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DESDE JERUSALÉN

Apología de Eudoxo

Desde Austria hasta Bolivia vienen descuidándose las proporciones, cuya teoría debemos a un discípulo de Platón que lo superó en matemáticas y resolvió un problema. Cuando descubrieron los números irracionales, los pitagóricos complicaron mucho las comparaciones y, así, paralizaron la teoría del número, hasta que Eudoxio la rescató. Su Teoría de las Proporciones facilitó tanto la primera definición rigurosa del número –recogida en los Elementos de Euclides– como el debido cuidado que debemos a las proporciones. Pero a Austria se le escapa.

Desde Austria hasta Bolivia vienen descuidándose las proporciones, cuya teoría debemos a un discípulo de Platón que lo superó en matemáticas y resolvió un problema. Cuando descubrieron los números irracionales, los pitagóricos complicaron mucho las comparaciones y, así, paralizaron la teoría del número, hasta que Eudoxio la rescató. Su Teoría de las Proporciones facilitó tanto la primera definición rigurosa del número –recogida en los Elementos de Euclides– como el debido cuidado que debemos a las proporciones. Pero a Austria se le escapa.
Heinrich Gross.
Notoria por ser una de las naciones más críticas de Israel, fue la primera occidental en estrechar lazos con Arafat (14-3-80), cuando éste comandaba una red terrorista explícitamente encaminada a destruir el Estado hebreo. Los medios y políticos austriacos se ingeniaron para metamorfosear a los asesinos de israelíes en "adalides de la paz" y a las medidas hebreas de autodefensa en exabruptos demoníacos.
 
Esta obsesión, que envenenó la conciencia europea en general, impidió en particular a los austriacos reconocer la vileza en su propio seno. Una de sus peores encarnaciones falleció imperturbadamente (15-12-05) en su Austria natal, después de dedicarse a aniquilar la Lebensunwertes Leben ("vida inmerecida", término que describía en lenguaje nazi a las víctimas del asesinato a mansalva, primordialmente los israelitas).
 
Heinrich Gross fue, en efecto, uno de los perpetradores más eficaces, especialista en ultimar niños minusválidos. Militó en el nazismo desde los 18 años, y más tarde, como neurólogo, se dedicó en su clínica vienesa a extraer cerebros de infantes "impuros" que fueron objeto de investigaciones para gloria de la raza. Gross vivió durante la posguerra como un respetado profesional de la salud, y continuó sus experimentos con los cerebros con esmero preservados (sólo el 28-4-02 fueron finalmente enterrados).
 
Honores no le faltaron: en 1975 su país le condecoró con la Cruz Austriaca para la Ciencia y el Arte, y aunque en 2003 se le retiró la medalla, el depravado criminal murió con el cerebro impenitente y en calma, después de una larga militancia en el Partido Socialdemócrata.
 
Este caso ejemplifica flagrantemente las desproporciones morales del Viejo Mundo, que se esfuerza en denostar la pena de muerte, la cerca antiterrorista israelí y el maltrato de terroristas en las cárceles pero, al mismo tiempo, alberga apaciblemente a los peores malhechores y dispensa a los regímenes más atroces del planeta.
 
Austria censuró a Israel en la ONU durante décadas, mientras proveyó a ésta durante nueve años de un secretario general que había sido criminal de guerra nazi…y que luego fue electo presidente del país.
 
Muy huidizas le son las proporciones. La teoría de Eudoxio fue revivida por Nicolás Tartaglia durante el Cinquecento, y subsecuentemente enterrada en una Europa capaz de amonestar agriamente la política exterior norteamericana pero incapaz de generar alternativa alguna para hacer frente a la violencia continental del islamismo, detener a los ayatolás o vencer al terrorismo.
 
Acaba de concluir la festividad de Jánuca –ocho días coincidentes con el lapso entre Navidad y Año Nuevo, una coincidencia que revela una vez más las raíces hebraicas del cristianismo–. Jánuca celebra el triunfo de la rebelión judía contra el intento helenista de avasallar Jerusalén, hace veintidós siglos. Fiel a este espíritu, complementemos esta oda al pensamiento griego con una máxima rabínica de un texto escrito en la tierra de Israel en el siglo VII (Kohelet Rabá 7:16) y que expone bien el hábito que nos hemos propuesto cuestionar en esta nota: "Quien se comporta misericordiosamente con los crueles acabará por comportarse cruelmente con los misericordiosos".
 
Otro impune desafío a las proporciones provino de Mohamed Daud, cabecilla del grupo que asesinó a los once atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich (5-9-72), cuyos terroristas fueron liberados al poco tiempo por Alemania.
 
Daud se pronunció en Siria, otro país refugio de nazis pero que, a diferencia de Austria, no se jacta de tener pretensiones morales. El Parlamento de Asad acaba de acusar de alta traición (31-12-05) al ex vicepresidente Abdel Halim Jadam porque éste admitió en París que su Gobierno asesinó a Hariri. Jadam ya no podrá regresar a su patria hasta que no se deponga la dictadura fascista de los alauitas. Para sorpresa de todos, los libérrimos parlamentarios sirios se expidieron contra Jadam por unanimidad, y en el "debate" sugirieron que el nuevo traidor es… judío.
 
