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La última oportunidad

Rusia, uno de los malos de esta historia, puede ser la clave para el principio del fin.

¿Será una conferencia más? Es la gran pregunta ante el anuncio de que a finales de este mes se celebrará una nueva reunión internacional sobre Siria. Esta vez, el inicial compromiso conjunto de Estados Unidos y Rusia es lo hace albergar más esperanzas. Porque ante la certeza de que es imposible volver al statu quo ante, y que alguno de los bandos alcance una victoria decisiva, es la única posibilidad a la que se puede agarrar en estos momentos la comunidad internacional.

Rusia, uno de los malos de esta historia, puede ser la clave para el principio del fin. Hasta ahora se le ha acusado de apoyar a Al Asad y su violenta represión contra la población, que ha ido en aumento a medida que pasaba el tiempo. También, de no querer renunciar al negocio montado en torno a la venta de armamento al régimen. Y, por último, de no querer poner en peligro la única salida que tiene al Mediterráneo. Pero hay que añadir algo más. En sus cálculos los rusos siempre han pensado en términos mucho más amplios, han reflexionado estratégicamente, cosa que no han hecho, por ejemplo, los americanos. Después de Libia, decidieron no volver a apoyar una intervención como aquella, y menos en Siria, donde las consecuencias serían mucho más catastróficas, sobre todo por su situación geopolítica. Si Libia está en la periferia del Gran Oriente Medio, y con apenas 7 millones de personas, en Siria hay tres veces más población y frontera con Irak, el Líbano, Israel y Turquía.

Tras más de dos años, los acontecimientos han otorgado mayor coherencia estratégica a Rusia, mientras que Estados Unidos la ha ido perdiendo. También ha perdido credibilidad. El uso –aunque sea a pequeña escala– de armas químicas y los ataques israelíes contra arsenales de armamento sirio han llevado a Washington a buscar el apoyo de Moscú para parar la catástrofe humanitaria y el deterioro de toda la región, que pone en peligro los intereses de uno y otro.

Los hay optimistas que subrayan que por primera vez hay una aparente armonía entre ambas potencias. Y por otro lado está la duda que cómo quedan los otros asuntos en la agenda bilateral Rusia-Estados Unidos, como la defensa antimisiles, y si serán utilizados como moneda de cambio por los rusos. No hay que olvidar, sin embargo, la reciente visita a Rusia del asesor Tom Donilon, que ha ayudado a mejorar la comunicación entre Obama y Putin, y que las bombas de Boston los están uniendo en una más estrecha colaboración en la lucha contra el terrorismo.

Pero nadie dijo que iba a ser fácil. Ni el régimen ni la oposición siria están hoy por la labor de sentarse en la mesa de negociaciones y tendrán que ser arrastrados a ella. Y la Casa Blanca y el Kremlin deberán demostrar que saben cooperar. ¿Misión imposible o la última oportunidad para la paz?

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