Menú
COMER BIEN

La guerra del albariño

El mundo del vino en Galicia anda revuelto desde que una bodega de la Denominación de Origen Ribeiro anunció el lanzamiento de un vino elaborado con uvas de la variedad albariño, lo que ha sentado como un tiro en la D.O. Rías Baixas, hasta ahora monopolizadora casi única de esa variedad.

Es verdad que la albariño es la bandera de Rías Baixas. El problema es que, mientras la gente pide un rioja, un jerez, un Ribera del Duero, un ribeiro o un borgoña, cuando quiere un rías baixas no lo pide así: pide un albariño. Temen, tal vez con razón, que ese nuevo albariño del Ribeiro cree confusiones.

Puede ser; pero es muy difícil ponerle puertas al campo. Cuando se inició el camino que condujo a la D.O. Rías Baixas, sus promotores pensaron en bautizarla como Albariño. Lógico: es su estandarte. Pero la reglamentación europea exige que una denominación de origen tenga, como parece coherente, un nombre geográfico, no el de una variedad de uva que cualquiera puede, en teoría, cultivar donde más le apetezca.

Antes de este conflicto había ya vinos elaborados con albariño en la Ribeira Sacra, en Galicia; en Costers del Segre, en Cataluña, y hasta en Napa Valley, en California. No hace mucho yo mismo probé un albariño muy curioso elaborado en Aragón. Y era un albariño, pero estaba claro que no era un rías baixas.

Si las variedades fueran exclusivas de sus zonas de origen, poco vino de calidad tendríamos. La borgoñona chardonnay es la madre de muchísimos excelentes vinos blancos en el mundo, sin que a los borgoñones parezca importarles; ellos saben que ninguna chardonnay va a dar en Australia, Chile o España un Montrachet, que es sin duda el mejor blanco del mundo, y se elabora en la Borgoña.

Burdeos ha invadido el mundo con su cabernet sauvignon y su merlot. Por supuesto, en ningún lugar "sale" un cabernet sauvignon como, pongamos por caso, un Haut Brion; tampoco un merlot como el Pétrus. Los bordeleses saben que en ningún sitio van a funcionar esas variedades como en las riberas del Garona, de la Gironde. Pero cuando alguien bebe un cabernet sauvignon californiano o neozelandés, inevitablemente recuerda los burdeos.

¿Que hay competencia? Claro, y uno piensa honradamente que eso es bueno. Otra cosa sería si la albariño de las riberas del Avia, la del Ribeiro, cambiase de nombre; porque de eso también sabemos mucho, sobre todo en España, donde la variedad tinta reina, la tempranillo, se cultiva en cien zonas... bajo cien nombres: es tinto fino o tinta del país en la Ribera del Duero, ull de llebre en Cataluña, cencibel en La Mancha, tinta de Toro en Toro, arauxa en Monterrei... La tempranillo manda en los tintos españoles de calidad, por encima de variedades propias como la garnacha o la mencía y por encima, también, de las foráneas.

Hay blancos de las Rías Baixas en los que entran variedades no específicas de la zona, desde la treixadura a la caíño, desde la loureira hasta la torrontés. Siempre, eso sí, como complementos de la albariño. Entonces, si los reglamentos de otros Consejos Reguladores no lo impiden, puede hacerse albariño, o un vino con albariño, en donde legalmente sea posible.

Otra cosa es que salga como en el Salnés, el Condado o el Rosal. La uva es una parte importantísima de un vino, pero no la única: lo que los franceses llaman terroir, término que aún no hemos sido capaces de traducir bien al castellano, cobra cada vez más importancia.

Nos explicaremos: cualquiera puede plantar en su casa el mismo clon de merlot con que se elabora el Pétrus; pero no le va a salir un Pétrus. La composición de la tierra, el correspondiente microclima, la orientación de los viñedos tienen mucho que decir en la calidad de un vino; además, claro, del propio proceso de vinificación.

De modo que no sólo es la uva: son más cosas. Las variedades, mejor o peor, viajan; la propia Galicia importó uvas de la variedad palomino, que allí llamaron jerez, para aumentar el rendimiento; se consiguió esto, pero a costa de la calidad. La palomino no funcionaba; pero ya ven si funciona, y cómo, en Jerez o, bajo el nombre de listán blanco, en Tenerife. Las uvas reconocen su tierra, su clima, su sol... y responden en consecuencia.

No deberían preocuparse los bodegueros de las Rías Baixas de lo que hagan los demás, y sí de lo que hacen ellos. Que la albariño viaje... bueno, siempre se dijo que lo hizo del Rhin a Galicia hace casi mil años, aunque ahora haya nacionalismo hasta para estas cosas. Pero que alguien haga un albariño como en las Rías Baixas... eso parece difícil.

 
© EFE
0
comentarios