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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Fortalecer la nada

Por los años 63 o 64 del siglo pasado, en casa de un hermano de José Manuel Arija, tuvo lugar una cumbre del FLP que duró 48 horas, días y noches. No se movió del piso el Fundador, con mayúscula, o sea Julio Cerón. Yo tampoco: no me sacaron ni para mear, como sí se hace con los perros.

Por los años 63 o 64 del siglo pasado, en casa de un hermano de José Manuel Arija, tuvo lugar una cumbre del FLP que duró 48 horas, días y noches. No se movió del piso el Fundador, con mayúscula, o sea Julio Cerón. Yo tampoco: no me sacaron ni para mear, como sí se hace con los perros.
Era en uno de esos barrios de Madrid del extrarradio, no recuerdo su nombre, que iban conquistando poco a poco descampados y chabolas. Desde la ventana del dormitorio de no sé quién, donde yo dormía (Julio y yo éramos los únicos que lo hacían en aquella casa, los demás iban y venían), podía ver un descampado que ejercía de vertedero, y un pastor traía, un par de veces al día, su rebaño de ovejas a comer basura. Como yo ironizaba sobre la imagen arcaica de las ovejas en la capital, José Manuel insistía en que la urbanización y el progreso iban ganando terreno, lo cual contradecía nuestro discurso político, según el cual el franquismo impedía todo progreso, y el capitalismo aún más.
 
Dos cosas recuerdo ahora, después de tantos años, tanta basura, tantos cambios, menos ovejas en la capital, salvo políticas. Una es que Nico Sartorius, cuando discutíamos de la "plataforma ideológica" del FLP, declaró que no podíamos pretender ser la "organización de la clase obrera" porque ya lo era el PC, y como arremetí contra él, y sobre todo contra el PC, se echó para atrás, dándose cuenta de que se había destapado ante un ex que conocía la jerga. Debí decirle mis chorradas habituales de aquellos tiempos, pero, si no me falla la memoria, también que el PC no era "propietario" de la "clase obrera", lo cual sonaba a "moderno". La segunda es que yo traía un proyecto técnicamente interesante de radio clandestina, ya que podía esconderse en el interior de un aparato de televisión que funcionaba y salir indemne, así, de un hipotético registro policial.
 
Eso asustó a todo el mundo. Acabamos de salir de la cárcel (después de la redada de 1962), y no podemos arriesgarnos a volver tan pronto, dijeron varios. Yo propuse que la radio no fuera portavoz oficial del FLP, sino un medio antifranquista, pero Julio Cerón se negó: no vale la pena correr los riesgos de instalar una radio clandestina en Madrid si no es para hacer propaganda a favor del FLP. Total, que no se hizo nada.
 
Recuerdo los nombres de algunos de los allí presentes: Julio Cerón, no faltaba más, José Manuel Arija, César Alonso de los Rios, Nico Sartorius y yo mismo, of course. Éramos más, pero no recuerdo a los otros. En la óptica de la "educación sentimental", constato ahora que Cerón ha desaparecido políticamente, Arija ha muerto de cáncer, César Alonso de los Ríos escribe en ABC después de haber dirigido La Calle; yo, nada, como siempre; y Nico Sartorius, después de ser comunista, dentro y fuera del FLP, y dirigente de las CCOO, es ahora, por lo visto, vicepresidente de la Fundación Alternativas, y director del Observatorio de Política Exterior Española, y sociata, o sea, peor que nada, un enchufado, un parásito subvencionado, como tatos, como Pepín Vidal. Pero, como siempre se ha soñado en el papel de líder político, no puede impedirse escribir informes al Comité Central, aunque ya no exista: sólo existe la "asamblea de los muertos".
 
Es lo que hace el 2 de abril en El País, tomándose por consejero diplomático de Perico de los Palotes, a quien insta a "fortalecer la acción exterior" (es el título de su artículo).
 
Moratinos.Si, desde luego, tiene razón al lamentar la nula importancia que ha tenido la política internacional durante la última campaña, no se atreve a decir por qué ha sido así, ni siquiera a indicar su propia opinión sobre ese silencio de los dos candidatos. Pues es bien sencillo: porque no tienen política exterior, ni idea de lo que es eso. Perico de los Palotes Zapatero, aparte de la cobarde estafa de la "alianza de civilizaciones", es como el barquito de papel que los niños tiran a las alcantarillas: se limita a seguir la corriente. Buena prueba de ello es que va a mantener en su cargo a Moratinos, que es un cero de guantes grises.
 
Y en cuanto a Rajoy, no digamos. Aparte de considerar, sotto voce, que Aznar fue demasiado audaz en 2003, al aliarse con Blair y Bush en la guerra de Irak, nos gustaría saber cuál sería su política internacional, si es que tiene alguna idea.
 
Precisamente por eso, me dirán tal vez los amigos de Nicolás Sartorius, ha escrito ese artículo, para dar contenido y nervio a una política internacional española que carece de ellos, ofreciendo su "hoja de ruta" al presidente del Gobierno, para que se espabile. Pues hubiera podido evitarse la molestia, porque no dice nada. O sólo generalidades abstractas, como cualquier alto funcionario de la ONU, como Javier Solana, utilizando la lengua de palo del buenismo a más no poder. Así, escribe a propósito de los retos de España en el mundo:
El primero se refiere a cómo abordar la gobernanza de esta nueva situación con el fin de que aquello que se globaliza sea la paz y no la guerra, el bienestar y no la pobreza, la democracia y no la tiranía, más o menos encubierta, la sostenibilidad y no la destrucción del planeta tierra.
En eso estamos, sólo frases hueras, que podrían firmar Ana Belén, Miguel Ángel Aguilar y miles más, pero que para nada tienen en cuenta la realidad de los conflictos, tanto nacionales como internacionales. No es que a mí me guste la castaña, como se decía en Lavapiés, pero como Vargas Llosa pasó por allí, no sé si aún se dice; pero, bueno, don Nicolás ¿qué pasa con el papel de España en el Próximo Oriente? ¿Qué pasa en Afganistán, se envían más tropas o no? ¿Qué pasa con Irán y con Irak? ¿Qué pasa con los tiranos, o candidatos a tiranos, de América Latina? Nada de nada, nos dice.
 
Como todos los funcionarios con ribetes políticos, acepta todos los hechos aparentemente consumados e indica a Zapatero que España debería desempeñar un gran papel, a partir de Europa, y aprovecharse de nuestra presidencia de la UE, en 2010, para cambiar el mundo. ¿Nos lo dice o nos lo cuenta? ¿Cuántos han sido los presidentes de la UE, mucho más prestigiosos que Zapatero, que no han dejado más rastro en la Historia que un pis en la arena del desierto político europeo?
 
Ya sería hora de que los europeos de verdad nos subleváramos contra la UE, ese mamotreto burocrático que, a fuerza de querer imponer, desde arriba y con calzador, un Estado artificial y burocrático, está destruyendo la idea de una Europa de las naciones libres y solidarias, liberales y atlánticas (el último término se queda corto, porque Australia, Nueva Zelanda, India, Japón, etc., no lo son).
 
La mundualización no debería ser sólo económica (y Europa es un rincón del mundo), debería ser también política, y Europa podría estar invitada no al banquete, sino a la trinchera de la libertad.
 
El caso es que yo prefiero a Nico Sartorius en su incierto papel de bolchevique que en su triste papelón de funcionario socialburócrata.
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