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LIBREPENSAMIENTOS

El hombre ha nacido para ser rico

El gran escritor estadounidense Ralph Waldo Emerson (1803-1882) perteneció a una generación de autores y hombres representativos como ha habido pocas en la historia de América. Fue contemporáneo, y a veces también amigo, de personajes de la talla de Poe, Whitman, Lincoln y Thoreau. Considerado, tras la estela de Montaigne, uno de los ensayistas más dotados de todos los tiempos, es autor de 'Riqueza', una pieza maestra de reflexión sobre economía y ética, incluida en el volumen La conducta de la vida (1860).

El gran escritor estadounidense Ralph Waldo Emerson (1803-1882) perteneció a una generación de autores y hombres representativos como ha habido pocas en la historia de América. Fue contemporáneo, y a veces también amigo, de personajes de la talla de Poe, Whitman, Lincoln y Thoreau. Considerado, tras la estela de Montaigne, uno de los ensayistas más dotados de todos los tiempos, es autor de 'Riqueza', una pieza maestra de reflexión sobre economía y ética, incluida en el volumen La conducta de la vida (1860).
Ralph Waldo Emerson.
Coetáneo y compatriota de personajes ejemplares de tamaño brío, Emerson es, sin embargo, un hombre que conduce su vida de una manera mucho más convencional que la de los citados. Tal y como apunta con suave ironía a propósito del ensayista The Norton Anthology of American Literature, Emerson no participa de los excesos de Poe, el glamour de Hawthorne, el espíritu de aventura de Melville, la tensión dramática de Whitman o la notoriedad pública de Henry David Thoreau. Nacido en Boston, hijo de un pastor de la Primera Iglesia de la ciudad, Emerson es un hombre de orden. Recibe una férrea educación familiar puritana made in New England, al tiempo que una exquisita formación en la Universidad de Harvard.
 
Viaja por Europa, y allí por donde pasa no pierde la oportunidad de contactar con personalidades relevantes, lo cual le proporciona conocimiento a la vez que un fuerte sentimiento de respeto hacia la excelencia y de admiración por el espíritu de superación, rasgos por los que reconocemos a los hombres superiores. En Inglaterra entabla relación con John Stuart Mill, Samuel T. Coleridge y William Wordsworth. Se llega hasta Escocia para visitar a Thomas Carlyle, autor de De los héroes, y pronto congenia con él, estableciéndose a continuación una amistad y colaboración intelectual que se extenderá a lo largo de varias décadas. ¿Cómo extrañarse, pues, que Emerson escriba Hombres representativos (1850), donde traza el perfil de Platón, Shakespeare, Napoleón, Montaigne, Goethe y Dante, entre otros tipos, o que este ensayo suela editarse conjuntamente al mencionado texto de Carlyle?
 
Tras el asesinato de Lincoln, llama al gran presidente de la Unión “el verdadero representante” de América. ¿Cómo no advertir de inmediato la atención que Emerson pone en lo mejor y lo más excelso que hay en el hombre?
 
Persona de hábitos familiares y amigo de sus amigos, mantiene una especial relación con H. D. Thoreau. De hecho, lo acoge en su casa durante una temporada y pronuncia el sermón fúnebre que sirvió de emotiva despedida y homenaje al paseante de Concord, lugar donde asimismo fallece Emerson en 1882. No obstante este mutuo reconocimiento de dos pensadores liberales, Emerson se considera menos radical y más mesurado que su íntimo vecino de pensamientos y estancias. Su ideal doctrinal queda reflejado en lo que se conoce, justamente en su honor, como scholar emersoniano, es decir, el individuo inconformista y disidente, el investigador y el experimentador en la naturaleza, el realista antes que el idealista, pero al mismo tiempo el eterno aspirante, el conservador, el teórico contemplativo.
 
Guillermo Cabrera Infante.Si bien partidario, como Thoreau, de las reformas sociales, no se deja llevar por ningún género de experimentos ni utopías comunitarias o colectivistas. Se siente, ciertamente, receptivo, como otros liberales de la época, por las perspectivas incipientes del socialismo, aunque no sucumbe al canto de sirenas de La Internacional. A propósito de tentativas comunistas en territorio americano, afirma en tono sarcástico: "No deseo mudarme de mi prisión actual a otra mayor. Deseo romper todas las prisiones. Aún no he conquistado mi casa". Un sentimiento pariente de éste lo encontramos años más tarde en otro distinguido y elegante escritor americano, el cubano Guillermo Cabrera Infante, cuando, con su exclusivo estilo que combina el sentido del humor y el uso del retruécano, recomendó precaverse de las Utopías porque irremediablemente conducen a Etiopía…
 
No hallamos un hombre completo excepto en quien, material y espiritualmente, se gana la vida y sostiene a sí mismo. Pero no basta, para cumplir con nuestro destino, con lo suficiente y lo necesario, en especial si son sinónimos de escaso. En clara alusión al Thoreau de Walden, pregunta Emerson quién se contentaría para vivir con una cabaña y un manojo de guisantes. Vivir, en el hombre, significa necesariamente vivir bien, superarse y mejorarse cada día.
 
