No decía el otro día ninguna tontería García Margallo al considerar que "o nos ponemos de acuerdo los constitucionalistas, o estamos en funciones hasta 2020". Tampoco la decía Felipe González cuando, tras descartar una coalición de Gobierno entre PP y PSOE, vaticinó que "será más fácil que haya investidura que un Gobierno que gobierne".
La cuestión es que para que haya investidura será necesario, efectivamente, algún tipo de acuerdo entre PP y PSOE, pero que no tiene que ser necesariamente un acuerdo de Gobierno, tal y como les gustaría a los socialdemócratas de Rajoy, sino que podría radicar simplemente en la abstención de unos a favor de los otros en la sesión de investidura, tal y como parece deducirse de las palabras de un Felipe González que aún ve más improbable y con peores ojos que el PSOE llegue a un acuerdo de Gobierno con Podemos.
De ahí la fragilidad y escasa duración de un Gobierno presidido por Rajoy gracias a la hipotética abstención de los socialistas, que al día siguiente se ubicarían en la oposición junto a Unidos Podemos. Otro tanto se podría decir de un Gobierno presidido por Sánchez, gracias a la más improbable abstención del PP; con la encomiable diferencia de que su paso a la oposición liberaría muy probablemente a este partido de la losa rajoyesca y le permitiría combatir al frágil Gobierno socialista desde sus recuperadas señas de identidad liberal-conservadoras.
A día de hoy, sin embargo, Rajoy no está dispuesto a que haya en España un Gobierno socialdemócrata y constitucionalista que no esté presidido por él; mientras que los socialistas no sólo están en contra de formar Gobierno con el PP, sino que –según Sánchez– votarán en contra de la investidura de cualquier candidato del PP.
Así las cosas, y mientras el PSOE no se abstenga en favor del PP, ni el PP en favor del PSOE, yo ni siquiera creo que vaya a haber un "Gobierno que no gobierne" que no sea –claro está– el Gobierno que a Rajoy no le importaría lo más mínimo presidir en funciones hasta 2020.