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Emilio Campmany

La conspiración de los gigantes necios

Como es costumbre entre los grandes empresarios españoles, los editores de la prensa escrita acuden al Gobierno en busca de ayuda.

Como es costumbre entre los grandes empresarios españoles, los editores de la prensa escrita acuden al Gobierno en busca de ayuda.

El Gobierno está tratando de encuadrar su ataque a Google News en el marco de la política europea contra el buscador. Es verdad que los grandes medios de comunicación tienen con internet un grave problema. Gastan sumas ingentes de dinero para elaborar noticias que vender al público. Sin embargo, el público ya no tiene necesidad de comprarlas porque, al poco tiempo de haber sido puestas a la venta, pueden acceder a ellas a través de cualquier web que las recoja sin pagar un céntimo y sin tener que soportar la publicidad del medio que la generó. Antes, aunque la radio hablara desde las ocho de la mañana de la exclusiva con la que había salido a la calle tal o cual periódico, quien quisiera conocer los detalles tenía que comprárselo. Ahora le basta asomarse a su medio digital habitual para enterarse de todo. En consecuencia, los grandes medios perjudicados por la situación pretenden que sea el mensajero quien pague el coste de haber generado la noticia. El problema es que Google prefiere dejar de indexar antes que pagar y los principales perjudicados son esos grandes medios de comunicación que, para colmo de males, pierden los lectores que ganaban gracias a la indexación que de sus noticias hacía precisamente Google y que ya no hará.

A rasgos muy groseros, ése es el problema que tienen que resolver los directivos de los grandes medios de comunicación occidentales, cómo hacer rentables los monstruos que dirigen en la era digital. No obstante, en España el problema tiene peculiaridades propias. Los grandes medios españoles, debido a la crisis a la que les ha llevado internet, pierden dinero. Y como es costumbre entre los grandes empresarios españoles, acuden al Gobierno en busca de ayuda. El Gobierno se la da a cambio de apoyo. La complicidad con el poder hace que esos medios pierdan aún más lectores y el Gobierno se encorajina de ver cómo disminuye la influencia de sus periódicos y aumenta la de los pequeños medios libres de internet. El Mundo, por ejemplo, ahogado en la crisis, ofrece al Gobierno la cabeza de Pedro J. a cambio de ayuda. Guardan la cabeza del periodista en una caja fuerte con idea de no abrirla hasta que pasen las elecciones generales. Luego, un pequeño bufete de abogados consigue que Unidad Editorial, a pesar de estar asesorada por el más importante despacho de España, se rinda y no tenga otro remedio que abrir la caja. Al final, alguien habrá gastado un montón de millones para nada, pues el denostado periodista podrá gracias a internet empezar a arrear guantazos varios meses antes de las elecciones.

El periodismo está sufriendo una revolución en la red. Y del mismo modo que la alianza entre trono y altar fue incapaz de detener las revoluciones burguesas de finales del XVIII y principios del XIX, tampoco la alianza entre el Gobierno y los grandes medios de comunicación detendrá ésta que estamos viviendo hoy, con Google News o sin él.

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