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DESDE JERUSALÉN

Trampas de esperanza y de provocación

El alto representante para la Política Exterior y la Seguridad Común de la Unión Europea se expidió ante el reciente atentado suicida en el centro comercial de Netania que dejó cuatro mujeres asesinadas y noventa heridos. De visita en Ramala (12-7-05), aseveró Javier Solana que "las condenas no son suficientes", una prístina verdad de la que su insuficiente condena no es excepción.

El alto representante para la Política Exterior y la Seguridad Común de la Unión Europea se expidió ante el reciente atentado suicida en el centro comercial de Netania que dejó cuatro mujeres asesinadas y noventa heridos. De visita en Ramala (12-7-05), aseveró Javier Solana que "las condenas no son suficientes", una prístina verdad de la que su insuficiente condena no es excepción.
Javier Solana.
La generosa ayuda europea a la Autoridad Palestina (casi 1.000 millones de dólares) no se condiciona a que ésta deponga de una buena vez el terrorismo antiisraelí, por lo que los agresores siguen percibiendo que gozan de la automática empatía europea y no cejan de enseñar en sus escuelas que ésta es la hora de las bombas humanas y que debe posponerse toda acción creativa hasta que colapse Israel.
 
Así se resume la retorcida esperanza que ponen al alcance de la juventud quienes desde Europa se empecinan en diagnosticar mal y en exponer su desacierto pública y expeditamente.
 
El presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell Fontelles, declaró después de un encuentro con miembros del Consejo Legislativo Palestino (29-6-05) que la retirada israelí de Gaza es "la primera etapa de un amplio proceso de desmantelamiento". Como el primer ministro Ariel Sharon ha afirmado lo contrario, debemos suponer una sapiencia recóndita por parte de Borrell. O sabe de las intenciones israelíes más que el Gobierno israelí, o sabe que vale generar falsas expectativas para justificar el terrorismo cuando éstas se vean frustradas, o sabe que la misión de un parlamentario europeo es azuzar las exigencias de los palestinos para que el conflicto no acabe nunca y Europa pueda reclamar su rol protagónico como neutral y pacificadora.
 
La misma gnosis reflejó hace tres años la jueza británica Cherie Blair cuando declaró (19-6-02): "Mientras los jóvenes palestinos no tengan más esperanza que hacerse explotar, no habrá progreso". Podría haberse supuesto que no hay nadie en este sufrido planeta que sufra más que esos jóvenes, y por ende sólo para ellos morir matando es "su única esperanza".
 
No sólo los judíos deberíamos sentirnos agredidos por semejante incitación a la violencia, también los africanos, los indígenas, los ibos, los indios, los saharauis y todo grupo desdichado que al no caer en el terrorismo dejó que su dolor se filtrara inadvertido para los miopes declaradores.
 
Dos menores víctimas de la explotación sexual.Para encontrar gente que sufre basten 14 ejemplos, enumerados en el quinto Informe anual de tráfico humano internacional (3-6-05) publicado por el Gobierno norteamericano. Anualmente 800.000 personas son compradas (mayormente mujeres y niños), y en ciertas naciones perviven la explotación laboral infantil, la esclavitud práctica y la trata de blancas.
 
EEUU gasta anualmente casi 100 millones de dólares para combatir el fenómeno, responsabilidad de un funcionario especial dedicado al tema, John R. Millar.
De los 150 países revisados, los gobiernos que permiten la mentada degradación son Arabia Saudí, Bolivia, Camboya, Cuba, Ecuador, los Emiratos Árabes, Jamaica, Qatar, Kuwait, Myanmar (Birmania), Corea del Norte, Sudán, Togo y Venezuela. Otros 25 países están en una "lista de control" (aquellos en que la violación de la dignidad humana sigue vigente pero al menos sus gobiernos se esfuerzan por eliminarlas).
 
Sin embargo, las esperanzas de estos pueblos no se cifran en hacerse explotar en discotecas repletas de adolescentes, así como la verdadera esperanza de los palestinos debería consistir en apreciar que la paz con Israel es un objetivo, y en que sus verdaderos enemigos son el analfabetismo, la misoginia, el desierto, la tiranía y la violencia.
 
El problema es que cuando a los jóvenes se les lava el cerebro con "la esperanza" de ingresar al martirio paradisíaco como explosivos matajudíos no se debe condonar a los agentes del odio por medio de achacarle su veneno a “la injusticia”, porque así se siembra sólo desesperanza.
 
