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SIGLO XX

La guerrilla griega y el maquis español

De la guerra civil griega comenzada poco antes del fin de la II Guerra Mundial tenía yo unas ideas generales, que he ampliado con el capítulo dedicado a ellas en el libro de Payne La Europa revolucionaria.


	De la guerra civil griega comenzada poco antes del fin de la II Guerra Mundial tenía yo unas ideas generales, que he ampliado con el capítulo dedicado a ellas en el libro de Payne La Europa revolucionaria.

La guerra fue emprendida por los comunistas a partir de su resistencia antialemana, en la que hicieron poco daño a los ocupantes pero lograron, a menudo por la violencia, imponerse a otros grupos de resistencia no comunistas. Al retirarse los invasores se creó una situación favorable al PCG (KKE), más organizado y resuelto que sus competidores. Aunque sus atrocidades les ganaron el rechazo de muchos griegos (y dieron lugar a atrocidades de la derecha, en represalia), fue la intervención militar británica lo que impidió que se adueñaran del país. En el reparto de Europa al término de la guerra mundial, Grecia quedó en la esfera de influencia occidental, y Stalin sería acusado por comunistas disidentes (como Claudín en España) de haber "abandonado" la revolución griega, lo cual no es del todo cierto. Simplemente no podía intervenir allí de modo abierto, si no quería que los anglouseños le molestaran en la parte de Europa dominada por él, pero no dejó de ayudarla indirectamente, a través de Yugoslavia o por otros medios.

Sin embargo, tampoco los británicos –que, aunque victoriosos frente a Alemania, habían salido de la contienda mundial arruinados y sin el rango de superpotencia que antes sí tenían– lograron imponerse, y en febrero de 1947 tiraron la toalla: informaron a Washington de que la carga griega les abrumaba. Usa, entonces, tomó el relevo. Hasta 1949 no fueron vencidas las guerrillas, que debieron retirarse después de una última atrocidad: la deportación a Yugoslavia de 25.000 niños griegos y macedonios, para salvarlos del gobierno "monarco-fascista" de Atenas. Un hecho que recuerda el montaje propagandístico del Frente Popular en España con los niños de la guerra, enviados a la URSS y otros países so pretexto de librarlos de unos bombardeos nacionales que mataron a muy pocos niños, y que practicaban igualmente las izquierdas sin otra restricción que su capacidad.

La guerra civil griega, dividida en varias intentonas o asaltos, se desarrolló fundamentalmente en forma de guerrillas de 1943 a 1949, es decir, en el mismo tiempo, prácticamente, que el maquis español. También se parecen ambos episodios en el disfraz democrático y unitario empleado por los comunistas. La diferencia clave radica en que los comunistas griegos solo pudieron ser vencidos gracias a la intervención exterior de una potencia como Inglaterra y de la que ya era la mayor superpotencia del mundo, mientras que el gobierno español debió combatir el maquis en situación de aislamiento internacional, sin ninguna ayuda exterior y frente a campañas amenazadoras de propaganda procomunista en los países europeos próximos.

¿A qué se debió el sorprendente éxito español? La causa más evidente es que las guerrillas helenas consiguieron arraigar entre parte considerable de la población, y las españolas no. Esto es fácil verlo a posteriori, pero no tanto en la época, y menos fácil aún explicarlo. El maquis disfrutaba, en principio, de casi todas las condiciones objetivas a su favor: una España todavía con hambre (debido primero al semiboicot comercial británico y después al aislamiento internacional promovido por Naciones Unidas), en la que la represión de posguerra tenía que haber dejado amplias bolsas de resentimiento, y, sobre todo, la hostilidad casi general de que se veía rodeado el franquismo en Europa y el mundo. Este último factor es crucial, sobre todo en los años 44-47.

Uno podría dar pábulo a la explicación izquierdista de que el régimen se sostenía sobre una población aterrorizada, pero nada hay más explosivo que la transformación del terror en esperanza, y hacia el final de la guerra mundial casi todo el mundo daba al régimen por liquidado, y cundían las conspiraciones en su propio seno. El terror se vuelve contra quienes lo practican si la población ve, como quien dice, los tanques liberadores al otro lado de la frontera. Así, el descontento y el odio supuestos entre los españoles de la época debieran haberse transformado en un estallido de rebeldía, o al menos dado lugar a un apoyo profundo a la guerrilla. Y sin embargo, contra lo que parecía razonable y previsible, no ocurrió nada de ello.

El hecho desmiente por sí mismo las explicaciones de los tópicos historiográfico-propagandísticos predominantes desde hace muchos años. El peligro de que el maquis diera lugar a una guerra civil, como era su propósito, fue ciertamente real, y creo que se habría materializado si no hubieran concurrido dos factores. En primer lugar, la mayoría de la población estaba mucho más con el régimen que con sus enemigos; y era muy escaso, según quedaría demostrado, su aprecio por la república y el Frente Popular, invocados por el maquis. En segundo lugar, Franco y el grueso del régimen se mantuvieron firmes frente a las amenazas, lo que a su vez fortaleció la moral de sus simpatizantes. De haberse dejado intimidar por las presiones y amenazas exteriores, el apoyo popular, seguramente mayoritario, habría servido de muy poco, y las guerrillas habrían obrado como una cuña para desintegrar el franquismo y provocar una situación parecida –aunque mucho más dramática– a la de la monarquía en 1931, cuando los propios monárquicos abrieron paso a una república caótica.

 

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