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CRÓNICA NEGRA

La nueva delincuencia

El de 2006 ha sido uno de los inicios de año más violentos que se recuerdan: muertes por disparos, cuchilladas e incluso un agujero con un taladro en la cabeza. La misma Nochevieja, un joven de 23 años recibió un disparo que le partió el corazón cuando abría la ventana de su casa para tomar el aire en medio de una fiesta.

El de 2006 ha sido uno de los inicios de año más violentos que se recuerdan: muertes por disparos, cuchilladas e incluso un agujero con un taladro en la cabeza. La misma Nochevieja, un joven de 23 años recibió un disparo que le partió el corazón cuando abría la ventana de su casa para tomar el aire en medio de una fiesta.
Edvard Munch: EL GRITO (detalle).
Los primeros días de enero han registrado una cifra muy alta de muertes por machismo, y se registra una importante actividad de bandas organizadas. Además de la creciente presencia de los menores delincuentes en las calles y la actuación cada vez más amenazadora de los asaltantes de casas, que prefieren robar con los propietarios dentro. En los últimos doce meses hay que anotar casos insólitos de brutalidad criminal. Destacan las muertes de dos sexagenarias por parada cardiaca fulminante tras sufrir un robo, en casos separados por apenas dos semanas y ocurridos en Madrid, uno de ellos en pleno centro.
 
La nueva delincuencia puede resumirse así: consolidación del "asesino inteligente" que reta a la policía, mayor frecuencia de "criminales en serie", proliferación de bandas de crimen organizado, sicarios y ajustes de cuentas, lo que podemos llamar sin temor "Crimen S.A."; asaltantes que de forma planificada irrumpen en la tranquilidad del hogar imponiendo desde el primer instante la estrategia de máxima tensión; grupos de menores que se dedican al expolio de los más vulnerables o de solitarios, como el hombre que fue atacado en el Metro de Madrid y sufrió graves heridas al perseguir a sus asaltantes. En estos robos al descuido o mediante exhibición de armas blancas siempre se encuentran pequeños delincuentes escudados en la protección de la Ley del Menor. Además, buena parte de todo el nuevo crimen ha sido importado de fuera.
 
Los primeros días del año nos han traído episodios de disparos que, entre otras cosas, apuntan a la existencia de francotiradores. Una de las hipótesis señala la posibilidad de grupos de incontrolados que recibieron el 2006 con tiros al aire; para los que no creemos en la casualidad, nos parece desmesurado que acertaran a la víctima en el corazón. Además, hace poco, también en Año Nuevo y también en la capital (concretamente, en Puente de Vallecas), otro ciudadano recibió un disparo en la nuca cuando salió a su terraza para averiguar quién era el autor de aquellos ruidos que creía petardos. En ninguno de estos misteriosos casos se ha averiguado la motivación. Demasiado parecido a lo de los francotiradores americanos del Tarot.
 
Por el contrario, hemos podido observar, con sorpresa, cómo un vigilante de seguridad disparaba contra los que habían sido sus compañeros de trabajo, mataba a dos de ellos, hería gravemente a una compañera y se quitaba la vida con una escopeta de postas.
 
Se trata de un hecho que solíamos contemplar en la distancia, preferentemente en los Estados Unidos, donde cada cierto tiempo un trabajador amargado se echa la carabina al hombro y dispara contra su jefe o contra otros trabajadores, a los que hace responsables de su desgracia. En el caso español, es la segunda vez que un profesional, supuestamente por idéntico motivo (obsesión de que los otros le hacen objeto de acoso y burla) se vuelve contra sus compañeros con un plan letal.
 
Con esto, la nueva delincuencia alcanza cotas nunca antes rebasadas. Me refiero, por ejemplo, a los hechos pendientes de juicio protagonizados por la doctora Noelia de Mingo en la clínica Jiménez Díaz, donde armada de un cuchillo, oculto de forma ingeniosa en su bata blanca, arremetió contra médicos y pacientes, perpetrando una carnicería. Ahora ha sido un reconocido cazador en su tiempo libre quien ha desatado la insólita cacería contra el personal de servicio en la que será sede del nuevo Ayuntamiento de Madrid, el Palacio de Correos de la Plaza de Cibeles.
 
Delincuencia de nuevo cuño que nos sorprende sin una preparación especial. En el siglo XXI, y aunque contamos con una de las policías más eficaces y esforzadas de Europa, tanto en su versión de agentes de paisano como de Guardia Civil, la complejidad y diversificación de las nuevas formas de actuación delincuencial desborda las previsiones y, lo que es más grave, no ha generado una preocupación concienzuda en los políticos que permita combatir con solvencia las derivaciones delincuenciales y las nuevas figuras delincuentes. Es preciso destacar una vez más la falta de medios y el abandono de determinadas plazas policiales.
 
La falta de sensibilidad para adelantarse a los acontecimientos que amenazan la seguridad provoca que se improvisen unidades contra el crimen organizado cuando la invasión tiene mal remedio y se han soltado matones en las calles del país, con resultado de ejecuciones y asesinatos sorprendentes, como los que tienen como víctimas a abogados. Recordemos, sin ir más lejos, las muertes con saña junto al Retiro y en Castellón.
 
Igualmente, prolifera la delincuencia de jóvenes que torturan, vejan y matan a mendigos: recordemos los hechos registrados en Guecho en 1999 y más tarde en Zaragoza, con botas reforzadas con metal, pasando por la paliza sañuda a un indigente en la puerta del garaje madrileño de Santa María de la Cabeza o la mujer quemada viva en Barcelona cuando pasaba la noche en un cajero. En todos estos casos se supone el móvil de simple diversión y combate del aburrimiento: niñatos desocupados a los que entretiene la crueldad.
 
Una explosión de violencia acorde con tiempos revueltos, de grandes carencias afectivas y exceso de valores materiales. Es ahora cuando la seguridad debe convertirse en una asignatura prioritaria. Quienes deseen vivir tranquilos tendrán que dedicar recursos para asegurarse la tranquilidad. Se acabó la era de elegir el azulejo caro, el mueble de marca y olvidarse de combatir la amenaza. En Casals, Valencia, en un oscuro episodio de presunto robo en un chalet, el propietario está imputado por haber dado muerte a dos asaltantes con una pistola. Suponiendo que todo sea como nos lo han contado, adelantemos que no es aconsejable tomar las armas para defenderse, sino optar por combatir la violencia mediante el conocimiento exacto de lo que sucede.
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