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Federico Jiménez Losantos

El Parlamento vota a favor de la dictadura de Sánchez 

Al votar a favor de la dictadura por 6 meses movibles, el Parlamento renuncia a su razón de ser y se convierte en sórdida zahurda de hampones a sueldo

Al votar a favor de la dictadura por 6 meses movibles, el Parlamento renuncia a su razón de ser y se convierte en sórdida zahurda de hampones a sueldo
Pedro Sánchez en el Congreso. | EFE

No es que los diputados del Congreso, y por extensión las Cortes del Reino, no nos representen, como decían los comunistas cuando aún no se habían instalado en el Poder. Es aún peor: por mayoría absoluta -194 votos a favor, 53 en contra y 99 abstenciones- han decidido no representarnos. El Gobierno, es decir, socialistas y comunistas, junto a sus socios hijotarras, golpistas catanazis, y el zurriburri mixto cuyo modelo es Revilluca y Teruel Guitriste, han decidido abdicar la soberanía nacional a cambio del acceso directo al BOE y los Presupuestos para crear redes clientelares y asegurarse su permanencia en el Poder. La Oposición, desde que Casado apuñaló a Abascal como prueba de sangre para ser admitido en la progrez, ha volado en pedazos. Esta semana sólo quedaban Vox y un señor de Foro Asturias. Si el Parlamento existe es para representar a los ciudadanos y controlar al Poder. Al votar a favor de la dictadura por seis meses “movibles”, renuncia a su razón de ser y se convierte en sórdida zahurda de hampones a sueldo. 

El desprecio del dictador a sus esclavos 

Al margen de la reducida Oposición a Sánchez, el único que estuvo en su sitio en la sesión fúnebre fue el dictador: hizo hablar al pobre Illa en su lugar y se fue sin quedarse siquiera a escuchar al jefe de la Oposición a Vox. Para qué: si ya sabía el resultado de la votación y el PP está muerto. En sólo una semana, esa moción de censura que, según dijo Casado en la primera de sus altivas meteduras de pata, “no interesa a nadie y no servirá para nada”, ya ha servido para destruir al primer partido de la Oposición, que acompaña al tercero en el séquito de la pirámide de Sancheshosept I, astuto faraón que enterró primero a sus criados y se largó tranquilamente del túmulo de la democracia parlamentaria, por si le caía algún cascote. 

Si no fuera ofensiva para los españoles, que estamos representados en la sede de la soberanía nacional, sería casi de admirar la chulería de ese matón de feria, que no se quedó siquiera a escuchar el gañido de sus canes. ¿Tenía algún sitio mejor al que ir? No creo, fuera cual fuera la excusa. Lo veo asistiendo con su relincho mular desde una sala contigua o arrellanado en un sofá de la Moncloa a la retransmisión del suicidio de las Cortes. No hay precedentes de un caso así: ni siquiera pusieron objeciones: se fueron a su casa por seis meses tras intentar subirse el sueldo, que ya lo harán con las comisiones, pensiones, compensaciones y subvenciones. Qué gentuza.  

El entierro de Súbditos, antes Ciudadanos 

Al mismo tiempo que Toni Cantó hacía un soberbio discurso contra el comunismo en las Cortes valencianas, Inés Arrimadas echaba una de sus típicas bronquitas al Gobierno antes de anunciarle su apoyo incondicional. Yo no sé cómo no se cansa esta mujer de hacer el ridículo. Y no sé cómo no ve que, a este paso, del millón de votantes que se quedaron en casa en las últimas elecciones sin pasarse a otro partido, porque aún veían en el creado, no fundado, por Rivera, unas siglas en las que volver a confiar, no van a quedar ni los diez diputados. Lo más penoso del espectáculo de su autodisolución es el énfasis. Edmundo Bal parece Durán, e Inés, Lleida. 

