del pasado año España votó a favor de la declaración unilateral propuesta por Mahmud Abás en la Asamblea General de la ONU para aceptar a Palestina como Estado observador no miembro. La actitud del Ministerio de Exteriores dio pie a trifulcas internas dentro del PP y con el gabinete de Moncloa, encabezado por Moragas. Las votaciones en el Parlamento Europeo sobre la propuesta palestina dejaron bien clara la división dentro del partido respecto a la decisión de García Margallo.

Posteriormente, el 10 de diciembre, El Periódico publicaba que el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Gonzalo de Benito, admitía cierto diálogo indirecto con Hamás en Ginebra. Las razones de este tipo de políticas, según informó El Confidencial, obedecían a contratos en el mundo árabe, como el del AVE a La Meca.

Unos días más tarde Rajoy recibió a Mahmud Abás en La Moncloa. Durante la visita del mandatario palestino, Margallo expuso su apoyo a "la rama de olivo de Arafat". No dejen caer la rama, advirtió el rais palestino en la ONU. El ministro pareció olvidarse de la pistola que Arafat esgrimía en la otra mano. Una extorsión mafiosa que Margallo utilizó como ejemplo y como doctrina para la paz entre israelíes y palestinos. Duro de encajar, más cuando Arafat fue patrón de grupos terroristas europeos como ETA en el valle libanés de la Bekaa.

Sin detenerse en su empeño, el pasado 1 de abril leíamos en el BOE que el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación abrirá un consulado honorario en Gaza "por la posibilidad de reforzar la presencia del Consulado General de España en Jerusalén en esa zona". Asombrados, los siempre quisquillosos israelíes se quejaron a Margallo, temerosos de que la apertura del consulado suponga contactos con Hamás; y el Gobierno adujo que la acreditación del cónsul honorario se solicita a la Autoridad Nacional Palestina y no a Hamás. Además, el comunicado oficial decía:

El Jefe de la Oficina Consular Honoraria tendrá, de conformidad con el Artículo 9 del Convenio de Viena sobre relaciones consulares de 24 de abril de 1963, categoría de Cónsul Honorario.

Realmente sorprende que citen este artículo y obvien el artículo 4.1 de la misma Convención, que reza:

No se podrá establecer una oficina consular en el territorio del Estado receptor sin su consentimiento.

Habrá que echar dos tardes de orientalismo con el señor canciller y su equipo para explicarles que la Franja de Gaza no es un Estado y que está gobernada por Hamás, después una lucha fratricida contra Al Fatah en verano de 2007 que dejó más de 200 muertos.

Pese a ello, el Ministerio ha seguido insistiendo en la utilidad del consulado argumentando que beneficiará a los 30 españoles, casi en su totalidad cooperantes, que residen en la Franja.

Si continuamos indagando para averiguar la utilidad de este consulado, descubrimos una desproporción respecto a otros países como Brasil, donde residen 100.622 españoles y sólo hay cuatro consulados, o EEUU, que con 86.626 españoles posee siete. Y, más incomprensible aún, nos surgen preguntas como por qué no se abre una oficina consular honoraria en Tinduf, donde operan más de 15 ONG españolas.

Abrir un consulado en Gaza, amén de ser irracional pragmáticamente hablando, supone un timbre de legitimidad para el Gobierno de Hamás, organización que está en la lista de organizaciones terroristas de EEUU y la Unión Europea desde 2003, y que clama por la destrucción de Israel y trabaja a diario para ello.

En el caso de los Gobiernos de Zapatero, la actitud torpe y miope hacia Israel se debió principalmente a electoralismo. Era muy rentable en votos abrazar la causa palestina. En el caso del PP, honestamente, da miedo especular.

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