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URUGUAY

La historia, los totalitarismos y nosotros

Varios meses antes de las elecciones uruguayas del pasado octubre Tabaré Vázquez designó como su eventual ministro de Economía al economista de orientación socialdemócrata Danilo Astori. Con su nominación pretendió dar tranquilidad a los mercados. Y lo consiguió. No obstante, hay que tener presente dos cosas: que un presidente puede sustituir a sus ministros conforme a su sola voluntad y que, como bien señala Carlos Rangel, el origen del subdesarrollo latinoamericano es de índole político.

Varios meses antes de las elecciones uruguayas del pasado octubre Tabaré Vázquez designó como su eventual ministro de Economía al economista de orientación socialdemócrata Danilo Astori. Con su nominación pretendió dar tranquilidad a los mercados. Y lo consiguió. No obstante, hay que tener presente dos cosas: que un presidente puede sustituir a sus ministros conforme a su sola voluntad y que, como bien señala Carlos Rangel, el origen del subdesarrollo latinoamericano es de índole político.
El presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez.
Las características socioeconómicas que singularizan a nuestro continente son el resultado de nuestra impronta cultural. Y si deseamos prever posibles líneas de acción gubernamentales, para así evaluar el grado de "confianza" que el Gobierno puede inspirarnos, es fundamental "observar" qué actitudes está tomando en el terreno político.
 
Desde esa perspectiva, las señales que está emitiendo el nuevo Gobierno uruguayo son preocupantes. El día en que asumió complicó la labor de la prensa libre e independiente. Además, pareció considerar que una de las mayores "urgencias" nacionales era restablecer relaciones diplomáticas con Cuba. Cosa que hizo Vázquez a las dos horas de tomar posesión del cargo, mostrando gran afinidad con los presidentes de Venezuela y Argentina.
 
Los regímenes totalitarios siempre han exhibido una compulsión por manipular los hechos históricos para adecuarlos a su "proyecto" ideológico. Por eso alarma tanto cuando una alta funcionaria declara: "Siempre la historia tiene un componente de pasión y de visiones distintas. Laicidad no quiere decir no enseñar religión, y tampoco neutralidad. Quiere decir partir de una realidad y de determinados conceptos, de respeto a los derechos humanos, y desde ahí plantear las situaciones".
 
Si no fuera porque es trágico provocaría risa que la nueva onda autoritaria que se está estableciendo en nuestro continente podría violar los derechos individuales justamente en nombre de los "derechos humanos". Precisamente, las afirmaciones citadas pertenecen a la titular de la recientemente creada Dirección de Derechos Humanos, que funciona en la órbita del Ministerio de Educación y Cultura.
 
Logo de los tupamaros.La Constitución uruguaya garantiza la libertad de enseñanza. Pero la novel directora explicó que el Poder Ejecutivo se plantea enseñar la historia de "lo que ocurrió realmente" durante la dictadura militar (1973-1985), tanto en la enseñanza estatal, que incluye la formación de militares y policías, como en la privada.
 
Al referirse a la subversión, la funcionaria señaló: "Obviamente (...) hay que hablar de los tupamaros, pero si decís que los tupamaros bebían la sangre de los niños estás diciendo una falsedad (...)". Relativizó la idea de que los guerrilleros se alzaron contra un sistema democrático al exponer su convicción de que el Gobierno de aquella época (1967-1973) no era tal más que en apariencia. Y en esas circunstancias opina que se justifican "formas de lucha activa".
 
La guerrilla tupamara se encuadra dentro del contexto de la "Guerra Fría". Muchos de sus miembros fueron entrenados en Cuba, con miras a imponer el modelo comunista en esta zona. Ejecutaron su primer "golpe" en 1963, cuando Uruguay era uno de los países con mejores índices sociales y económicos de Latinoamérica. Pretendió imponer por la fuerza de las armas el socialismo real, sin importar qué régimen político teníamos. Tras la caída del Muro de Berlín, nadie puede alegar desconocer que eso significaba instalar un sanguinario despotismo en Uruguay.
 
La acción tupamara fue la que provocó la violenta reacción gubernamental. Así se dieron los hechos. No a la inversa, como ahora se pretende inculcar. No "bebían la sangre de los niños", pero realizaron innumerables rapiñas millonarias, provocaron grandes incendios y explosiones, secuestraron, "juzgaron", condenaron y mantuvieron en la llamada "cárcel del pueblo" –por tiempo prolongado– a personas de las más diversas nacionalidades y profesiones; asesinaron a sangre fría, a veces por la espalda. Instalaron un clima de miedo e inseguridad en la nación.
 
Nada bueno presagia este intento de las actuales autoridades de "blanquear" y "distorsionar" nuestra historia nacional reciente.
 
 
© AIPE
 
Hana Fischer, analista política uruguaya.
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