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ASUNTOS EXTERIORES

Las lecciones de la victoria

El fabuloso e indisimulado disgusto que se han llevado casi todos los medios de comunicación españoles con la derrota de Sadam Husein sólo tiene parangón con la alegría de la población iraquí.

De hecho, el mejor comentario sobre la victoria de los aliados lo han firmado dos iraquíes que recorrieron las calles de Bagdad, el 9 de abril, con una pancarta en la que se leía: “A CASA, ESCUDOS HUMANOS: IMBÉCILES” (“GO HOME, HUMAN SHIELDS: YOU WANKERS”. Traduzco “wankers” por “imbéciles”, pero hay términos más expresivos.)

FrontPage Magazine también alude a esta elocuente declaración, y David Horowitz glosa la escena en un breve comentario. Pero la euforia inicial (“Bagdad ha sido liberado”) deja paso a un tono más realista. Horowitz apunta que hemos entrado en una nueva era caracterizada por el enfrentamiento entre las fuerzas de la libertad y la oscura alianza del islamo-fascismo y del comunismo (09.04.03). Menos mal, añade Horowitz, que Estados Unidos ha vuelto por sus fueros.

El mismo día de la caída de Sadam, un editorial de The Daily Telegraph, muy en su línea anti-Chirac, recogía el antiguo dicho según el cual a los vencedores les corresponden los despojos. Para este periódico londinense, los vencedores son dos: los aliados y el pueblo iraquí. (09.04.03)

El editorial de The Washington Post (10.04.03) sigue la misma línea emocional que FrontPage Magazine, aunque no el mismo argumento. La alusión a las “gloriosas imágenes de iraquíes y marines norteamericanos derribando la estatua de Sadam Husein” deja paso a un análisis más matizado. Se habla de la mezcla de alivio y de humillación con que la gente en Bagdad recibió a los americanos (en la televisión se vio mucha más alegría que otra cosa, pero el editorialista de The Washington Post tendrá sin duda más información acerca del estado de ánimo de los iraquíes). Se habla también de la necesidad de descubrir las armas de destrucción masiva y restaurar el orden rápidamente, y sobre todo de cuál debe ser la prioridad del gobierno americano. Según el editorialista, para reconstruir Irak lo mejor sería reconstruir también los lazos diplomáticos y amistosos rotos por una diplomacia poco flexible y poco paciente.

Los columnistas de The Washington Post siguen el mismo derrotero. El influyente Robert Kagan, tan leído últimamente en España aunque con poco fruto, por lo que se ve, advierte que es necesario resistir las “tentaciones del superpoder” y demostrar en la diplomacia la misma habilidad demostrada en la guerra. Kagan, que parece mostrarse optimista ante la tarea que Estados Unidos tiene por delante, recomienda una dosis importante de transigencia y persuasión.

En un largo editorial, The Financial Times (10.04.03) se muestra aún más prolijo acerca de las tareas que le esperan al gobierno norteamericano, y al final cae en la tentación de hablar de “ganar la paz” como se ha ganado la guerra. De todos modos The Financial Times dedica un gran elogio, más detallado que el de The Washington Post, a la extraordinaria campaña militar norteamericana.

Nada de todo eso se encontrará en las páginas de opinión de The New York Times, nada feliz con la victoria aliada. En uno de sus dos editoriales al día siguiente de la victoria sobre Sadam (10.04.03), insiste en que el gobierno norteamericano debe encontrar las armas de destrucción masiva. (10.04.03) The New York Times vuelve a sugerir que la guerra no estaba justificada. Sus columnistas siguen la corriente, con William Pfaff a la cabeza. Conviene leer siempre a William Pfaff, que cumple con creces la promesa que su apellido, tan sonoro, sugiere: no acierta ni una sola vez, ni siquiera por casualidad. Es irritante, pero útil. (El otro editorial va dedicado a la represión en Cuba.)

The Nation, una de las revistas más representativas de la izquierda norteamericana, está aún más disgustada con la derrota de Sadam. Pero como son animosos, en su número de abril siguen insistiendo en la ilegitimidad moral de la guerra y en las virtudes de la paz. Medea Benjamin, que dice haber aprendido mucho de acontecimientos tan lamentables, proclama que en vez de mandar escudos humanos a última hora hay que enviar representantes que consoliden el movimiento pacifista a Corea del Norte, Siria e Irán. Tres países de probada tradición democrática y pacífica. A ver si los reciben como en Bagdad.

(Por cierto, The Herald Tribune ha suprimido la tradicional columna de Art Buchwald, que solía hacer las delicias de sus —antiguos— lectores. The New York Times se hizo hace tiempo con el control total de este diario, que una vez fue ejemplo de eclecticismo y civilización. Evidentemente, no perdona. Hay ganadores que lo copan todo.)


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