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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Calle Pannecau, Bayona

En 1975, Xavier Domingo y yo, realizamos un viaje, a medias de “negocios”, a medias de turismo, por el sur y el suroeste de Francia. Este doble objetivo se concretó primero, con una visita al editor de nuestra revista “Frontera”, en Tolosa, y luego a una serie de librerías que la vendían, y no nos pagaban. El editor, no recuerdo su nombre, era asimismo editor de revistas pornográficas, y distribuidor de objetos pornográficos para sexshops.

En 1975, Xavier Domingo y yo, realizamos un viaje, a medias de “negocios”, a medias de turismo, por el sur y el suroeste de Francia. Este doble objetivo se concretó primero, con una visita al editor de nuestra revista “Frontera”, en Tolosa, y luego a una serie de librerías que la vendían, y no nos pagaban. El editor, no recuerdo su nombre, era asimismo editor de revistas pornográficas, y distribuidor de objetos pornográficos para sexshops.
Calle Pannecau, en Bayona

Viendo películas, o leyendo novelas negras, uno imaginaría a ese señor como alguien gigantesco, gordo y gelatinoso, o cadavérico y lleno de tics, súbdito del demonio. Nada de eso, era un señor de mediana edad, correctamente vestido, y relativamente humano. Hasta se podía hablar de política con él. Nuestra revista, “Frontera”, era, todo hay que decirlo, una mierda. La idea, sencilla, que tuvo Xavier Domingo, era publicar algo para satisfacer el hambre de los miles de españoles que los fines de semana se precipitaban allende la frontera francesa, para comprar culo y antifranquismo, o más generalmente todo lo censurado en España, libros, revistas, como películas. Con criterios semejantes, “Interviú”, logró un éxito, pero después, en España, y en pleno “destape”. Ahora que lo pienso, creo que también establecimos lazos para nuestras otras publicaciones, más “nobles” de “El Viejo Topo”, donde acaban de publicar mi: “Ni Dios, ni Amo, ni CNT”.

Claro que en ese sentido “Perpignan” era tanto o más importante que Bayona, pero eso fue motivo de otros viajes que realicé solo. En ese nuestro periplo, llegamos Xavier y yo a un caserío de las cercanías de Bayona, en donde residían Eugenio Domingo y su compañera Brigit. Por aquel entonces Eugenio estaba escribiendo una “historia de ETA”, o algo así, no recuerdo los detalles, sólo que jamás la escribió. Debo confesar humildemente que si yo no compartía sus simpatías por ETA, y que en mi librito: “Ni Dios, ni Amo, ni CNT”, tengo párrafos muy duros contra esa y otras organizaciones terroristas, tampoco consideraba entonces que eso fuera motivo de ruptura personal. Y Xavier que estaba más de acuerdo conmigo que con su hermano en este tema, aún menos. Y no hablemos del anarquista (o ex) dueño del caserío que consideraba que ETA era la única organización revolucionaria española (sí, decía española), puesto que mataba. Dicho sea de paso, todos han muerto.

Xavier, por aquellos días, se dedicó mucho más a comprar y guisar angulas, que a la revolución, o a la independencia de “Euskadi”. El caso es que Eugenio nos llevó a la calle Pannecau, que era de cabo a rabo, la calle de ETA, en Bayona. Librerías, restaurantes, cafés, bares de camareras y algún ultramarinos, todo era propiedad de ETA. Y a eso iba, con mi rodeo nostálgico. He leído en alguna ocasión que el Presidente Giscard D’Estaing, fue el franchute que más favoreció a ETA. Mis informaciones no concuerdan con esta opinión. En realidad, mientras vivía Franco, todos los gobiernos franceses, consideraban a ETA, cómo a una organización antifranquista nueva, que goza de cierta tolerancia, como las demás, a condición de no armar demasiados jaleos, y de no inmiscuirse en la política francesa. No olvidemos que ETA comienza a matar en 1968. Ese acuerdo tácito se rompió, o más bien peligró, cuando etarras franceses quisieron imitar el ilustre ejemplo de sus camaradas españoles, y se lanzaron por la vía del terrorismo, haciendo explotar algunos petardos, pero sobre todo matando a tiros a dos gendarmes. Aunque algo me falle la memoria de las fechas, eso debió ocurrir poco antes de la presidencia de Giscard, que comenzó en 1974, por lo tanto sería en la de Georges Pompidou. Lo importante del caso es que las autoridades francesas dijeron clara y cínicamente a los responsables nacionalistas y a los etarras, que si querían seguir gozando de esa tolerancia, tenían que cesar toda actividad terrorista en Francia; sino serían barridos.

