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Guillermo Dupuy

Respecto de un gobierno PP-Ciudadanos

No habría peor gobierno socialdemócrata en España que el que impidiera a la derecha liderar la oposición.

La posibilidad de que el PP y Ciudadanos, en caso de celebrarse unas nuevas elecciones, pudiesen sumar más de 175 escaños ya no sólo se deduce de los trackings de La Razón, sino de una encuesta de Sigma 2 que publicaba este lunes el diario El Mundo. Todavía está por ver, en cualquier caso, que se celebren esas previsibles nuevas elecciones y que, sobre todo, tengan esos mucho más sorprendentes nuevos resultados. Pero en caso de conformarse esta alianza entre el PP de Rajoy y el partido de Rivera nos veríamos abocados al único gobierno socialdemócrata que condenaría al electorado liberal-conservador de este país a quedarse sin representación parlamentaria.

Mariano Rajoy, sencillamente, no tiene enmienda, como tampoco la tendrá su partido mientras esté presidido por alguien que, como él, no tenga el carácter y las convicciones necesarias como para enfrentarse al statu quo socialdemócrata y atreverse a llevar a cabo una acción de gobierno auténticamente reformista y acorde a los principios liberal-conservadores que otrora su partido defendió.

Si Rajoy, a pesar de tener una amplísima mayoría absoluta, no ha tenido el coraje de abortar el golpe secesionista en Cataluña, alcanzar el equilibrio presupuestario por la vía exclusiva de la reducción del gasto público, reformar y reducir el peso que tienen nuestras sobredimensionadas Administraciones regionales y, en general, liberalizar nuestra muy intervenida economía, no lo va a hacer ahora por el mero hecho de necesitar el apoyo de una formación como Ciudadanos.

La de Albert Rivera será una formación muy equiparable a esas de centro-izquierda que pululan por Europa, cosa que en España no es frecuente, pero no deja de ser una formación socialdemócrata al fin y al cabo. No hay más que echar un vistazo a su reclamación de una todavía más cuantiosa financiación a nuestras Administraciones autonómicas o a su consideración de que cumplir con el objetivo de reducir el déficit sería un "suicido" para España para llegar a la conclusión de que ningún avance liberalizador de nuestra economía cabe esperar de su concurso.

Me temo que este "más de lo mismo" se daría también al afrontar nuestra crisis como nación y como Estado de Derecho. Y no sólo lo digo en lo relacionado con ver algún día respetado el derecho de todos los españoles a poder escolarizar a sus hijos en español, también en lo relacionado con dar por concluida la impunidad y la financiación extraordinaria que se ha brindado y se sigue brindando, con la condescendencia de todos, al ilegal proceso secesionista catalán.

Mientras Ciudadanos no se atreva a requerir la suspensión de la autonomía catalana, en una más que justificable aplicación del articulo 155 de nuestra Constitución, y, lo que es aun más vergonzoso, ni siquiera se atreva a condicionar los Fondos de Liquidez Autonómica a un público acatamiento de la legalidad por parte de los mandatarios catalanes, seguiremos como hasta ahora, viendo cómo los golpistas se suenan las narices con las sentencias que dicta el Tribunal Constitucional.

El voto a Ciudadanos, desde mi punto de vista, ha tenido y puede seguir teniendo sentido solamente como voto de castigo al irreconocible PP de Rajoy, pero de nada sirve el castigo si, en lugar de servir para acabar con el rajoyismo y generar la enmienda, sirve para apuntalarlo. Sólo en la oposición puede tener cura el PP. Y no habría peor gobierno socialdemócrata en España que el que impidiera a la derecha liderar la oposición.

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