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LOS DOS FRENTES DE LA GUERRA

Escuchando a "la calle árabe"

Puede que los rumores acerca de la muerte de Abu Musab al Zarqaui sean exagerados. Varias cadenas árabes de televisión difundieron que se encontraba entre los ocho terroristas que se hicieron explotar en Mosul el domingo. Pero, esté o no durmiendo con los peces o con las 72 vírgenes, ha sobrevivido a cualquier utilidad que pudiera tener para la yihad.

Puede que los rumores acerca de la muerte de Abu Musab al Zarqaui sean exagerados. Varias cadenas árabes de televisión difundieron que se encontraba entre los ocho terroristas que se hicieron explotar en Mosul el domingo. Pero, esté o no durmiendo con los peces o con las 72 vírgenes, ha sobrevivido a cualquier utilidad que pudiera tener para la yihad.
El jordano Abu Musab al Zarqaui, jefe de Al Qaeda en Irak.
El pasado viernes, la presuntamente explosiva calle árabe finalmente explotaba en la mayor manifestación contra Al Qaeda o sus afiliados vista en Oriente Medio. Doscientos mil jordanos gritaban: "¡Zarqaui, desde Ammán te decimos que eres un cobarde!". También le llamaron enemigo de Alá, y eso, para un yihadista, no es precisamente como hacer un taquillazo en Broadway.
 
El viejo estratega fue tan vapuleado por las críticas a sus atentados contra los hoteles jordanos que publicó la primera disculpa al estilo IRA de la historia de Al Qaeda. "Pueblo de Jordania, no pretendimos volar ninguna fiesta nupcial", decía. "Por esos musulmanes que perdieron la vida, pedimos a Alá que sea clemente, puesto que no eran nuestros objetivos". Ya, vale. Cuéntaselo a los no marines. Para los terroristas Alí Husein Alí al Shamari y señora, Sajida Mubarak Atrous al Rishaui, lo que ocurría cuando entraron en el salón de baile del Hotel Radisson era perfectamente obvio.
 
No obstante, Zarqaui ha anunciado ahora su intención de decapitar al rey Abdalá. "Tu estrella se apaga", ha declarado. "No escaparás a tu destino, descendiente de traidores. Lograremos encontrar tu cabeza y cortártela".
 
En la camilla, una de las víctimas de los atentados de Amman.Pues buena suerte, tío. No conozco lo que Terrorismo suicida para tontos define como blanco fácil, pero una boda palestino-jordana en la zona pública de un hotel de un país musulmán sin tropas infieles tiene que acercarse bastante al blanco más fácil de todos los tiempos. Aún más revelador: examínese a quién despachó Zarqaui para que volara por los aires a sus hermanos musulmanes: ¿por qué enviaría a Shamari, uno de sus lugartenientes de mayor confianza, a morir en una operación que prácticamente no requiere destreza alguna?
 
Bien, por definición, encontrar terroristas suicidas con experiencia es difícil. Pero la presencia de Shamari sugiere, cuando menos, que la rama de Al Qaeda en Irak está pasándolas canutas para cumplir sus objetivos de reclutamiento. Aunque la insurrección sea bastante admirada en los salones de Occidente, los insurgentes de sillón como Michael Moore no parecen tener deseos de hacer el paseíllo. Moore comparaba al grupo de Zarqaui con los Minutemen de la revolución norteamericana, que prometían llegar al campo de batalla un minuto después del llamamiento. Lamentablemente, el concepto de Minutemen autodestructivos depende de ese optimismo habitual, a menudo fuera de lugar, que se tiene en las paradas de autobús de Londres y que nos lleva a pensar que vendrá otro enseguida.
 
Al hermano de Rishaui, Thamir, mano derecha de Zarqaui y denominado "el emir de Al Anbar" (Triángulo Suní), lo mataron las tropas norteamericanas en Faluya en 2004. Sus otros dos hermanos y su cuñado fallecieron este año en enfrentamientos con el enemigo. Enviar a un miembro superviviente de tu cada vez más reducido círculo de confianza a hacer saltar por los aires una boda palestina no es precisamente una señal de fortaleza.
 
