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Terrorismo en Argelia y contexto regional

La intervención militar francesa debe ser vista como necesaria y como parte de un esfuerzo multinacional.

Algunos analistas no dudan en estos momentos de confusión en considerar el ataque terrorista registrado el pasado día 16 en Tiguentourine, en las cercanías de In Amenas, como una respuesta a la intervención militar francesa en el norte de Mali­. Es como si por molestar a los terroristas debiéramos asumir este tipo de respuestas. Como si nos hubiéramos buscado que nos atacaran.

Referirse a esto en plural es no sólo importante sino obligado, porque la toma por terroristas de un complejo gasístico es un ataque a toda la comunidad internacional y no sólo a Argelia, que pone el escenario, o los paí­ses que sin quererlo se han visto directamente implicados (los países de donde eran ciudadanos los secuestrados). A algunos, en concreto a los españoles, ya les tocó antes, recordemos el secuestro de cooperantes a manos de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y del Muyao (Movimiento para la Unicidad y la Yihad en el África Occidental), actores centrales en el agravamiento del conflicto en el norte de Mali­, y eso por no irnos más atrás y enumerar los compatriotas asesinados por el Grupo Islámico Armado (GIA), antecesor de todos estos grupos activos ahora.

Los acontecimientos se están sucediendo de forma vertiginosa, pero es preciso que la opinión pública asimile unos conocimientos mí­nimos para poder digerirlos y, sobre todo, para que no sea engañada, bien por despistados, bien por malintencionados.

La intervención militar francesa ha sido saludada por no pocos malienses, y no sólo por las autoridades de Bamako, y ha contado con el aval de la comunidad internacional, algo que, como saben los profesionales de las Relaciones Internacionales, no es tan sencillo, sobre todo cuando lo que se dilucida es el uso de la fuerza, como es el caso. 

Cuando los tres grupos terroristas –Ansar Eddine denunciaba unilateralmente el pasado día 3 "compromiso" con el alto el fuego acordado en Argel el 21 de diciembre– mostraban en esos días su voluntad de seguir imponiendo el terror en Mali y atacaban Konna, poniendo en peligro el escaso territorio del paí­s que aún no controlaban, las alarmas se encendieron y hubo que cambiar los calendarios.

Recordemos que la Resolución 2085, aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 20 de diciembre, fijaba unas condiciones y un calendario de intervención internacional válidas sólo para los Estados y para la comunidad internacional, no para el enemigo terrorista. Este último, que no se ajusta a lí­mite alguno, ni jurídico ni moral, vio la ocasión de hacer progresos en su guerra yihadista y emprendió su ofensiva. El presidente interino de Mali­ pidió ayuda al Consejo de Seguridad y a su valedor por excelencia en el mismo, Francia. La obtuvo de inmediato.

La intervención militar francesa debe ser vista, pues, como necesaria y como parte de ese esfuerzo multinacional, que incluirá el despliegue de efectivos africanos de la Cedeao (Comunidad Económica de Estados del África Occidental). Es evidente que también estos tendrán que ajustar su calendario a la precipitación impuesta por los terroristas.

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