En España podrían seguir asesinado sin problemas por parte de las autoridades galas. La cúpula etarra aceptó el deal, y eso duró hasta el acuerdo de Felipe Gnzález y François Mitterand, quienes decidieron que había que cambiar las cosas, y luchar contra ETA también en Francia, su base de retaguardia. Ese mariage de raison parió el celebre monstruo: los GAL, que tuvo como resultado de matar a tantos inocentes como culpables, y aumentar considerablemente el prestigio de ETA, “valiente organización de resistencia martirizada por el terrorismo de estado”. Cosas peores se han dicho y escrito. Desde entonces las relaciones franco españolas, tratándose de ETA y el terrorismo, han sido muy ambiguas. Por una parte se mantiene un alto nivel de tolerancia, y Batasuna actúa libremente en el departamento de los Pirineos Atlánticos y los vecinos, por ejemplo, pero la policía y los jueces antiterroristas son infinitamente más activos que cuando bebíamos chatos, calle Pannecau, en Bayona, Xavier y yo, en 1975.

Hemos llegado, lo sabe todo el mundo, a otra etapa, con el gobierno felón y zapaterista actual. Mientras que Chirac y de Villepin apoyan oficialmente la “política de paz” zapaterista, y se dan las consabidas palmaditas hipócritas, la policía y la magistratura, con el aval es de suponer y esperar, del ministro de Interior, Sarkosy, siguen actuando contra ETA en Francia. Y a la chita callando hemos llegado a una situación radicalmente nueva: mientras que el gobierno español se ha rendido a ETA, que es la que tiene la sartén por el mango, no porque sea mayoritaria, sino porque asesina, y ese gobierno declara que todo va bien, que el proceso de paz no tiene posibilidades de marcha atrás, y que pese a algunas dificultades normales, ETA ya no existe, o se ha convertido en “ejército de la Salvación”, y que la autopista de paz y concordia, con peaje zapaterista, conduce a un porvenir radiante, las autoridades judiciales y policiales galas dicen exactamente lo contrario, que ETA se reorganiza, se rearma (véase el reciente robo de pistolas), que ETA constituye un peligro mayor que ayer, porque además amenaza con atacar en Francia. El motivo de este cambio de baraja es evidente: ETA y sus numerosos cómplices y aliados, habiendo logrado la rendición del gobierno, sin combatir, prosiguen su ofensiva y reivindican lo que siempre han reivindicado, el robo de Navarra y la entrega de una provincia francesa (ampliada). Entonces se repite, pero a un nivel infinitamente superior, lo que ocurrió hace unos treinta años, las autoridades francesas dicen a los nacionalterroristas: hagan lo que quieran, lo que puedan, en España; no es cosa nuestra. Pero si pretendéis robarnos un trocito de nuestra Patria, ¡les barremos! Lo que me parece importante subrayar es que por primera vez, Francia se ha convertido en el principal obstáculo a los delirios expansionista de los nacionalterroristas.

Nos esperan días muy negros. Porque incluso si el aquelarre “autonómico” actual despierta una evidente, aunque aún insuficiente, indignación; si los trapicheos, cobardías, mentiras y argucias sociatas, en relación con ETA, provocan asimismo cabreo hasta el punto de que el gobierno se ve obligado a hacer declaraciones contradictorias, pero mucho menos triunfantes que hace tres meses, va a ser muy difícil reparar el desastre; levantar la casa en ruinas.

Una cosa resulta cada día más evidente: la única manera de combatir y vencer a ETA, e la que emprendió el gobierno de José María Aznar, con todas las armas del Estado de Derecho.

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