Menú
CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Bodas de sangre

La histeria anti Bush provocada por la reciente catástrofe natural en el sur de EEUU, concretamente en Luisiana y en su capital, Nueva Orleáns, es muy significativa de una mentalidad europea en la que se mezclan una imbecilidad supina y añeja y un anhelo popular, no por ser muchas veces inconsciente menos peligroso, de Estado-Dios y de Big Brother, de Líder Máximo o de Führer.

La histeria anti Bush provocada por la reciente catástrofe natural en el sur de EEUU, concretamente en Luisiana y en su capital, Nueva Orleáns, es muy significativa de una mentalidad europea en la que se mezclan una imbecilidad supina y añeja y un anhelo popular, no por ser muchas veces inconsciente menos peligroso, de Estado-Dios y de Big Brother, de Líder Máximo o de Führer.
No sólo se anhela un Estado todopoderoso, también un jefe de Estado todopoderoso. Ese poder absoluto puede ser el poder absoluto del Mal, como en el caso de los presidentes de EEUU... A esto se añade el "libro de estilo" de Prisa, y de tantos otros medios, que exige utilizar cualquier pretexto para criticar a Bush.
 
Evidentemente, la catástrofe fue tremenda, su amplitud creó desconcierto, caos, y hubo pillaje. Sí, se sabía que los diques que, en principio, debían proteger Nueva Orleáns habían envejecido demasiado (su reforzamiento no hubiera evitado el desastre, pero hubiera podido limitarlo); cierto también que la ayuda a los siniestrados tardó unos días, y aunque se desconoce, por ahora, la cifra total de las víctimas ya puede afirmarse que serán demasiadas. Pero la supina mala fe de los medios ha querido hacer de Bush el único responsable de todo, por lo que se ha mentido descaradamente, incluso sobre el sistema federal norteamericano.
 
En casos como éste –o con los terremotos en California, los huracanes en Florida, etcétera–, las autoridades federales (o Washington, si prefieren) no pueden intervenir sin que se lo pidan las autoridades del estado concernido, salvo en situaciones de emergencia nacional, y está visto que la gobernadora de Luisiana se limitó a llorar antes de pedir ayuda a la Casa Blanca. Los corresponsales en EEUU de todos los medios europeos conocen esta realidad, pero ¿qué mas da? Con tal de atacar a Bush... Que éste se declare responsable de los retrasos y del desorden de las ayudas, pero sobre todo de la reconstrucción, sólo demuestra su habilidad política, al no escudarse con argumentos jurídicos tras la responsabilidad de las autoridades de Luisiana.
 
Una de las zonas de Sri Lanka devastadas por el maremoto de diciembre.Cuando, no hace tanto, se desencadenó el tremendo maremoto asiático, de mucha mayor amplitud y con un mayor número de víctimas, no recuerdo que se acusara de ello y de todo lo demás, divino y humano, a los jefes de Estado de Indonesia y los países vecinos; entonces no se pudo acusar directamente a Bush, pero se intentó silenciar al máximo que la ayuda más rápida y masiva a las regiones siniestradas fue la norteamericana, que estuvo presente 48 horas después del desastre.
 
Hubo, eso sí, otro tipo de estafas y de propaganda embustera, nunca falla; la primera, de carácter "ecológico": y es que cualquier concejal verde o sociata sienta cátedra sobre la "lucha de clases climática", te explica el calentamiento del planeta debido al diabólico progreso industrial (esencialmente el de los USA) y te aporta la solución en bandeja: el protocolo de Kioto. Buen pretexto para acusar de nuevo a Bush, por no haberlo firmado.
 
Con razón, dicho sea de paso, porque lo de Kioto, desde un punto de vista científico, constituye una farsa más, y se resume en un gigantesco intento de aumentar los impuestos por doquier colgándoles el sambenito de "ecotasa". Caricatura de esa gigantesca estafa es el proyecto de aumentar el precio de los billetes de avión, con el pretexto, a veces, de defender el medio ambiente, otras, de ayudar a los países pobres, según sea el humor de los discursantes.
 
El otro aspecto del escándalo que siempre acompaña a las catástrofes naturales es el robo, y en el caso del tremendo maremoto asiático no se trató únicamente del habitual pillaje, sino de una forma ya veterana de "robo humanitario". La compasión impulsó a millones de personas a dar dinero para los siniestrados. Se recogieron muchos millones, y varios de esos millones fueron a parar a los bolsillos de los dirigentes de varias ONG. No sólo para su uso personal, seamos bondadosos, pero es que tienen tantos gastos, esos infelices... sus sueldos, el de sus secretarias, el cole de los niños, el coche de la novia, el palacio en Mallorca, los viajes, la publicidad, los locales, los banquetes republicanos...
 