Pero a ese Centro, que no es más que la fosa común que la Izquierda tiene excavada para la Derecha, se ha lanzado de cabeza, sin necesidad, el Partido Popular. De temer, con razón, las intervenciones de Cayetana, el Macho Moñudo ha pasado a reírse de Cuca y a burlarse de de Teodoro. A Inés ya ni la atacan, dejan que se diluya en muecas y poses para la tele. Es tal la ruina de la oposición que hasta un bufón como Echeminga Dominga se permite burlarse de Ciudadanos y sus pretensiones presupuestarias. Y, encima, con razón. No sé qué hará Carrizosa en las elecciones de febrero, salvo lamentar que se celebren. Girauta, por de pronto, ya ha vaticinado que Vox puede sacar más votos que el PP, que, aunque tiene a Alejandro Fernández, ha decapitado a Cayetana, clave de su buen resultado último. Par el conjunto de las fuerzas constitucionales el horizonte es tenebroso. 

La abstención de Eurocasado   

Pero siendo penoso, por residual y porque recordamos lo que ha sido, el papelón de Ciudadanos , que votó a favor de la Dictadura de Sánchez, pero aclaró que preferiría no tener que votarla, como el de Teruel El Triste, más lamentable fue la actuación y la abstención del Partido Popular. Podía haber dejado en manos de Cuca el dúo cacatúa con Illa, pero Pablo Casado, por razones que supongo entenderá su sanedrín genovés de opusición, pero nadie más, decidió hablar con un discurso sin papeles, pero muy preparado. La clave eran las citas legales: cuando sin papeles se tira de jurisprudencia es porque el discurso improvisado ha sido escrito la noche anterior, que es como confiesa Azaña en sus Diarios que preparaba sus improvisaciones. 

Y el discurso fue, en efecto, muy bueno. Si no hubiera hecho lo mismo en el de la última prórroga del Estado de Alarma antes del verano, hasta nos hubiera sorprendido que, tras dar argumentos sobrados para votar No, anunciara su abstención. Entonces fue peor: explicó que se debía votar No y anunció que votaría sí. Dos diputados que se fueron al baño antes de votar, se equivocaron, porque apretaron el botón de los argumentos y no el de las contradicciones. Pero en este caso aún ha sido más grave. Un orador anunciando que debe renunciar a hablar seis meses pero que el atropello del Gobierno es tan grave que lo piensa denunciar a las instituciones europeas, y a continuación dice que su partido se abstiene, es un monumento a la nada, o a la inutilidad, o a la estupidez, o a la cobardía, o simplemente a la cabezonería de no haber visto en la moción que debía acariciar el lomo del vencido Abascal, en vez de escupirle a él y a sus votantes, indignándolos; y al hecho, todavía más grave, de insistir en no coincidir con Vox ni siquiera para defender la supervivencia del Parlamento frente al dictador Sánchez. 

Una burla a la razón y a la Constitución 

Es una ofensa a la razón, una burla a la Constitución, una tomadura de pelo a la democracia y una puñalada al sistema representativo que tanto Casado como Arrimadas hayan criticado la pretensión de Sánchez de que la lucha contra el virus, de cuya pésima gestión es responsable el Gobierno, necesite el cierre de las Cortes y no rendir cuentas a los representantes de la soberanía nacional, pero que, a la hora de votar, hayan esgrimido esa razón bastarda que criticaban: que es necesario prescindir de la Ley, cuyo templo son las Cortes, para que pudiéramos sobrevivir al virus. ¡En manos de los matasanos del 8 de Marzo!  

Lo peor es que los diputados que han votado esta semana su propia deslegitimación no parecían darle ninguna importancia. Como si la brecha entre representantes y representados no fuera ya bastante grande y no fuera a ahondarse más en los meses venideros, los diputados apretaban obedientes el botón del sueldo con la alegría del que se va de vacaciones. Y es que, para ellos, eso es lo que han hecho: tomarse seis meses de vacaciones sin renunciar a la paga ni al aprobado. No nos representan porque no quieren. Malditos sean y serán. 

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