Desde Damasco, capital de derechos humanos que mantiene excelentes relaciones con la Unión Europea, Daud ha condenado el reciente filme de Steven Spielberg sobre el destino de sus secuaces y, de paso, ha aseverado que "las víctimas de Munich no eran civiles: los israelíes son ante todo soldados". Ahmedineyad no podría haberlo dicho mejor: todo israelí debe ser asesinado.
 
Es elocuente el nombre de la agrupación que comandaba Daud: Septiembre Negro, referido al mismo mes de 1970, cuando, para expulsar a la OLP de su territorio, Jordania procedió a matar a decenas de miles de palestinos, sin despertar grandes protestas (la solidaridad con la mal llamada "causa palestina" se agita exclusivamente cuando permite criminalizar a los judíos).
 
Evo Morales.Evo Morales
 
La conciencia europea descansa plácidamente en su moralidad porque tiene el mérito de haber construido admirables sociedades de avanzada, pero no repara en que a sus logros los empaña una política exterior de aliento a los genocidas bajo las aureolas de una mal aplicada tolerancia y una recurrente judeofobia.
 
Una pequeña muestra de esa confusión se lee en la nota acerca de Ahmadineyad que firma Georgina Higueras en El País (15-12-05). No elogia al régimen, y menciona el "absoluto fracaso de la revolución iraní" y la "poderosa mafia" de su clero. Pero comienza así: "Para quienes creen en la democracia, la elección de Mahmud Ahmadineyad, el pasado junio, fue todo un ejemplo", y sigue con admiración por quien "viene de sectores humildes con un programa social de izquierdas".
 
Su empatía salteó lo primordial: que Ahmadineyad es la mafia, porque ésta no se circunscribe al burocratismo o a la desigualdad, sino que se expresa principalmente en represión, censura, misoginia, brutalidad, necrofilia, islamismo; en exportar el terrorismo, impedir elecciones abiertas e instigar a borrar a Israel del mapa. Es una desproporción juzgar a un régimen de las características del iraní meramente por medio de revisar sus programas sociales o la prosapia proletaria de sus funcionarios. Pareciera que este linaje nubla la vista de ciertos izquierdistas, quienes no atinan a priorizar los derechos humanos y la democracia para calificar proporcionadamente.
 
La constitución de la democracia de Cnido la escribió precisamente Eudoxo hace 23 siglos, y desde entonces se puede, desde la democracia misma, erosionarla.
 
El recién electo presidente de Bolivia es de estirpe indígena, lo que desde un punto de vista cultural crea felices expectativas sobre el renacimiento de su pueblo. Pero Evo Morales difícilmente podrá lograrlo, ya que se considera discípulo de Fidel Castro (quien acaba de calificar a Israel de "pro nazi"; 18-11-05) y llama a Hugo Chávez "mi jefe" (es casi inimaginable una subordinación menos ambiciosa).
 
El primer país al que Morales arribó como presidente electo fue Cuba (29-12-05), que ya había visitado cuando era diputado de la oposición; pero seguramente en ninguno de sus viajes tomó la iniciativa de entrevistarse con los opositores locales, porque éstos están muertos, exilados o en prisión, dato que a Morales lo tiene sin cuidado. Tampoco le importa que el Proyecto Archivo de Cuba ya haya conseguido los detalles sobre 9.240 disidentes asesinados por el régimen (incluidos los 166 ejecutados el 27-5-66 para extraerles la sangre, que fue vendida a Vietnam a 25 dólares el litro) y haya estimado en 78.000 los cubanos muertos al intentar huir de la isla, y en 14.000 los caídos en combates en el extranjero, adonde fueron despachados por Castro. Que éste sea jefe del jefe del flamante presidente de Bolivia es de mal agüero para el futuro del país.
 
Hay una corriente a la que preocupan en extremo los derechos humanos en países como Irak y Afganistán y le tienen sin cuidado en Cuba o el resto de las dictaduras.
 
Morales obsequió sus primeras declaraciones de postrerohablante a la radio Al Yazira repitiendo contra el presidente Bush las ya aburridas diatribas de que "es terrorista", aunque el subordinado de Chávez fue más lejos: en rigor, no dijo que el presidente de EEUU fuera terrorista, sino que "es el único, porque interfiere militarmente en otros países". En efecto, después de que el 11-S fuera lanzado desde Afganistán, EEUU osó interferir en aquel país socavando la continua libertad de acción de Ben Laden y sus protectores. Toda una desproporción.
 
 
Gustavo D. Perednik es autor, entre otras obras, de La Judeofobia (Flor del Viento), España descarrilada (Inédita Ediciones) y Grandes pensadores judíos (Universidad ORT de Uruguay).
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