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Fundación Heritage

Obama se cansó de luchar contra el terrorismo

Está harto de luchar. Por desgracia, los enemigos de Estados Unidos no.

"Lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; nunca nos rendiremos". Estas palabras no fueron utilizadas en ningún momento por el presidente Obama durante su discurso en la Universidad de la Defensa Nacional (NDU). Es más, no dijo nada que recordase al inmortal discurso de Winston Churchill sobre la resistencia ante el avance de la tiranía.

En gran medida, no hubo nada nuevo en la estrategia antiterrorista que anunció. El flashback a 2011, ese fue el verdadero punto de inflexión. Hasta entonces, Obama se había comportado como "un Bush descafeinado", usó prácticamente las mismas tácticas que la Administración anterior, simplemente eliminaba toda su retórica.

La batalla de las ideas fue completamente desterrada del vocabulario de Obama. El terrorismo islamista se convirtió en "extremismo violento". Y terrorismo se convirtió en "violencia sin sentido". Sin embargo, en 2011 Obama cambió de rumbo espectacularmente. Más que abandonar la guerra de las palabras, la Casa Blanca suscribió una nueva estrategia antiterrorista que equivalía a huir de Irak y Afganistán tan rápido como fuera posible, limitando la campaña ofensiva a golpear a los líderes de Al Qaeda en ataques con aviones no tripulados.

La nueva estrategia estaba condenada al fracaso. Sin embargo, incluso cuando surgían nuevos frentes en la guerra contra el terrorismo, la Administración continuó argumentando que estaba ganando. Después de que los terroristas islamistas asesinaran a varios americanos y quemaran hasta los cimientos el consulado de Estados Unidos en Bengasi, el presidente afirmó que estaba ganando. Cuando los terroristas criados en casa matan en Boston y Londres, afirma que está ganando. Cuando los talibanes se mofan de Estados Unidos a medida que nos retiramos de Afganistán, afirma que está ganando.

En vez de admitir el fracaso y cambiar de rumbo, al enfrentarse con las críticas en casa, el presidente ha decidido declarar la victoria con la esperanza de que eso revitalice el respaldo de la izquierda. En su discurso, prometió hacer aún menos y hacerlo de forma más transparente. Esto sin duda complacerá a los progresistas que estaban descontentos por que Obama conservase un mínimo vestigio de las políticas de Bush.

Aunque puede que este discurso haga más popular al presidente entre los grupos progresistas, equivale a una estrategia tipo Línea Maginot. Estados Unidos no irá a por ellos si ellos no vienen a por nosotros. Si ellos no vienen a por nosotros, los trataremos como a cualquier otro criminal. Si triunfan, no será nuestra culpa, será el resultado de unas mentes perturbadas y una violencia "sin sentido".

Obama ha vuelto a la perversa estrategia antiterrorista de Clinton durante los años 90, sin recordar que esa fue la estrategia que condujo al 11 de Septiembre.

Obama formuló el desafío que afrontamos en la actualidad como una falsa elección entre no hacer nada y una guerra sin fronteras, eterna y global. En realidad, Estados Unidos puede hacer mucho más para defenderse, como desmantelar las redes terroristas globales, hacer retroceder las políticas islamistas y defender la libertad en el mundo.

Existen opciones entre no hacer nada e invadir países. Pero el presidente Obama ha decido ignorarlas. Está harto de luchar. Por desgracia, los enemigos de Estados Unidos no.

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