Ya sería hora de investigar los fondos y actividades ocultas de casi todas las ONG. No por la ONU, por supuesto: su administración y sus funcionarios están tan podridos o más que muchas "organizaciones no gubernamentales", algunas creadas por el KGB, otras subvencionadas por las compañías petroleras para hacer propaganda contra la energía nuclear, la más limpia y eficaz de todas.
 
Es fácil imaginar que en la mayoría de las mezquitas del mundo se hayan rendido gracias estos días a Alá, por haber castigado al Gran Satán yanqui, sin pararse a considerar que Alá, cuando nos envía catástrofes naturales para castigarnos, no parece tener muy en cuenta la islamización, o no, de las regiones "castigadas". Pero resulta que también fuera de las mezquitas, en nuestra vieja, escéptica y hasta laica Europa, se ha glosado sobre supuestos "castigos divinos" a los malvados Estados Unidos, y se ha manifestado un oscurantismo "cientista", adversario del progreso industrial y técnico, que se olvida del Diluvio bíblico, en una época sin fábricas ni coches. Y en 1910 París estuvo inundado, cuando era una ciudad perfectamente "ecológica".
 
La repulsiva alegría de tantos que en los medios proclaman que el mes de septiembre es negro para los USA, y que después del de 2001, con los atentados contra las Torres Gemelas de Manhattan, este "castigo divino" contra Nueva Orleáns ha tumbado al Imperio, que los USA están por los suelos, demostrándose así, como ya lo dijo con su inmensa sabiduría el Gran Timonel Mao, que no es más que un tigre de papel, se van a llevar el chasco de su vida. Los USA reaccionaron como es debido a los atentados del 11 de Septiembre, y reaccionarán a las consecuencias del desastre en Luisiana. Y sólo los imbéciles pueden confundir los dos hechos.
 
Tratándose de la guerra contra el terrorismo islámico, también se hacen ilusiones quienes opinan que todos los recursos bélicos de los USA están empantanados en Irak. Esos adversarios incondicionales de los USA se equivocaron asimismo afirmando que Irán tiene las manos libres para construir sus armas nucleares: un bombardeo táctico de sus instalaciones no sería mucho más complicado que la ida y vuelta del Discovery, que tanto defraudó a quienes esperaban otra catástrofe.
 
Lo que ocurre realmente en Irak –además de que ha sido elegido principal, pero no único, frente de la guerra contra "contra los judíos y los nuevos cruzados" por los movimientos terroristas islámicos– es que las autoridades norteamericanas, preparando su retirada del país –sin fecha tope–, están cediendo todas sus responsabilidades, incluyendo las militares, a las nuevas autoridades iraquíes. Y está visto que las cosas no funcionan del todo bien, como lo demuestran los sangrientos atentados diarios.
 
Esta apuesta política norteamericana tiene su lógica democrática: con su misión cumplida, las fuerzas norteamericanas su retirarán, dejando Irak en un situación más favorable, pacífica y democrática que bajo la tiranía de Sadam Husein. Pero también conlleva evidentes peligros, y no pienso que pueda descartarse la necesidad, para las tropas aliadas, de pasar de nuevo a la ofensiva contra la "crema y nata" del terrorismo internacional en Irak.
 
En resumidas cuentas: no hemos necesitado esta –ni otras anteriores– catástrofe natural, en un país en que son frecuentes, para "descubir" que no todo funciona a las mil maravillas en EEUU; que las agencias federales, así como las locales, cometen errores; que existen barriadas humildes, incluso pobres, junto a lujosas residencias, etcétera. Pero al mismo tiempo estamos convencidos de que en el mundo actual, y desde hace decenios, si no existiera la potencia norteamericana habría que inventarla, porque si no todo iría peor.
 
Ayer contra el nazismo y el comunismo, hoy contra el islamismo terrorista, así como contra las tiranías, los sucesivos gobiernos de EEUU y sus presidentes no habrán acertado siempre, ni mucho menos. Pero, en semejantes circunstancias, ¿qué hizo, qué hace Europa? No hay comparación. ¿Y es con ese vacío, esa cordura de cordero, ese espíritu "muniqués", que pretende convertirse en primera potencia mundial?
0
comentarios