Cierto, Shamari sí logró matar a un par de docenas de musulmanes; ni siquiera chiíes o kurdos, sino correligionarios suníes. Pero ¿cuál es el valor estratégico de eso? Presumiblemente, son las maneras que utiliza un peso pesado mafioso para mantener los suyos a raya. Y funcionó bien, ¿eh? Centenares de miles de correligionarios jordanos de Zarqaui llenaron las calles para exigir su muerte.
 
¿Sacó eso la ABC? ¿O las manifestaciones sólo son noticia cuando son anti Bush, anti Blair y anti Howard [primer ministro de Australia]? Y mírelo de este modo: si la ocupación es tan impopular en Irak, ¿dónde están las manifestaciones masivas en contra? No hablo de 200.000, ni siquiera de 100.000 ó 50.000 personas. Pero si unos cuantos cambios en las leyes sobre relaciones industriales pueden sacar a la calle a 20.000 personas en Perth y 10.000 en Adelaida, seguramente dos años de vorágine, guerra civil, catástrofe humanitaria, conflictos interminables de poder, coches bomba en la mezquita cada viernes, etcétera, podrían persuadir, digamos, a 1.500 amigos de copar los bulevares de Bagdad o Mosul al grito de "¡Gran Satán, vete a casa!".
 
En definitiva, eso es todo lo que se necesita para hacer ese pequeño truco de grabar la concentración en primer plano y que parezca que el lugar está abarrotado.  Aun así, no se producen tales manifestaciones, ni tamaño Ammán ni tamaño Adelaida.
 
Felizmente para el señor Zarqaui, no importa lo muy desesperados que estén los cortacabezas: los derrotistas occidentales siempre pueden superarlos. En Estados Unidos, un congresista demócrata, Jack Murtha, ha pedido la inmediata retirada norteamericana de Irak. Es un veterano de Vietnam, así que los medios insisten, naturalmente, en que sus opiniones merecen especial respeto, dado que la experiencia militar en una guerra que Estados Unidos perdió es la única que tanto los demócratas como la prensa valoran estos días. Por lo tanto, exigen que el presidente presente una estrategia de salida.

Osama ben Laden.En la guerra, normalmente existen dos estrategias de salida: la victoria o la derrota. La segunda es más fácil. Basta con decir: Guau, somos la potencia que domina el mundo, pero no sabemos capear un nivel de bajas reducido a unos niveles sin precedentes, así que, si no os importa, simplemente nos bajaremos pronto, en la siguiente parada.
 
Manifestar la voluntad de perder tan claramente como hizo América en Vietnam no fue un movimiento inteligente, pero, puesto que los medios no parecen poder ir más allá de esta antigua guerra en la jungla, puede valer la pena subrayar la diferencia esencial: Osama ben Laden no es Ho Chi Minh, y Al Qaeda no es el Vietcong. Si sales, te seguirá. Y los americanos morirán en embajadas extranjeras, barracones o barcos de guerra, como sucedió durante los años 90, y, con el tiempo, también en las calles de las ciudades americanas.

Mientras el 11 de Septiembre se difumina en el pasado, ése es un argumento cada vez más difícil de presentar. Coger la pelota e irte a casa es un argumento seductor en una superpotencia paradójica cuyas inclinaciones, en la derecha, tienen una fuerte vena aislacionista y, en la izquierda, una fuerte vena transnacional, que no es más que aislacionismo con cara de tonto y banquetes de etiqueta cada dos años en capitales europeas. Transnacionalismo significa soluciones sólo de imagen, la kiotificación de la política exterior.
 
Así que, del mismo modo que las cosas van teniendo mejor color en el distante frente oriental, se tambalean en el nacional. Los continentales anti Bush que darían la bienvenida a una derrota norteamericana en Irak tendrían que recordar algunos de los restantes frentes de esta guerra: Europa es, a la vez, un frente nacional y un campo de batalla exterior, como han descubierto los holandeses: la tierra de la Reina en bicicleta se ha transformado en escoltas las 24 horas del día hasta para los funcionarios municipales de menor importancia.
 
En esta guerra, para los europeos el país distante del que saben poco resulta ser el suyo. Por mucho que pueda gustar a The Guardian y Le Monde, unos Estados Unidos que den la espalda al mundo es lo último que necesitan los europeos.
 
 
© Mark Steyn, 2005.
 
The Daily Telegraph publicó una versión de este artículo el pasado 22 de noviembre.
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