Los hombres somos, en efecto, productores y consumidores, pero no basta con hacer cosas, pagar lo que uno debe y devolver lo que se presta, sin más. La vida auténticamente humana nunca es una vida de subsistencia sino de super-vivencia. Por su constitución, nos dice, el hombre es caro, y por ello necesita enriquecerse. Sus propias ideas le llevan a tomar el mando de la naturaleza. O sea, el hombre ha nacido para ser rico.
 
Estas cosas magníficas declara Emerson en el ensayo titulado, simple y espléndidamente, con una sola palabra: 'Riqueza'. La riqueza es la más natural de las motivaciones humanas: proviene de las aplicaciones de la inteligencia a la naturaleza. La naturaleza pone a disposición de los hombres sus frutos, y los hombres, seres técnicos como son, los convierten en objetos y productos. Está en la naturaleza de las cosas que las cosas asciendan, y así la regla de oro de la economía dicta que los individuos, en conjunción con la naturaleza, se propongan con regularidad objetivos más y más elevados.
 
¿Cómo alcanzar, entonces, la riqueza según Ralph Waldo Emerson? A ver quién supera la siguiente descripción:
 
"La riqueza aporta sus propios frenos y contrapesos. La base de la economía política es la no interferencia. La única regla segura se encuentra en un equilibrio de la oferta y la demanda que se ajuste por sí mismo. No legisléis. Poneos en medio y romperéis los tendones con vuestras leyes suntuarias. No deis subvenciones, haced leyes equitativas, asegurad la vida y la propiedad y no necesitaréis dar limosnas. Abrid las puertas de la oportunidad al talento y la virtud y ellos mismos harán justicia y la propiedad no estará en malas manos. En una comunidad libre y justa, la propiedad pasa del ocioso e imbécil al emprendedor, valiente y perseverante".
 
Cuando Emerson declara con énfasis, en un momento del ensayo, que el hombre, sencillamente, tiene que ser capitalista, está queriendo decir que el hombre, de hecho, por su propia naturaleza, es capitalista. No procura una buena perspectiva de acción que el sujeto gaste sus ingresos y placeres en lugar de absorber, acumular e invertir sin cesar. Supone esto una regla de oro del comerciante y el homo economicus, pero también una máxima que informa del vigor mental y moral de los hombres. "La riqueza es mental. La riqueza es moral". Así de sencillo. Donde muchos advierten una emboscadura de complejidad conceptual, Emerson penetra en el detalle de las nociones con luminosidad y neta precisión.
 
No sólo es legítima la tendencia a enriquecerse: se trata de una necesidad para el hombre. Sólo los moralistas medrosos ponen reparos a tal empresa humana. Pero, como observa con perspicacia el autor, esto es así porque lo dan por hecho; de no ser así, se apresurarían a reavivar la inclinación natural para que la civilización no se desmoronara. Y, ojo, decimos inclinación, no inercia ni rutina. Goethe sostenía que nadie, salvo quien sepa hacerlo, habría de ser rico. Emerson abunda en esta prescripción que refuerza la conexión entre la fortaleza de lo ético y la pujanza de lo económico. No por casualidad los romanos denominaban a la virtud, vir, esto es, fuerza. La riqueza es, entonces, un valor.
 
El hombre ha nacido para ser rico. He aquí un dictamen positivo, emprendedor y venturoso que afecta a la economía no menos que a la ética. Y si todavía queda alguna duda al respecto, repárese en esta otra caracterización emersoniana de los hechos:
 
"La economía se mezcla con la moral, pues es una cuestión impostergable de virtud que la independencia de un  hombre esté garantizada. La pobreza desmoraliza. Un hombre en deuda es un esclavo".
 
Para quien todavía no se haya introducido en la obra de Emerson, aquí tiene una muestra de este sutil pensador de la libertad, gran escritor y verdadero maestro del aforismo. Para empezar a pensar en él.
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