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PANORÁMICAS

Los machotes y los Óscar: ¡hagan sus apuestas!

En el 2000, poco antes de la gala de los Óscar, desaparecieron 55 estatuillas de un muelle de carga poco. La mayoría fueron recuperadas: las habían arrojado a un vertedero. ¡Qué hermosa metáfora!

En el 2000, poco antes de la gala de los Óscar, desaparecieron 55 estatuillas de un muelle de carga poco. La mayoría fueron recuperadas: las habían arrojado a un vertedero. ¡Qué hermosa metáfora!
Pero tampoco hay que abusar. Los criterios de los académicos, descritos muchas veces como una pandilla de viejunos obsoletos, son discutibles como los de todo el mundo, pero no está demostrado que sean peores que los de los elitistas jurados de los festivales europeos de más ringorrango. Ahora, una cosa está clara: la Academia norteamericana no habría dejado sin siquiera nominar una película como Los abrazos rotos, cosa que sí ha hecho su homóloga española.

La entrega de las célebres estatuillas doradas –¿se travestirán de azul en esta ocasión?– de la rimbombante Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood tiene este año más morbo y relumbrón que nunca. El enfrentamiento entre las películas más nominadas, Avatar y En tierra hostil, se acentúa debido a que sus respectivos directores, James Cameron y Kathryn Bigelow, fueron matrimonio hace años. Pero esto es minucia para chismosos. Más relevante es que se enfrentan dos trayectorias completamente diferentes: el apabullamiento presupuestario que a través del marketing produce un éxito de taquilla que se retroalimenta frente a la emergencia de una producción independiente que sólo se sostiene sobre su calidad cinematográfica, contra el viento y la marea de la estupidez propia y ajena. ¿Quién ganará? Pedro Almodóvar, que conoce bien la cocina de las votaciones, cree en un reparto salomónico: Mejor Película para Avatar y Mejor Dirección para la Bigelow, que recientemente se convirtió en la primera mujer en hacerse con el premio de la Asociación de Directores norteamericanos. Una mujer que hace caso omiso de su condición sexual, de banderas y cuotas, para concentrarse en los neutrales aspectos profesionales:
Este es el momento más increíble de mi vida. Creo que prefiero considerarme simplemente una cineasta.
Alguien dijo que los Óscar son una pasarela de moda estúpida que sólo siguen los homosexuales. Así que si es usted gay o fan de Balenciaga, no tengo que convencerle para que siga la ceremonia. Si, por el contrario, es usted un heterosexual estricto y cree que Alexander McQueen es el interior zurdo del Manchester City, entonces le voy a proponer una visión viril de la gala: juéguese hasta la camisa adivinando los ganadores. Si quiere darle vidilla, hasta puede organizar una porra con sus amigos o, más profesionalmente, jugarse unos euros en las casas de apuestas, que, naturalmente, han enfocado sus profecías de lucro sobre lo que sucederá el domingo en la más roja y larga de las alfombras.

Si tenemos en cuenta los paneles de las casas de apuestas del orbe anglosajón, la gran triunfadora será... En tierra hostil, que hará doblete Mejor Película-Mejor Director, aunque cederá ante Inglourious Basterds en el rubro Mejor Guión Original. Avatar tendrá que conformarse con los premios técnicos.

Más caballos ganadores: Jeff Bridges, que tras seis intentos podría por fin llevarse el muñeco a casa –este fin de semana se estrena su película: Corazón rebelde–, y Cristoph Waltz, por su inconmensurable interpretación como nazi caza-judíos en la película de Tarantino. Los rivales de este último no tienen mucho que hacer, por lo que parece. En cuanto a Bridges, aunque las cosas le pinten bien, podría convertirse en un mítico perdedor, de esos que tan bien interpreta, si Morgan Freeman captura los votos asociados al aura de Nelson Mandela.

En cuanto a las actrices, Mo'Nique, la huracanada madre desnaturalizada de Precious, no tiene competencia digna de tal nombre en la categoría De Reparto, así que concentremos nuestra apuesta alternativa en el Premio a la Mejor Actriz Principal. Favorita por sorpresa, una desconocida Sandra Bullock podría... verse superada en el tramo final por la omnipresente Meryl Streep o por, mi favorita, la inglesa Carey Mulligan, que viene de ganar el Bafta británico y que en Una educación es como una reencarnación combinada de Audrey Hepburn y Jean Seberg.

El Premio a la Mejor Película en Lengua Extranjera parece un combate entre La cinta blanca, de Haneke, que se llevó el Golden Globe, y El profeta de Audiard, que se hizo con el Bafta. Las candidatas en español, la peruana La teta asustada y la argentina El secreto de tus ojos, cuentan con menos posibilidades, aunque el estilo arcaico y sentimentaloide de Campanella podría llegar al corazoncito de los votantes más talluditos, que son los que habitualmente deciden en esta categoría.

La apuesta más arriesgada, pero que por tanto puede dar múltiples dividendos, viene avalada por el cambio del sistema de votaciones para el Óscar a la Mejor Película. En esta ocasión hay diez candidatas, en lugar de las cinco habituales. Y ya no se vota una sola cinta, sino que los académicos califican todas del 1 al 10. Así que el tercero a priori de la lista, Tarantino, puede colarse en el último momento entre Cameron y Bigelow y hasta ganarles por el hocico. Cosas más raras se habrían visto...

PS: La gala. Pensaba verla por primera vez en mi vida debido a que Sacha Baron Cohen iba a participar como presentador junto a Ben Stiller. Si le había puesto el culo en la cara al rapero Eminem (de verdad) y es capaz de comprar un niño africano por correo y luego venderlo por un Ipod (de mentirijillas, en Bruno, la película más políticamente incorrecta del lustro), qué no sería capaz de hacer a los formalitos y aburridos académicos de sonrisa Profidén... Pero resulta que lo han vetado por un quítame allá esas diferencias creativas. El humorista judeo-británico pensaba disfrazarse de Na'vi embarazada y proclamar a los cuatro vientos que James Cameron era el progenitor. Y claro, no se le gastan bromas al autoproclamado King of the World.


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