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Francisco Pérez Abellán

Triángulo amoroso

Algo que ayudará a esclarecer todo el lío es a cuánto ascienden las propiedades de la pareja y cómo se reparten. 

Criminal pero muy educado en su llamada al 112 Galicia: "Buenos días, llamo por si pueden enviar a recogerme. Soy un homicida", dijo el presunto autor de la muerte de Manuel Ángel Rivas, de 39 años y pareja sentimental de su mujer. Todo esto sin perder las formas ni la expresión exquisita. Era Marcos Vidal, un peluquero y experto en artes marciales. Ahora, dos años después, la juez investiga si Sandra, el vértice del triángulo amoroso de Ponte Caldelas, estaba al tanto de que su examante iba a matar a su exmarido.

Sandra es enfermera en el hospital de Pontevedra. Cuando los policías supieron que Marcos había dejado a Manuel agonizando en el interior del domicilio conyugal, la llamaron para que se presentara en la casa, pero ella, con una salida de pata de banco, dijo que tiraran la puerta abajo, que no podía ir en ese momento. Además de esta actitud, también está contra ella una llamada hecha al mismo 112 que al parecer se recibió cuando todavía no debería saber que su marido había sido atacado.

El suceso se produjo por la mañana temprano, cuando la mujer estaba en el trabajo. El novio se presentó en casa del marido y logró subir llamando al timbre. No se sabe lo que pasó dentro, pero Manuel resultó herido en pecho y cuello de varios navajazos, Marcos lo dejó desangrándose dentro del hogar, cerró la puerta y llamó para entregarse. Cuando llegaron los servicios de urgencia no pudieron hacer nada por la víctima. Sandra también había llamado de forma intempestiva, por lo que sospechan que podría estar en el ajo.

El triángulo amoroso había sido de ida y vuelta; y de vaivén. Primero Sandra y Manuel rompieron, luego ella tuvo una relación sentimental con Marcos y después rompió con éste para volver con su marido. La jueza no acaba de ver con claridad dónde acaban los contornos de esta enfermera amorosa. En concreto, duda de con quién estaba de verdad cuando se produce el crimen: si había vuelto con su marido o si lo quería dejar para volver con Marcos. El que no dudaba era Marcos, que se presentó en la casa y se lió a navajazos. Manuel y Marcos tenían los negocios en los que trabajaban a solo unos metros de distancia, eran por tanto vecinos, enamorados de la misma mujer y rivales. Manuel tenía una tienda de delicatessen y Marcos una peluquería unisex. Se conocían y disputaban. ¿Por qué Manuel, sintiéndose amenazado, abrió a Marcos? ¿Por qué Sandra no lo dejó todo para volver como una loca al rescate de su marido? Y lo esencial: ¿cómo supo con antelación que estaba herido?

La investigación policial y la instrucción judicial a veces se eternizan. Dos años para despejar incógnitas que pesan sobre el drama desde el primer día. Un triángulo amoroso, abierto y cerrado. ¿Por quién bebía los vientos Sandra? En la primera declaración, el homicida exquisito, después de dar los buenos días, tras haber ido a casa a cambiarse de ropa, manchada con la sangre de la víctima, para entregarse en perfecto estado de revista, dijo haber matado a su rival por propia voluntad, pero en declaración posterior admite que Sandra sabía que pensaba ir a darle un susto. Si de verdad Sandra lo sabía, las cosas no fueron como se han contado, y ahora faltaría establecer cuáles eran sus verdaderos intereses en esta triste historia, en la que un hombre desprevenido quedó a merced del celoso enamorado ocasional, frente al que había conseguido, contra todo pronóstico, recuperar su matrimonio. La pareja había vuelto a convivir; o eso parece. Tras perdonarse mutuamente los tropiezos y prometerse un futuro mejor. Algo que ayudará a esclarecer todo el lío es a cuánto ascienden las propiedades de la pareja y cómo se reparten.

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