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DESDE GEORGETOWN

Jorge y el voto hispano

En un mitin político de su marido en Albuquerque, Nuevo México, Teresa Heinz Kerry se puso a vociferar que ella era una inmigrante. Como Teresa es una mujer tan multifacética como temperamental, en los barrios negros solía decir que es una "afroamericana" porque había nacido en África.Lo chistoso del asunto es que a muchos de los hispanos presentes en el mitin de Nuevo México se les quitaron las ganas de votar a los demócratas.

En un mitin político de su marido en Albuquerque, Nuevo México, Teresa Heinz Kerry se puso a vociferar que ella era una inmigrante. Como Teresa es una mujer tan multifacética como temperamental, en los barrios negros solía decir que es una "afroamericana" porque había nacido en África.Lo chistoso del asunto es que a muchos de los hispanos presentes en el mitin de Nuevo México se les quitaron las ganas de votar a los demócratas.
Baile típico de Nuevo México
Muchos de ellos no quieren ser considerados inmigrantes. Lo que quieren es integrarse. Tanto que muchos piensan que el problema de Nuevo México es que hay… demasiados mexicanos. El 42%, por si fuera poco, se considera a sí mismo descendiente de españoles, no "hispano" por tanto, y en cualquier caso no inmigrante: antes lo serán los anglosajones blancos como Kerry o los "afro americanos" como Teresa.
 
El resultado de las elecciones ha demostrado el profundo error cometido por muchos analistas, estrategas, periodistas e intelectuales acerca de lo que hasta ahora se ha llamado la "minoría hispana". Digo se ha llamado, porque aunque se seguirá utilizando el término, ya no se referirá a lo que una vez quiso referirse.
 
Algunos demócratas y muchos progresistas, en busca de un chivo expiatorio para explicar la derrota del candidato Kerry, vuelven una y otra vez al voto evangélico, al que se ha añadido este año el "voto hispano". Según esto, el "voto hispano" habría sido un voto católico a ultranza, rural y atrasado. Fácilmente manipulable, en consecuencia, por los republicanos fundamentalistas que han recurrido a los argumentos morales para movilizar a los electores. El razonamiento no responde a la realidad. El voto religioso no se ha movido con respecto a las últimas elecciones, como tampoco lo ha hecho, por otra parte, el voto joven. Además, es inconsistente con el argumento prevalente durante la campaña, según el cual el voto hispano era favorable a los demócratas. Pero mantiene el mismo prejuicio basto y autocomplaciente típico del progresismo: considerar el voto hispano como un bloque monolítico.
 
Es éste un juicio que puede servir para la minoría negra, que a pesar de algunos desvíos puntuales, sigue siendo leal a los demócratas. Fue, por otra parte, un juicio aplicable a otras minorías. Los judíos, por razones difíciles de entender, han votando demócrata hasta hace poco tiempo. Los irlandeses y los italianos lo han hecho durante más de un siglo a cambio de los privilegios y las prebendas que los políticos demócratas concedieron a la primera generación de votantes.
 
Los hispanos no han actuado de la misma manera. En apenas unos años han pasado de votar demócrata en un 72% (a Clinton, en 1996) a hacerlo en un 53% en a Kerry en 2004.
 
De hecho, la clasificación de "hispano" en el censo depende del apellido, no de una característica étnica, por lo que casi la mitad de los "hispanos" se incluyen ellos mismos en la categoría de "blancos". Samuel Huntington, en su fascinante libro sobre la identidad norteamericana titulado ¿Quiénes somos? se refiere al peligro que para la cultura norteamericana, de raíces anglosajonas y protestantes, puede llegar a ser la minoría hispana por la fidelidad a sus raíces culturales, su idioma y sus costumbres. Le convendrá revisar alguna de sus conclusiones, porque estas elecciones han dejado claro que lo que la minoría hispánica quiere dejar de ser es justamente eso, una minoría.
 
¿Qué quiere a cambio de su voto? Aquí está lo interesante: no quiere nada, es decir no quiere más de lo que quiere el ciudadano medio americano. Uno de los máximos responsables de la campaña republicana entre los hispanos de Florida me lo confirmaba hace poco tiempo. Los temas que a los hispanos les han interesado son la seguridad, en primer lugar, lo que implicaba una toma de posición clara con respecto al terrorismo. En segundo lugar, la economía, porque muchos hispanos han accedido a la categoría de clase media, han abierto empresas y comprado casas, y han comprendido muy bien la propuesta de la "Sociedad de Propietarios" de Bush y su equipo. En último lugar, me decía este responsable, están los temas morales. Como las familias hispanas son familias extensas, no hay apenas ninguna en la que no haya un miembro gay, con lo que ese asunto quedaba descartado. Más ha importado el aborto, aunque los republicanos han preferido una vía indirecta, que consistía en dirigirse sobre todo a los sacerdotes. No les pedían que respaldaran a ningún candidato. Sí que reflexionaran sobre si un sacerdote puede apoyar a partidos que no condenan un acto que muchas personas consideran un crimen y la Iglesia y los creyentes, un pecado.
 
Claro que esta disposición tenía que ser aprovechada en favor de Bush. Los republicanos hispanos llevan muchos meses siguiendo la estrategia de arrancar voto por voto. Para eso han seguido el rastro de cada posible votante. En Florida, había argumentarios para los hispano cubanos y otros para los portorriqueños, muchos de ellos de procedencia norteña y no de confesión católica. Los republicanos no dieron a estos por perdidos. Sea cual sea el resultado, uno solo que ganemos será, me decía el mismo responsable, una victoria para el partido republicano. Se les ha llamado por teléfono, se les ha visitado puerta a puerta, se les ha entregado información y si requerían ayuda para ir a votar, se les ha facilitado. Y como se sabe que los voluntarios son mucho más persuasivos y convincentes que los asalariados, todo eso lo han hecho un ejército de voluntarios, desde alguien que dejaba su empresa en manos de otra persona durante cinco meses, hasta madres jóvenes que durante unas horas se dejaban a los niños pequeños unas con otras. No quiero ser injusto con los militantes de las organizaciones políticas en España, pero es evidente que los partidos españoles, y en particular el Partido Popular, tan proclive al señoritismo pijo del funcionario tecnócrata heredero de la cartera y el despacho de papá, tienen mucho que aprender de lo que ha ocurrido en estas elecciones.
 
El mismo día que llegué a Estados Unidos tuve, sin darme cuenta cabal de lo que significaba, una primera pista de la actitud de los "hispanos". Fui a abrir una cuenta a un banco, traté con uno de los responsables de la sucursal, que se apellida Gonzales, como el nuevo Fiscal General nombrado por Jorge Bush, y como es inevitable, pronto empezamos a hablar en español. Llegado el momento, me preguntó en qué idioma quería recibir la información bancaria, en inglés o en español. Yo dudé un momento, y casi de inmediato le respondí que en inglés. Entonces me dijo, mirándome a los ojos: "¡Muy bien!"
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