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CHILE

Y los pillaron otra vez...

Hace un par de años, cuando extremistas maltrataron a carabineros y la presidenta Bachelet dio una feroz reprimenda a estos últimos por repelerlos, una ingenua productora de TV me invitó a ser entrevistado en su canal.

Hace un par de años, cuando extremistas maltrataron a carabineros y la presidenta Bachelet dio una feroz reprimenda a estos últimos por repelerlos, una ingenua productora de TV me invitó a ser entrevistado en su canal.
Cuando el entrevistador me preguntó qué opinaba de lo acontecido y yo respondí, con toda naturalidad, que no me extrañaba en lo más mínimo, porque la presidenta había pertenecido o sido muy próxima a los principales grupos extremistas, el MIR y el FPMR, de los cuales proceden los encapuchados que hoy agreden a los carabineros, entonces hasta mis oídos captaron cómo le gritaban a mi interrogador, por la línea interna, que "sacara a ese tipo (yo) de ahí", cosa que éste hizo cortés pero inmediatamente.

Por eso, cuando ahora me preguntan qué opino sobre la nula acción del Gobierno tras recibir información de que en su seno mismo trabajaba alguien vinculado a las FARC, respondo de igual manera, si bien algo temeroso de que me echen de dondequiera que esté.

Pues FARC chilenas, es decir, las FARCH, eran todos los grupos armados organizados y pertrechados bajo la Unidad Popular (UP) para sustituir por la fuerza el régimen democrático, como lo denunciaron en su tiempo, entre otros, los senadores Patricio Aylwin y Eduardo Frei.

Este último había vuelto muy impresionado de Europa, donde un gobernante democrático le había advertido: "Cuando el comunismo agarra, no suelta" (citado en su carta a Mariano Rumor). Y todos los partidos de la UP que hoy nos gobiernan tenían grupos armados, además de los del Partido Comunista y el MIR. El PS, el MAPU y la Izquierda Cristiana los tenían, como detallara el ex jefe socialista Altamirano a Patricia Politzer, en un momento de candidez del cual, supongo, se habrá arrepentido muchas veces. Y si los radicales no repartían armas, probablemente era por carecer de militantes a quienes entregárselas, desde que la facción de Bossay, mayoritaria, se había pasado a las filas de los demócratas y convocó junto con ellos a los militares a salvar el país.

Los izquierdistas y ex miristas que tienen edad suficiente y que están hoy en altos cargos en La Moneda, en el Congreso y en los partidos políticos tienen, pues, rastros de "los fierros" en sus manos (nunca me ha gustado hablar de sangre). Han cambiado pro forma, pero lo que les gusta, en el fondo, es lo de las FARC, lo de Chávez, lo de Evo, lo de Fidel, lo de Correa. Y no nombro a Lugo porque todavía lo tengo en observación.

Por eso hay tanta inconsecuencia en que la presidenta Bachelet, que encabeza pro tempore a la Unasur, llame a defender a Evo en nombre de una "irrestricta" democracia, cuando éste declara en todos los tonos su admiración por Fidel, y si para algo usa su mayoría es para hacer lo mismo que en su tiempo Hitler hizo con la suya: perpetuarse en el poder y aplastar a sus adversarios.

Ahora el Gobierno chileno procura distraer la atención de la opinión pública y la gravedad de sus nexos con las FARC con un volador de luces. Dice que quienes denunciaron tales nexos cayeron en una "operación de inteligencia colombiana". Pero el actual jefe de la inteligencia chilena, que hace un cuarto de siglo era abogado de terroristas y estuvo preso por ayudarlos, ha empezado a entregar a la fiscalía local los mismos antecedentes proporcionados por dicha "operación de inteligencia". ¿También ha caído en ella? ¡Por favor! Lo que sucede es que sólo les queda entregarlos, porque, otra vez, como en el caso de los "sobres con billetes", los pillaron.


© AIPE

NOTA DE LA REDACCIÓN: Este artículo sustituye al de PABLO KLEINMAN "Cincuenta y una elecciones simultáneas", que ya había sido publicado en el blog DEMOCRACIA EN AMÉRICA y que, por error, apareció en la primera edición de este suplemento. Pedimos disculpas por ello a nuestros lectores y al propio Pablo Kleinman.
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