Para desoír ese perverso discurso que se emite con frecuencia desde medios y políticos europeos los palestinos necesitan de mucha valentía.
 
Vale un caso nunca recogido por la prensa europea –fiel a su estilo de no dañar "la causa"–. Cuando el Estado hebreo tuvo el gesto de excarcelar prisioneros palestinos (2-6-05), dos de ellos se negaron a salir: uno porque prefirió permanecer en la cárcel israelí con su hermano y el otro porque optó por completar la matriculación para sus exámenes, después de cerciorarse de que el sistema carcelario sionista le permite estudiar, mientras la "esperanzada" libertad palestina se lo dificulta.
 
La liberación de presos fue resistida por Almagor, asociación de víctimas israelíes del terrorismo, debido a que, según su director, Meir Indor, entre los liberados había tanto asesinos convictos como fanáticos que ni siquiera se avinieron a firmar una promesa de que se abstendrían en el futuro de actividades terroristas.
 
Los Blair no escarmientan
 
Tres años después de las declaraciones de la jueza, su esposo Tony, quien casualmente se desempeña como primer ministro británico, respondió en una entrevista a la BBC que las causas del terrorismo islamista son "la pobreza, la falta de democracia y el conflicto en Medio Oriente" (10-7-05).
 
El primer componente ya ha sido refutado cientos de veces. La mayoría de los pueblos pobres no se dedican al terror, y la mayoría de los terroristas provienen de familias acomodadas.
 
El segundo de los tres causales –la falta de democracia– pone, en efecto, la culpa donde corresponde. Atroces regímenes se han apoderado de los pueblos árabes y promueven el terror por medio de su aquiescencia para con la ideología de desesperación y muerte que le declaró la guerra a Occidente.
 
El tercer componente le viene al terrorista como anillo al dedo, traducido rápidamente al idioma espurio con que se blanquea el horror: la culpa de todo la tiene Israel. Si no fuera por el judío de los países no habría conflicto, no habría bombas, España no habría sufrido Atocha ni EEUU el 11-S, y todos viviríamos en Eurábica hermandad.
 
Para desenmascarar la pérfida insinuación baste con aplicar su diagnóstico de la Tercera Guerra Mundial a la Segunda: si no hubiera sido por los judíos, los alemanes no se habrían enojado tanto y no habrían sumido a Europa en la peor tragedia de su historia.
 
Entre la empatía para con el terrorismo que había perpetrado la jueza y la más actual de su esposo, el primer ministro, mediaron nada menos que el 11-M y los atentados en Londres, pero los diagnosticadores aún no parecen escarmentar.
 
El presidente español fue más general en su veredicto: en vez de entrar en detalles, ZP atribuyó el terrorismo a un "mar de justicia universal" en un artículo en un diario londinense (9-7-05) denunciado por el jefe de la oposición y por valiosas plumas de Libertad Digital.
 
Como la injusticia es en efecto universal, también abarca Europa. Ello explicaría la cita del Sunday Times de un informe del Ministerio británico de Exteriores que revela que Al Qaeda estableció un sistema de reclutamiento de alumnos musulmanes en los liceos británicos (10-7-05). No los reclutan la pobreza ni conflictos cualesquiera, sino el odio inculcado por manipuladores.
 
La injusticia no es madre de la tanatofilia islamista. Porque si así fuera hay dos grupos que serían candidatos a ser caldo de cultivo, ya que la han padecido sin pausa.
 
Uno, los judíos argentinos, que vienen reclamando desde hace once años que se castigue a los culpables del atentado contra su sede (18-7-94) que dejó más de 80 muertos. Hasta ahora todo lo que han logrado es la valiente (y reciente) admisión del Gobierno de su fracaso en la investigación. Pero los ayatolás iraníes y sus socios, los nazis locales, permanecen impunes por su responsabilidad en la matanza.
 
El otro grupo son los israelíes, quienes durante el último fin de semana fueron blanco de más de 100 proyectiles de mortero, ante la indiferencia del mundo. En uno de los ataques fue asesinada (14-7-05) Dana Gelkowicz, de 22 años, del kibutz Bror Jail. Su nombre no fue registrado en los medios europeos, para los que en general las únicas víctimas con identidad son las palestinas. Tampoco hubo reprensiones por esta escalada, amén de las vanas condenas de aquellos que sostienen que las condenas no deberían bastar.
 
 
Gustavo D. Perednik es autor, entre otras obras, de La Judeofobia (Flor del Viento), España descarrilada (Inédita Ediciones) y Grandes pensadores judíos (Universidad ORT de Uruguay).
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