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UN VIAJE POR LAS HURDES

Adiós

Lo notable de Las Hurdes es que han quedado alejadas de las vías de comunicación durante siglos. Prácticamente no se encuentran allí ermitas románicas, iglesias góticas, castillos, restos árabes o mudéjares, monasterios, etcétera. Sólo las ruinas del monasterio de Los Ángeles, en el extremo sur, y de un castillo en el límite de la zona. Y no digamos edificaciones de estilos posteriores a los medievales.

Lo notable de Las Hurdes es que han quedado alejadas de las vías de comunicación durante siglos. Prácticamente no se encuentran allí ermitas románicas, iglesias góticas, castillos, restos árabes o mudéjares, monasterios, etcétera. Sólo las ruinas del monasterio de Los Ángeles, en el extremo sur, y de un castillo en el límite de la zona. Y no digamos edificaciones de estilos posteriores a los medievales.
En fin, no existe casi ninguna de las referencias que perfilan el pasado del resto de la Península. La diferenciación social está apenas desarrollada, si bien se habla de contados elementos que "no se dejan ahorcar por veinte millones". Una auténtica Arcadia, pues, y por tanto parecida a su agreste modelo, con el encanto de lo aparentemente intemporal, si bien en rápido proceso de cambio. De ser cierta aquella bobada de: "Dichosos los pueblos que no tienen historia", los hurdanos se contarían entre las gentes más felices.
 
Las últimas elecciones las ganaron los socialistas, por los cuales el viajero observa un leve desencanto. Unos dicen que el PSOE quiere hacer cosas buenas pero que "los otros no le dejan". "Como hay dos partidos, uno estorba lo que quiere el otro". También se oyen acusaciones contundentes: "Fuera de cambiar nombres y meterse con los curas, no han hecho nada".
 
Lo del clero ha provocado agrios enfrentamientos. Según cuentan, el alcalde de Pinofranqueado rechaza, él sólo, la enseñanza religiosa en las escuelas, que la vasta mayoría desea. Por ello le acusan de obrar como un dictador. En la aldea de Huetre tachan a las nuevas autoridades de caciques por pretender desplazar la guardería de las monjas y sustituirla por otra montada por parientes de aquellos. Hay quejas de que en Nuñomoral han echado a educadores para acoger a otros afectos al PSOE. Las reuniones de algún ayuntamiento han terminado en agresiones físicas por tales motivos.
 
El viajero va a despedirse de Las Hurdes tomando la ruta de Caminomorisco y Pinofranqueado. Se detiene un rato en la taberna de Rubiaco, donde la señorita Isabel le había recomendado la fonda de la señora Isabel. Le viene a la cabeza la fascinación que para la juventud del campo ejercieron las grandes ciudades en los últimos veinte años.
 
– Aquí estamos bien. No nos queremos ir, habiendo trabajo (lo mismo había afirmado al caminante un joven, llamado Rubén, de Nuñomoral). Estamos a gusto. Normalmente empleamos el día en trabajar por las mañanas, a los pinos o a los huertos, o en lo que haya. Después, los chicos vienen a jugar la partida, a charlar. No hay cine, pero hay televisión. Tenemos una discoteca en Nuñomoral, que abre dos días a la semana, y otra en Pinofranqueado. Se está bien. El que quiere y puede se va a Plasencia, a bailar o al cine… ¿El carnaval? Ya no se celebran muchos. ¿Esas fiestas en que se sorteaban las parejas? ¡Bah! Ya no se hace, son tonterías.
 
Isabel quiere fotografiarse al lado de unos plumeros de colores que ha adquirido para adornar el local. Una hermanilla suya se niega resueltamente a posar para la foto.
 
– ¿Y esa pegatina de la discotheque?
– Es de Gerona. Yo he vivido en Barcelona, estuvimos allí unos años, trabajando. Pero aquí tengo lo que quiero, ¿dónde voy a estar mejor?
 
Andando y haciendo dedo, el macutero llega a Caminomorisco, pueblo de aspecto nuevo y vagamente próspero, rodeado de bosques quemados, que vuelven a repoblar con eucaliptos. Varios kilómetros más adelante, Pinofranqueado, con aire de prosperidad, de centro serrano de vacaciones; el aire de mayor riqueza de la comarca.
 
Frente a una nave industrial, la explanada muestra un color amarillo intenso: grandes cantidades de polen extendido y puesto a secar en recipientes planos. Abunda la miel, pero el visitante no encuentra quien tenga en ese momento un tarro pequeño para venderle.
 
– La miel y el polen los compran comerciantes de fuera.
– Nunca he visto por ahí una marca de miel de Las Hurdes.
– Eso es lo malo, ¿sabe usted? No tenemos denominación de origen o cosa parecida. No se vende la miel como de aquí. Pero es muy buena, ¿eh? La hemos llegado a vender a 225 pesetas el kilo de miel negra de bosque, y a 175 la blanca, de muchas flores. Se exporta bastante, a Alemania por ejemplo, sobre todo polen, porque en España hasta ahora no había mercado. Pero en el extranjero prefieren la miel de un solo tipo de planta, de eucalipto sólo, o de romero sólo, o de tomillo… Y eso aquí no es posible.
 
La nave pertenece a una de las poquísimas, quizá la única cooperativa de la comarca.
 
– El hurdano es poco cooperativo. Como el extremeño en general.
 
Desde antes de Caminomorisco la sierra ha ido perdiendo altura y braveza. Por Pinofranqueado se torna decididamente suave. Mientras anda, el viajero va rememorando de forma algo caótica las andanzas de aquellos cinco días, desde la bajada por la Batuecas hasta Las Mestas, la subida al volcán, los personajes encontrados… Atrás va quedando el cantar del agua en las hondonadas, el aroma de las jaras y los pinos, el son de las campanillas de las cabras, que han acompañado al tío de la mochila y las chirucas.
 
Algo más al sur empieza el llano, que ofrece una vista grandiosa: meseta extendida entre dos hileras de cumbres en los horizontes. En dirección a Béjar, unas masas imponentes llenas de nieve. El caminante opta por detenerse un buen rato, contemplándolo todo. Y se sienta sobre un pedrusco al borde de la carretera, en espera paciente de un coche que le acerque a Plasencia.
 
 
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