
Esta influyente página web izquierdista –elogiada por el "sensato izquierdista" Allan Colmes como lectura recomendada– calificaba al candidato demócrata a la Vicepresidencia [con Al Gore] de la siguiente manera: "Un gilipollas sorprendentemente pretencioso y atontado"; "entusiasta partidario del terrorismo contra poblaciones civiles de Centroamérica"; "una de esas personas que creen que el caos en Irak es aceptable".
Lieberman provocó sus iras al desafiar valientemente el influjo de su partido y apoyar sin desmayo el esfuerzo bélico en Irak; en la página editorial del "reaccionario" Wall Street Journal, nada menos. Su editorial –titulado 'Nuestras tropas deben quedarse' [y publicado en el WSJ el 29 de noviembre]– es una de las defensas más elocuentes de los esfuerzos en pro de la democratización y estabilización de Irak ofrecidas por cualquier político americano, demócrata o republicano.
Tras hacer referencia al progreso global en Irak, que comprobó de primera mano, Lieberman escribía que una retirada prematura acabaría con la posibilidad de un Irak libre, y criticaba a demócratas y republicanos por denigrar los esfuerzos iraquíes, que convertían en una lucha banderiza. A los ojos de Lieberman, el conflicto se puede describir sucintamente como
"una guerra de 27 millones contra 10.000: 27 millones de iraquíes que quieren vivir en libertad, con oportunidades y prosperidad, y apenas 10.000 terroristas, que o son revanchistas de Sadam [Husein], o fundamentalistas islámicos iraquíes, o luchadores extranjeros de Al Qaeda, y que saben que sus trasnochadas causas recibirán un revés si Irak se convierte en un país libre y moderno".
El constante apoyo de Lieberman a la democracia en Irak no es nuevo ni precipitado: el senador por Connecticut ha sido uno de los defensores más elocuentes y fiables de la intervención desde el año 2003. En 1998 intentó conseguir la aprobación de la Iraq Liberation Act, que pedía el derrocamiento de Sadam Husein. Cuatro años más tarde hacía las veces de patrocinador de la autorización por parte del Congreso del uso de la fuerza, lo que permitió al presidente Bush destruir el régimen baazista de una vez por todas. Mientras otros políticos han dudado, o se han mostrado sacudidos por la historia de horror del momento, Lieberman ha defendido constantemente "mantener el rumbo". Además, se distinguió hace dos semanas al votar en contra de una propuesta de ley de transparencia política que habría forzado al presidente a fijar un calendario de retirada de las tropas (fue uno de los cuatro demócratas lo bastante valientes como para desafiar la base MoveOn / DailyKos de su partido).
Lieberman asume esta postura a expensas de un significativo riesgo político. Las encuestas muestran que la opinión pública en su Connecticut natal, profundamente demócrata –votó a John Kerry por un margen del 10% [en las pasadas presidenciales]–, juega decididamente en contra del presidente Bush y el esfuerzo bélico. Además, sufre el lenguaje cavernícola de Kos y Democratic Undergrounds:
"Lieberman es un judío ortodoxo (que son generalmente muy antiárabes y antipalestinos) y una puta de AIPAC. Esta guerra se libró por O. I. L. (Industria Petrolera, Israel, Complejo Militar Industrial). No es un senador de Connecticut, sino de Ariel Sharon".
"Todo esto va de que Israel quiere una enorme presencia militar norteamericana en Oriente Medio, y nada más de Liebershitz [1]. No puedo culpar a Israel por querer una enorme presencia disuasoria en su patio trasero, así que el prófugo Liebershitz debería, simplemente, ser honesto sobre sus intenciones de meternos en Irak".
Tal odio infame se da sólo entre los neonazis y la extrema izquierda. El partido de Lieberman, definido cada vez más por una minoría enérgica de activistas banales que se quedaron con la idea de Howard Dean de que "lo que es malo para América es bueno para los demócratas", es cada vez más hostil a los hombres de principios como Joe Lieberman.
Un ejemplo típico de esta tendencia puede encontrarse en las últimas actividades de la trepa Nancy Pelosi, que recientemente declaraba su apoyo a la propuesta de retirada de Irak del equivocado congresista Jack Murtha –aunque no logró aclararse como para votar a favor de una resolución de retirada cuando se le dio la oportunidad, hace dos semanas (Murtha tampoco pudo)–. Tras criticar la estrategia militar seguida, la Generalísimo Pelosi anunció su respaldo a la recomendación de Murtha de mantener tropas norteamericanas en las naciones colindantes; como si no hubiera terroristas fuera de Irak, o como si abandonar Irak a los terroristas no alentase aún más a cada futuro terrorista de Oriente Medio a adosarse explosivos y buscar el pelotón [aliado] más cercano.El senador Joe Lieberman ha mostrado una aguda visión militar en este asunto del llamamiento a la retirada, la derrota y la rendición. En su editorial del Wall Street Journal indicaba qué unidades de combate iraquíes pueden emplearse mejor en su propia defensa, al tiempo que hacía notar que su entrenamiento era cada vez mejor. Asimismo, animaba a incrementar el uso de los "Equipos de Reconstrucción Provincial" –conformados por especialistas en economía e infraestructuras–, ya que podría catalizar el proceso de renovación estructural del país. En otras palabras, Lieberman ha estado sobre el terreno y ha hecho recomendaciones específicas para la victoria, un concepto que brilla por su ausencia en el plan Murtha-Pelosi.
Joseph Lieberman es la encarnación de una oposición honesta y leal: defensora del interés nacional, honesta en la valoración de nuestros esfuerzos bélicos, constructiva en el debate sobre cómo ganar, que antepone siempre la seguridad nacional a la efímera ventaja partidista. En el futuro, puede que los conservadores se opongan diametralmente a muchas de sus posturas, especialmente en lo relacionado con la fiscalidad y el medio ambiente. Que Lieberman sostenga estas opiniones sólo manifiesta su decencia. Aunque se presentó dos veces como candidato contra Bush, ha apoyado al presidente porque apoya la política de exportar la libertad al mundo árabe.
En pocas palabras: Joe Lieberman representa todo lo que repudia la izquierda. Su civismo político es cada vez más infrecuente. Un triste comentario acerca del presente estado de la política americana. El corazón de este senador está en su sitio, y la seguridad de la República preside su mente. Esto no le granjea las alabanzas de la mayor parte de los miembros de su propio partido, ni siquiera del hombre que le llevó como candidato a vicepresidente en 2000 [Al Gore].
Lieberman ha sentenciado sus aspiraciones presidenciales. Pero se ha granjeado el agradecimiento y el elogio del pueblo americano.
[1] Neologiosmo derivado de Lieberman, shit (mierda) y –z (para remarcar el carácter judío del senador demócrata).